“Debíamos comprar uno (una botella) más e ir a las gradas”. Es parte del diálogo de cinco adolescentes que esta semana caminaban por el Parque Bolívar, donde por las tardes, al terminar las clases, pululan adolescentes de colegios fiscales.
A cuatro pensiones escolares de distancia están los “Wichos”, uno de los teams (equipos, traducido del inglés) de colegios particulares que este año marca “muy mala racha” en las fiestas juveniles e ilegales que organizó: todas fueron intervenidas; había consumo de bebidas alcohólicas y hasta se denunció que drogas.
El consumo de alcohol no discrimina ni conoce de edades. Es una práctica que pública y privadamente involucra a distintos segmentos de la sociedad en Sucre, Bolivia y el mundo. Y no de ahora, aunque se masificó por la venta indiscriminada de alcohol en licorerías y tiendas de barrio.
Entre cuatro y cinco de cada 10 adolescentes y jóvenes comprendidos entre los 12 y 18 años consumen bebidas alcohólicas, según datos brindados en noviembre de 2021 por el entonces secretario municipal de Desarrollo Humano, Marcelo Torres, sobre la base de un estudio.
¿QUIÉNES Y CUÁNTOS SON?
CORREO DEL SUR indagó sobre el consumo de alcohol en las “fiestas teams”, organizadas por adolescentes para adolescentes, en Sucre. Se trata de una estructura organizativa que involucra a varias personas, también adultas, con distintas habilidades.
Los “Wichos” no son los únicos. Están los teams denominados Aster, Resistance y Youngs, conformados solo por varones. Y la Fraternidad Crows (cuervos, del inglés). ¿Chicas? Hay algunas en este último grupo, y también un team solo de mujeres.
La Policía realiza patrullajes cibernéticos y sigue de cerca los flujos de posteos en redes sociales. Así llegó a dos fiestas clandestinas en las que adolescentes consumían alcohol.
¿Quién organizó estas fiestas? Oficialmente, es un secreto que forma parte de la investigación policial de oficio. Pero las fuentes consultadas por este diario aseguran que se trataba de los “Wichos”.
Todo se destapó en marzo por una fiesta en un local de la calle Inca Garcilazo, zona de la Terminal; en junio hubo otra en Khopa K’asa, al este de la ciudad. En la primera había 700 menores de edad, cifra que doblaba la capacidad del lugar alquilado para “un cumpleaños”. En la última estaban, 200 personas, al menos 50 menores de 18 años, algunos incluso de 12 y 13 años.
En la Inca Garcilazo hubo hasta gasificación, desmayados y adolescentes hospitalizados. En la segunda, medio centenar de menores conducidos a las Defensorías y liberados bajo compromiso firmado de sus padres.
¿CÓMO SE ORGANIZAN?
Lo hacen por las redes sociales. Un joven que “pincha” el link ingresa en una sala de WhatsApp con toda la data de las fiestas: fecha, precios, preventa y venta de manillas. Pero sigue siendo efectivo el método “boca a boca” en los recreos, al ingreso a los colegios o a la salida de ellos.
Semanas antes del evento en sí, hay una especie de campaña promocional, de generación de expectativa. Cual si se tratara de un evento artístico masivo, también se lanzan preventas, promociones, descuentos y sorteos de manillas (las entradas a la fiesta).
La más reciente de la que se tuvo noticia, en Khopa K’asa (a un costado de la avenida Marcelo Quiroga Santa Cruz, salida a Cochabamba), la manilla que costaba Bs 30 incluía el transporte de ida y vuelta: los buses partían de la plaza Tréveris.
En vista de las intervenciones de las autoridades, los organizadores de las “fiestas de teams” (o, para algunos, simplemente “teens”) se cuidan más, con invitaciones discretas, empleando un lenguaje sutil; solo en la última parte del proceso –envío de ubicación del evento– apelan al WhatsApp. Pero casi siempre pasan por Instagram.
Solo por concepto de entradas, si una manilla cuesta Bs 30 bolivianos y se venden solo 300, habrá un ingreso de Bs 9.000. Aunque, claro, los egresos incluyen alquiler del local y el pago de un servicio de amplificación.
Pero, la mayor entrada viene de la mano de la venta de bebidas alcohólicas. ¿Cuánto alcohol circula en las fiestas juveniles ilegales?
MÁS MEDIDAS
Otras medidas de seguridad tomadas por los organizadores tienen que ver con la creación solo provisional de salas, o el envío de mensajes con tiempo limitado, algo que se configura desde las aplicaciones de mensajería instantánea.
Los adolescentes que se suscriben a las salas también toman sus recaudos: entran, sacan los datos que necesitan y luego abandonan el grupo.
Un dato más de la fiesta clandestina intervenida en la calle Inca Garcilazo: adultos, se presume que padres de los adolescentes organizadores, pagaron una fuerte multa económica. ¿A quién y por qué concepto?
¿PACTO DEL SILENCIO?
Los menores de edad sorprendidos en estas fiestas, ya sea por cuidarse las espaldas o por temor a represalias de su entorno o de los organizadores, guardan silencio cuando las autoridades intentan indagar para llegar a la raíz de estas celebraciones ilegales.
Constitucionalmente, ninguna persona tiene la obligación de declarar ante las autoridades en el marco de un proceso investigativo. Los menores tampoco están obligados; el procedimiento marca que deben hacerlo, si así lo deciden, en presencia de sus padres o tutores y un abogado.
Los adolescentes sorprendidos en las fiestas de marzo y junio no dijeron nada ante las autoridades que registraron las intervenciones. Pero la Defensoría de la Niñez y la Adolescencia del Distrito 3 presentó una denuncia contra autor o autores del delito de “corrupción de menores”. Ocurrió en abril, ante la Fiscalía Departamental.
BEBIDAS ALCOHÓLICAS
Hace unas cuatro décadas, el consumo y venta de alcohol se encontraba restringido y solo podían acceder a él quienes tenían más de 21 años. “No obstante, el control era bastante laxo y era en las fiestas de colegios donde la situación se descontrolaba”, dijeron fuentes consultadas por CORREO DEL SUR.
Una denuncia: nada en juzgados y rechazo en la Fiscalía
Una denuncia de las Defensorías de la Niñez y la Adolescencia en Sucre fue formalizada en abril de este año ante el Ministerio Público. Tenía que ver con sindicaciones contra cuatro personas –tres hombres y una mujer– por el delito de corrupción de menores tras una fiesta organizada en la calle Inca Garcilazo.
CORREO DEL SUR pasó por tribunales para averiguar en qué estado se encontraba el proceso: el caso no llegó a ninguno de los juzgados de Instrucción en lo Penal.
Entonces, consultó en la Fiscalía Departamental, desde donde se informó que la denuncia fue rechazada por incorrecta tipificación y se está a la espera de una rectificación de la parte denunciante. La fecha de rechazo es el 30 de mayo.
La corrupción de niña, niño o adolescente (artículo 318 del Código Penal) es un delito de orden sexual, algo que no habría ocurrido en las fiestas clandestinas de Sucre.
Si deseas más información puedes suscribirte a nuestros canales oficiales:
- Telegram: t.me/correodelsur
- Correo del Sur: youtube.com/channel/UCIgwkZ2rPCRL1iSJ8SFZMQg
- Correo del Sur Radio: youtube.com/channel/UCYwh3tSpBPcEuukQFKC08pA
También nos puedes visitar en Facebook | Twitter | Instagram