Básicamente, un Estado es un “país soberano, reconocido como tal en el orden internacional, asentado en un territorio determinado y dotado de órganos de gobierno propios”.
Si vemos a Bolivia, encontraremos que este fue reconocido como país, en el orden internacional, hace mucho tiempo, poco después de haberse fundado. Lo de su territorio es para tratamiento aparte, ya que nació con una extensión de aproximadamente 2.300.000 kilómetros cuadrados que se redujo a menos de la mitad.
La soberanía necesita analizarse desde el punto de vista histórico: Bolivia nació con Estado soberano, puesto que tomaba decisiones sin consultar a nada ni nadie. Salvo el reclamo por Tarija, las Provincias Unidas del Río de la Plata, que después serían Argentina, aceptaron la decisión de Charcas de constituirse en otro país. Perú, por su parte, aceptó de dientes para afuera porque no se resignó a perder el territorio en el que estaba el mayor yacimiento de plata del mundo. Su reclamo pasó a la invasión y quedó zanjado en 1841, con la batalla de Ingavi.
El concepto de soberanía comenzó a ponerse en entredicho a partir del momento en que los gobernantes, mal aconsejados, aceptaron tramitar empréstitos, que suponían intereses. Luis Alberto Echazú, que estuvo vinculado al gobierno de Evo Morales, escribió que “el primer crédito fue contratado en EEUU por 2.400.000 dólares el año 1908, ante los banqueros J.P. Morgan para la estabilización del cambio monetario y el establecimiento del patrón oro de la moneda”. Es incomprensible, cuando no sorprendente, la inexactitud de esos datos porque, por una parte, en 1908 todavía regía el patrón libra esterlina, la moneda en la que se contrataba los empréstitos internacionales, y, precisamente por eso, se autorizó contratar una deuda de 500.000 libras esterlinas mediante ley del 28 de noviembre de 1908. La otra gran inexactitud es que antes de 1908 se contrató otros empréstitos, generalmente con empresarios ingleses. Dos grandes empresarios mineros, José Avelino Aramayo y Aniceto Arce, sugirieron, en 1862, construir una línea de ferrocarril en Bolivia y el congreso aprobó leyes autorizando un endeudamiento de hasta dos millones de libras esterlinas para ese fin. Ese es un ejemplo de los antecedentes de las deudas externas que no siempre estuvieron vinculadas a EE.UU.
En realidad, la deuda externa de Bolivia no estaba vinculada directamente con EE.UU. sino a través de los organismos internacionales de crédito en los que ese país tiene participación, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM), pero resulta que en estos hay otros países miembros. Como sea, el argumento que solía manejarse es que los denominados gobiernos neoliberales no actuaban soberanamente, sino que sometían sus decisiones a la aprobación de Washington.
Desde 2006, y salvando el interregno del gobierno de Añez, Bolivia está gobernado por un partido que se autodefine como socialista y, por lo tanto, contrario al modelo neoliberal. Según datos del gubernamental Banco Central de Bolivia, la deuda externa no ha hecho sino crecer. Así, el saldo era de 4.195 millones de dólares al 31 de diciembre de 2012 pero esa cifra subió a 12.697 millones de dólares al 31 de diciembre de 2021. Como se ve, el incremento de esa deuda es mayor que periodos anteriores, pero eso también es tema de otro editorial.
Bajo la lógica del MAS, los gobiernos bolivianos no eran soberanos porque teníamos deuda con el BID y el BM. Al revisar la composición de la deuda externa, vemos que seguimos debiendo a esos organismos, pero, además, aparecieron nuevos deudores, como la República Popular China, Corea del Sur y Venezuela. ¿Qué tan soberana es la Bolivia de hoy?