
Tres meses después de su descubrimiento en China, el coronavirus encendió en marzo las alarmas en el país, el último país en recibir la enfermedad en Sudamérica. Su ingreso y su propagación fueron paulatinos; luego, el virus se convirtió en un vendaval que se llevó por encima al sistema sanitario pero que también despertó la solidaridad y creatividad de los bolivianos.
La entrada del coronavirus a Bolivia
El 10 de marzo fue el día del inicio de la pandemia del coronavirus en Bolivia, pese a que días antes se reportaron casos sospechosos descartados que alertaron a las autoridades sanitarias, uno de estos se registró en Sucre.
Ese día, el entonces ministro de Salud, Aníbal Cruz, ofreció una conferencia de prensa junto con otras autoridades del Gobierno para detallar que una mujer de 60 años y otra de 65, que se encentraban en Oruro y Santa Cruz, respectivamente, habían dado positivo para coronavirus, convirtiéndose en las primeras pacientes con la nueva enfermedad en el país.
Ambas estuvieron en Italia, uno de los países con más casos de la enfermedad, luego volvieron a Bolivia sin síntomas de Covid-19, pero los signos se manifestaron posteriormente. Las dos arribaron al país por el aeropuerto de Santa Cruz.
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Al día siguiente se reportó un caso más y en varias ciudades del país se evidenciaron filas en las farmacias, la gente comenzó a utilizar barbijos y las clases empezaron a correr peligro, inclusive en Oruro se suspendieron por la emergencia. El Gobierno decretó emergencia nacional y la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al coronavirus como pandemia.
https://correodelsur.com/mundo/20200312_la-oms-declara-al-coronavirus-como-una-pandemia.html
Las primeras medidas de seguridad para Bolivia llegaron una jornada después, el 12 de marzo, cuando la administración de Jeanine Áñez ordenó la suspensión de clases en todos los niveles y de vuelos desde y hacia Europa. También instruyó el control en las fronteras y la prohibición de eventos con más de 1.000 personas.
Tres días después, el Gobierno nacional lanzó medidas más estrictas para contener a la pandemia como horario laboral continuo, suspensión de más actividades y la prohibición del ingreso de ciudadanos del exterior.
Y cuando el país sumaba 20 casos de coronavirus, el 21 de marzo, la presidenta Áñez ordenó la cuarentena total desde el 22 de marzo e inicialmente por 14 días, aunque luego se prolongó por 50 días hasta el 11 de mayo, cuando comenzó a regir una cuarentena dinámica, aunque en la mayoría de los departamentos mantuvieron las medidas estrictas.
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En medio, el Gobierno estableció medidas económicas para aminorar los efectos de la pandemia como los bonos Familia, Canasta Familiar y Universal, además de rebajas en el pago de servicios de electricidad y agua potable. Las personas podían salir de acuerdo con las terminaciones de sus cédulas de identidad y solo hasta el mediodía.
Casi una semana después del inicio de la cuarentena total, el 27 de marzo, Chuquisaca registró su primer caso de coronavirus, un hombre que había estado en Cochabamba dio positivo. Sin embargo, no fue hasta el 24 de abril que el departamento reportó otro contagio, cerrando un silencio epidemiológico de 27 días.
Las primeras muertes por coronavirus en el país se confirmaron el 29 de marzo: una mujer de 78 años en Santa Cruz, una mujer de 80 años en La Paz y un hombre de 71 años en Patacamaya.
La crisis sanitaria
Durante los meses de junio, julio y agosto, el país sintió los golpes más fuertes de la pandemia con los picos de contagios y muertes. El 18 de julio, se registró el récord de casos diarios con 2.036 y el 2 de agosto, el número más alto de fallecidos en un día, 102.
Al margen de las cifras, la crisis sanitaria de Bolivia se reflejó en imágenes desgarradoras: cadáveres en las calles, hospitales llenos y personas sin auxilio combatiendo la enfermedad en sus viviendas. Así, los bolivianos comenzaron a combatir a la pandemia con sus propias manos.
En tanto, las autoridades protagonizaban una carrera contra el tiempo para equipar los hospitales y dar las condiciones de seguridad al personal médico, pero la pandemia les ganaba.
El caso Respiradores que dejó sin aire al Gobierno
Entre las prioridades del Gobierno nacional se encontraba la adquisición de respiradores, pero con ello llegó el escándalo más grande de la gestión de Áñez. Las denuncias de sobreprecio en la compra de respiradores españoles, además de las críticas por sus características, asfixiaron a las autoridades estatales.
La polémica dejó al país con un nuevo ministro de Salud, tras la aprehensión de Marcelo Navajas, implicado en la compra de los respiradores, así como otras autoridades. El caso dejó entre las cuerdas al gobierno de Áñez y un país indignado.
En su descargo, el Gobierno denunció que se trataba de un complot del Movimiento Al Socialismo (MAS), ya que varios de los acusados trabajaban en el Ministerio de Salud desde el gobierno de Evo Morales o tenían relación con exautoridades.
La clausura de la gestión escolar
La atención a la pandemia del coronavirus de la administración transitoria volvió a ser objeto de críticas en agosto, cuando canceló la gestión escolar.
https://correodelsur.com/sociedad/20200802_el-gobierno-clausura-el-ano-escolar-2020.html
Padres de familia, autoridades y profesores reaccionaron en contra de la decisión del Gobierno, que si bien fue observada por la justicia no tuvo marcha atrás. Los estudiantes no volvieron a clases presenciales y optaron por la educación virtual, con muchas dificultades.
La reinvención de la educación y de otros rubros
Las nuevas condiciones que imponía la pandemia del coronavirus para la educación empujó –casi abruptamente– a estudiantes y maestros a reinventarse para seguir con el proceso.
Algunos optaron por inmiscuirse con la educación virtual, otros por la radio y algunos profesores salieron de sus casas para caminar cientos de kilómetros para que no se apague la chispa de la enseñanza.
Uno de esos casos fue el del profesor Wilson León, que visitaba a sus alumnos en sus casas para continuar con el avance. Lo hacía a pie. Su historia conmovió al país y una campaña consiguió una motocicleta para que siguiera con este trabajo.
Así, miles de personas, no solo en la educación sino también en el comercio o las actividades informales, buscaron nuevas formas de salir al frente pese a las adversidades de la pandemia.
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Otro caso resonante fue el de Álvaro Portugal, uno de los primeros en brindar el servicio de delivery en bicicleta. Este incansable joven del barrio Azari recorrió las calles y avenidas de Sucre, atendiendo pedidos a domicilio por una causa noble: ayudar a su familia, especialmente a su padre enfermo.
La pandemia también despertó el lado solidario de la población, que encaró campañas para ayudar a los más necesitados y también con el objetivo de reforzar el sistema sanitario.
En Sucre, la campaña más grande fue “Todos contra el Covid”, encabezada por el sistema multimedia CORREO DEL SUR junto con otras instituciones, en busca de dotar de equipamiento al personal de salud y los centros sanitarios.
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