La chola chuquisaqueña
La pollera, como símbolo icónico que se mantiene desde la época de la Colonia, tuvo sus variaciones a lo largo del tiempo y hoy, lejos de haber perdido su identidad, miles de mujeres bolivianas la lucen
La pollera, como símbolo icónico que se mantiene desde la época de la Colonia, tuvo sus variaciones a lo largo del tiempo y hoy, lejos de haber perdido su identidad, miles de mujeres bolivianas la lucen con orgullo a lo largo y ancho del país.
La enagua atisbando debajo de la amplia pollera que llega hasta la cintura, donde se ciñe en un fino plisado acompasando el movimiento de las caderas, y la manta —accesorio inseparable—, hacen en conjunto un elegante atuendo que se porta con garbo y elegancia.
En el pasado, la chuquisaqueña era la chola más fina, elegante y delicada. Se la distinguía por la donosura con que llevaba ricamente sus elegantes prendas y por las joyas que acompañaban sus vestidos en las ocasiones especiales. Desde lejos se notaba que aquella era una chola chuquisaqueña.
La manta, de seda y con flecos delgadísimos, le daban movimiento y mayor delicadeza. La blusa, abundante en encajes finos; y mientras más encajes, más elegancia, en todo momento sobre una fina tela de seda. Los plisados de la larga pollera soltándose desde la cadera y, al centro, sobresaliendo la punta de encaje como un pequeño borde blanco.
El hecho de mostrar la enagua premeditadamente siempre ha sido parte del coqueteo de la chola de los viejos tiempos y de los actuales.
La combinación no es un detalle menor. Un pañuelo blanco iba agarrado al borde de la cintura de la pollera. La chola calzaba botines con un poco de taco que le permitían caminar con gracia y meneando la amplia pollera en un grácil vaivén.
Todos estos, apenas unos pocos detalles que componen la expresión más antigua y mejor preservada de las costumbres y el vestuario de salón de La Plata, actual ciudad de Sucre.
ECOS preparó especialmente una selección de prendas para esta sesión fotográfica, saliendo al rescate de la tradición de la pollera con la belleza de nuestros días.