SER FEO EN SUCRE
Ser feo en Sucre no es tan grave. Aquí la ciudad te ayuda. Aquí las hamburguesas son baratas. Aquí si te mueves bien, no lo haces tan mal. Aquí todo es blanco, todo es lindo, todo es lento.
Ser feo en Sucre no es tan grave. Aquí la ciudad te ayuda. Aquí las hamburguesas son baratas. Aquí si te mueves bien, no lo haces tan mal. Aquí todo es blanco, todo es lindo, todo es lento. Aquí despiertas y el Dinosaurio todavía está borracho durmiendo a tu lado. Aquí no importa que Ella sea tan bella, tan aérea, tan de otro mundo y tú seas tan feo, tan negrito, tan chiquito, tan de este mundo. Aquí no es Manhattan, Berlín, Florencia, París ni Santiago, pero estás en un lugar mejor que Manhattan, Berlín, Florencia, París o Santiago. Ser feo en Sucre no es tan grave. No es lo mismo que ser feo en Santa Cruz, La Paz, Cochabamba o Potosí, en esos lugares, ser feo debe ser bien feo. En cambio, ser feo en Sucre es algo extraordinario, las mujeres te ven y dicen: “Eres bien feito, pero…” y entonces sabes que la magia de la ciudad te está ayudando y entonces te aferras a ése pero, porque sabes que ése pero te abrirá el camino hacia sus piernas, hacia su pecho, hacia su corazón. No, qué va, ser feo en Sucre no es tan grave, pero creérselo, eso sí que es grave.