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El amaranto criollo se valoriza después de haber sido relegado

Un proyecto de la FAO, Slow Food y Fundación PASOS fomenta la variedad negra, que fue reemplazada por el cultivo de amaranto peruano debido a las ventajas que éste vino representando para los productores en Chuquisaca.

Parcela demostrativa con diferentes variedades de amaranto. FUNDACIÓN PASOS Parcela demostrativa con diferentes variedades de amaranto. FUNDACIÓN PASOS

REDACCIÓN CAPITALES
Capitales / 24/10/2017 05:41

Un proyecto de la FAO, Slow Food y Fundación PASOS fomenta la variedad negra, que fue reemplazada por el cultivo de amaranto peruano debido a las ventajas que éste vino representando para los productores en Chuquisaca.

Un pequeño proyecto ejecutado por el Programa Alianza para las Montañas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Slow Food y Fundación PASOS posibilitó la valorización del amaranto criollo, en especial del negro, después de que fuera relegado con la introducción de variedades de amaranto peruano.

El coordinador estratégico de PASOS, Antonio Aramayo, informa a CAPITALES que las propiedades de los granos bolivianos serían las mismas que las de los externos, aunque recién hace poco se enviaron muestras a la Universidad de Turín, Italia, para que lo confirmen.

Según su explicación, la diferencia está en que el grano introducido (el peruano) se adaptó muy bien a las tierras bolivianas; además, su rendimiento es tres veces mayor al del criollo por el desarrollo de esta producción, por el apoyo y la promoción del producto en el vecino país.

El programa

En 2016, representantes del Programa Alianza para las Montañas de la FAO, Slow Food (asociación que tiene por objetivo promover la buena alimentación, la biodiversidad y las relaciones económicas justas), visitaron la Fundación PASOS con el fin de conocer el cultivo de amaranto (Amarantus caudatus), sus usos y el aprovechamiento en la alimentación por la población de Chuquisaca Centro. Luego, vieron por conveniente trabajar en la valorización del amaranto criollo, informa a CAPITALES el coordinador estratégico de PASOS, Antonio Aramayo.

Las instituciones citadas hicieron varias gestiones en Italia, país que invitó a PASOS a participar de la Feria Mundial Terra Madre, donde pequeños productores campesinos de los Andes exponen sobre la producción de amaranto nativo.

De esa forma, se suscribió un convenio entre las tres instituciones para promover la valorización de algunas variedades autóctonas del amaranto boliviano y de la biodiversidad en los tres municipios donde trabaja la Fundación PASOS en Chuquisaca Centro: Sopachuy, Alcalá y El Villar.

Asimismo, se logró que un importante número de productores conozcan y amplíen las buenas prácticas de cultivo que mejora la producción de amaranto nativo y se contribuyó a que las familias productoras cuenten con elementos nuevos orientados a mejorar ese cultivo, que en el futuro puede ser fuente de nuevos ingresos y una alternativa para hacer frente al cambio climático.

“Las relaciones promovidas desde este proyecto permitieron afianzar el tejido social local a través de intercambios entre productores en diferentes eventos vinculados a la revalorización de las variedades locales de amaranto y su cultivo”, asegura Aramayo a este suplemento.

Encuentro de mujeres

Comenta además que los encuentros de mujeres para llevar adelante diferentes análisis sobre biodiversidad y prácticas de elaboración de alimentos también fueron determinantes para que los diferentes grupos se relacionen, valoren otras experiencias y asimilen nuevas prácticas para una mejor alimentación.

Así, desde noviembre de 2016, técnicos de la Fundación PASOS junto con productores de los tres municipios dedicados al cultivo del amaranto convencional analizaron la situación de la disminución de la biodiversidad y de los cultivos nativos y decidieron llevar adelante acciones para su recuperación mediante la recolección de semilla de amaranto criollo negro (pocas familias cuentan con pequeñas cantidades de semilla, puesto que su cultivo queda relegado a los bordes de las parcelas y sólo lo hacen algunos productores, generalmente, los de mayor edad).

La reducida cantidad de semilla se distribuyó entre 21 familias de siete comunidades de Sopachuy, Alcalá y El Villar, para su siembra en los meses de diciembre y enero. La humedad proporcionada por las lluvias, aunque pocas, ayudaron en la germinación de las semillas y el desarrollo del cultivo.

Durante el desarrollo del cultivo y la época de cosecha, PASOS proporcionó asistencia técnica a las familias productoras con labores culturales específicas de cada época, en punto óptimo de cosecha, cosecha y poscosecha de amaranto; evaluación de las parcelas demostrativas y evaluación de la campaña de producción de amaranto criollo negro.

Relacionamiento continuo

Aramayo dice que los técnicos sostuvieron un relacionamiento continuo con las familias participantes del proyecto, a las que visitaron en varias oportunidades. Se realizaron inspecciones a las parcelas de cultivo e identificaron los problemas que se presentan en los cultivos para analizar su origen con el fin de resolverlos, añade él.

Según el Coordinador Estratégico de PASOS, los problemas que más se presentaron fueron las enfermedades fungosas. Para su tratamiento utilizaron insumos locales elaborados con apoyo de los técnicos. En consecuencia, el uso de los productos caseros permitió que la mayor parte de las parcelas culmine el ciclo de producción adecuadamente.

“En la capacitación de cosecha y poscosecha recomendaron la cosecha manual selectiva con tijera de podar, para evitar que las partes de la panoja con granos no maduros sean recogidas. En esta tarea se requiere un importante número de mano de obra, pero se obtiene mayor cantidad de grano maduro; al tratarse de una pequeña superficie cultivada, valió la pena seguir con esta práctica”, asegura Aramayo.

Prácticas

Se realizaron prácticas sobre el proceso de secado y la utilización de trilladora mecánica de amaranto.

“Fueron muy valoradas porque permitieron alcanzar mejores resultados. Los talleres de capacitación técnica se realizaron en comunidades y se invitó a todas las familias para que se capaciten. En total fueron más de 180 productores”, detalla Aramayo a CAPITALES.

Rendimiento y mercados

En las pequeñas parcelas que destinaron las familias para el cultivo de amaranto se obtuvo un rendimiento diferenciado de entre 300 y 720 kilos por hectárea. Las diferencias se deben principalmente a que durante el primer periodo de cultivo las lluvias cayeron con gran irregularidad, ocasionando una disminución severa de la cosecha en las parcelas más afectadas. “Sin embargo, pese a que no tuvieron un tratamiento especial, el rendimiento en parcelas resultó menos afectado y se aproximan a los que se obtiene con el amaranto convencional”, explica.

Una parte del grano cosechado fue enviado a la empresa Irupana, de La Paz, para que realice pruebas de productos que podrían ser interesantes para el mercado nacional. Y otra se distribuyó entre las asociaciones que transforman este grano en productos destinados al mercado local y regional, entre ellos los programas municipales de alimentación escolar.

Las pruebas realizadas con el amaranto negro posibilitará establecer las cualidades de esta materia prima en la obtención de nuevos productos procesados para el mercado.

Aramayo especifica que el grano también fue destinado a la realización de talleres de preparación de alimentos nutritivos con productos locales, que tienen lugar con grupos de personas de comunidades y están a cargo de Educación Alimentaria Nutricional de la Fundación PASOS.

 

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