
Nicaragua instaló ayer una nueva mesa de negociaciones para superar de forma pacífica la crisis sociopolítica que vive desde abril, para la que la Organización de Estados Americanos (OEA) se ofreció como garante.
La mesa se estableció entre el Gobierno y la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, sin la participación del presidente Daniel Ortega ni su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, como sí ocurrió en un primer intento fallido de diálogo en mayo.
Las partes aprobaron una hoja de ruta de nueve puntos "que constituye la normativa del funcionamiento de la negociación", dijo sin dar más detalles el nuncio apostólico en Nicaragua, Waldemar Stanislaw Sommertag, quien junto al cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes son testigos del proceso.
El nuncio señaló además que las partes acordaron celebrar hoy, jueves, una segunda sesión en el marco de la mesa.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, anunció que el organismo podría actuar como "garante" del diálogo en Nicaragua, donde considera que es posible alcanzar una "solución nicaragüense" a la crisis que ha dejado cientos de muertos y de detenidos.
Pero indicó que esa "solución nicaragüense" debe seguir la "agenda" de los "valores del sistema interamericano".
Cuando faltaban pocas horas para el inicio de las conversaciones, las autoridades liberaron a 100 manifestantes "que se encontraban detenidos por haber cometido delitos contra la seguridad común y delitos contra la tranquilidad pública".