Oscar Crespo Maurice fue el primer ídolo deportivo en Chuquisaca en una época en que el automovilismo boliviano vivía su época dorada. No fue para menos, pues por entonces las competencias del deporte motor eran muy escasas
El “Caballero de las Rutas irrumpió en la escena de las competencias de coches en 1959 en la carrera Doble Padilla, que fue la primera competencia oficial organizada por el Automóvil Club Boliviano Filial Sucre en territorio del Departamento.
En los años previos a su actividad deportiva Oscar se dedicó a la radiodifusión y formó parte de Radio La Plata, donde conoció al periodista Jorge Revilla Aldana, con quien mantuvo una estrecha amistad. Su primera competencia llegó en la “Doble Padilla”, que fue también la primera organizada por el Automóvil Club Boliviano Filial Sucre, y que se disputó entre el 18 y 19 de agosto de 1959. El ganador sería el popular Augusto Calvimontes , conoido como “Chaquichorizo”.
Después, a principios de la década de 1960, Oscar comenzó a destacar en las competencias nacionales y a mostrar sus cualidades de campeón frente a otras figuras del momento, como Willy Bendeck, Romualdo Delgado y Dieter Hubner, los cuales formaban parte de una nueva generación que venía a sustituir a la de los legendarios Juan Claure y Rafael Leyzán o Belisario Benzi.
El chuquisaqueño descolló rápidamente entre los mejores pilotos del país, dando inicio a una gran rivalidad –y también gran amistad- con el cruceño Willy Bendeck, conocido por su carácter impulsivo.
No obstante, el primer gran éxito llegó en el año 1965 cuando se coronó por primera vez campeón nacional de automovilismo. La recepción que le brindó la ciudadanía capitalina fue apoteósica y hasta entonces nunca vista para un deportista local.
Los duelos con Willy Bendeck resultaban memorables. En 1969, Crespo llevó como copiloto al entonces presidente de la República, Luis Adolfo Siles Salinas en la primera etapa del Gran Premio que ese año llevó el nombre del Mandatario. Fue una época en la que las reglas eran más flexibles. En Oruro, Oscar volvió a subir al Jaguar a su copiloto de siempre, Tulín Castropinto.
Sus principales acompañantes fueron Julián Caballero y Arturo “Tulín” Castropinto, con quien protagonizó la mayor parte de sus proezas. Condujo diferentes marcas como Ford, Dodge, Jaguar, Fiat, Honda, BMW y Toyota.
El chuquisaqueño permaneció en la escena automovilística por casi 30 años, aunque al final sus apariciones fueron muy esporádicas y casi simbólicas. Su palmarés deportivo cuenta con cuatro títulos nacionales (1965-1968-1971 y 1973); un Gran Premio Nacional (“René Barrientos” 1968), distintos triunfos en pruebas nacionales como el Circuito San Cristóbal de Oruro, la Cumbre en La Paz y el Circuito que lleva su nombre en la Capital, donde fue vencedor en los años 1971, 1972, 1973, este último en la categoría 1600 cc y en el año 1985 en un duelo muy cerrado con el paceño Jesús Alanoca ya en la categoría 1.600 libre, por entonces la principal del calendario automovilístico nacional.
Crespo también sentía una particular atracción a la competencia “Integración del Oriente”, donde participó en varias ediciones y estuvo a punto de ganar una de ellas a fines de la década de los 80.
A lo largo de su dilatada carrera, el chuquisaqueño se ganó el respeto tanto de sus rivales, dirigentes como también de la prensa y aficionados. Fue bautizado como el “Caballero de las Rutas” por su predisposición al juego limpio y a la permanente cordialidad y solidaridad. En 1968, un día después del accidente mortal que sufriera Jaime Riveros en la etapa Camiri-Sucre, Oscar se detuvo en el lugar del accidente (río Azero) y depositó una ofrenda floral.
Con Oscar Crespo también comenzó una época de destacados pilotos chuquisaqueños, entre ellos Eduardo Zamora, Armando Paravicini, Joaquín Alvarez , Guido Peredo, Diego Carvallo, Luciano Pérez, Raúl Téllez Jr.,Víctor Uribe, Pepe Lucho Pérez, y otros que siguieron llevando en alto el nombre del automovilismo capitalino.
Pese a que radicó gran parte de su vida en La Paz, Oscar nunca olvidó a su tierra natal. La inscripción “Sucre” en la parte más visible de todos sus coches de carrera son una muestra del gran cariño que profesaba hacia su patria chica, afecto que siempre le fue correspondido por una afición agradecida que guardará un recuerdo imborrable de su primer campeón.