Moss, ciudadano global comprometido

Michael Moss es un gringo alto, de mirada amable, cuyo cabello ya empieza a canar. Sonríe con facilidad y no habla casi nada de castellano. A simple vista parece un turista de paso por la ciudad...

Moss, ciudadano global comprometido Moss, ciudadano global comprometido

Mónica Calabi
Ecos / 19/03/2016 14:05

Michael Moss es un gringo alto, de mirada amable, cuyo cabello ya empieza a canar. Sonríe con facilidad y no habla casi nada de castellano. A simple vista parece un turista de paso por la ciudad, pero este granjero orgánico norteamericano llegó a Sucre para compartir sus conocimientos a través de la Fundación The Bonfire Collective.

Activista, defensor de grandes y pequeñas causas, tiene por tío a uno de los fundadores de Greenpeace. Y su padre marchó junto a Martin Luther King por los derechos civiles. Moss actualmente desarrolla un proyecto de agricultura en Morado Qasa, una comunidad cercana a Tarabuco.

El granjero orgánico

ECOS. ¿Desde cuándo eres granjero orgánico?
Michael Moss (MM). Desde hace 20 años. Durante este tiempo hice todo lo que puede hacer un granjero orgánico. Me especializo en frutas y vegetales; crío cabras para hacer leche y queso; he tenido gallinas, pavos y casi todos los animales que puedas imaginar. Actualmente tengo una granja de 64 acres (26 hectáreas) en la frontera entre Oregón y California. Compré mi propia granja con la ayuda de mi padre, en 2001.

ECOS. ¿No vas contra la corriente cuando en tu país predomina la industrialización del agro?
MM. En Estados Unidos, como en casi todo el mundo, las granjas familiares están siendo reemplazadas por grandes corporaciones de agricultura industrial a las que solo les interesa la ganancia. Las granjas familiares con conocimientos prácticos para sobrevivir —como conservar las semillas, cuidar a los animales y ser el centro de sus comunidades— están siendo reemplazadas por estas corporaciones, que son contaminadoras de nuestros ríos, arroyos y océanos.
También son un peligro porque desarrollan semillas genéticamente modificadas y usan químicos cancerígenos en su producción. Cuando una gran corporación industrial entra en una comunidad, esta colapsa y la tierra queda destruida. Por eso soy parte de un programa que enseña a la siguiente generación de granjeros jóvenes todo lo que necesitan saber para tener éxito al empezar sus propios negocios como granjeros.
La fundación

ECOS. ¿A qué se dedica tu fundación?
MM. The Bonfire Collective (www.bfire.org) fue fundada por mi mejor amigo y socio en Estados Unidos, Zac Jasper-Miller. Hacemos consultorías en EEUU y en el exterior planteando soluciones creativas. El propósito de la fundación es crear un movimiento global por justicia y equidad; sentimos que lo podemos hacer dando soluciones locales a problemas cotidianos, sobre todo relacionados a la agricultura.
The Bonfire Collective tiene el sueño de crear una red de granjas y localidades alrededor del mundo que estén comprometidas con sistemas de alimento para toda la comunidad, justicia social y solidaridad intercultural. En los siguientes tres o cuatro años tendremos una escuela en nuestra granja donde enseñaremos todas las herramientas y técnicas necesarias para convertirse en ciudadanos globales activos y comprometidos.

ECOS. ¿De dónde provienen los recursos económicos de la fundación?
MM. Actualmente todos nuestros recursos económicos vienen de donantes privados y de nuestros propios bolsillos. No aceptamos dinero de ninguna fuente que no tenga en su agenda la solidaridad global y el deseo de usar sus ganancias y recursos para la gente menos favorecida.
En Chuquisaca

ECOS. ¿Qué objetivos persigue The Bonfire Collective en su trabajo en Chuquisaca?
MM. Trabajamos en la comunidad de Morado Q’asa (cerca de Tarabuco, ver foto de la derecha), que conocí gracias a Maritza Valdez, directora del programa “Biblioworks” (que lleva bibliotecas y escuelas a comunidades rurales). Morado Q’asa tiene problemas económicos y de agricultura; entonces, propuse un sistema acorde a su cultura que puede ayudar a la gente a aumentar la producción de alimentos para consumo y venta. Esperamos que con nuestro proyecto la comunidad deje de usar fertilizantes químicos, lo que aumentará los beneficios en la salud, ahorrará dinero y protegerá el agua de la contaminación.
Podrán reaprender técnicas de conservación de semillas de cosecha a cosecha, lo cual ya no es muy frecuente. Eso permitirá que las capacidades agriculturales crezcan a su propio ritmo. Paralelamente, la nutrición en la comunidad aumentará debido a la gran cantidad y diversidad de cultivos, por lo tanto, el pueblo prosperará.

ECOS. ¿En qué consiste el trabajo en Morado Q’asa?
MM. Centramos nuestra labor con las madres de la comunidad, porque tienen mayor interés y habilidades para colaborar en nuestro proyecto. Les dimos semillas orgánicas. Ellas tenían los terrenos y sabían cómo cultivar plantas saludables en ese clima y altura. The Bonfire Collective puede enseñar cómo guardar semillas y aplicar prácticas orgánicas para que el proyecto se desarrolle a través del tiempo.
Compartimos información sencilla, por ejemplo cómo ubicar a las plantas, los días de cosecha, técnicas de conservación de semillas, formas de mejorar el suelo orgánicamente, etc. El proyecto podría expandirse con suerte a otras comunidades. La idea es que ellos se conviertan en maestros y compartan esta información, tan simple y útil, unos con otros.
Nelly, nativa de una comunidad próxima a Morado Q'asa, es nuestro nexo e intérprete de las enseñanzas sencillas que comparto con la gente. Junto con Maritza documentarán nuestros éxitos y fracasos para que continuamente podamos hacer ajustes. De esta forma imitamos a la naturaleza y la agricultura. El objetivo es que esto continúe y en poco tiempo The Bonfire Collective se vuelva innecesario.
El activista

ECOS. ¿Define qué es ser activista?
MM. Soy un activista, pero creo que el mundo está lleno de activistas, aunque muchos no sepan que lo son. Un activista es cualquiera que usa su energía física, emocional o intelectual para crear un cambio. Hay los que se enfocan en asuntos globales y se vuelven muy famosos por su trabajo, pero hay otros involucrados en problemáticas locales, aunque no sean reconocidos por su esfuerzo.
Ninguno es más importante que el otro. Para crear un cambio positivo en este mundo necesitamos que todos trabajen de la manera en la que se sientan cómodos. Trabajar por el cambio climático es importante, pero también necesitamos gente que haga cosas en sus comunidades por el acceso igualitario a la educación, agua limpia, comida saludable y demás.
Estos diferentes niveles de compromiso con la comunidad global, o con algo importante para ti, te hacen activista. Son diferentes piezas del mismo gran rompecabezas.

ECOS. ¿En qué temáticas desarrollas tu activismo?
MM. He estado comprometido en temas grandes y pequeños. Trabajé por la justicia medioambiental y justicia social; luché contra la brutalidad policial en las calles; combatí por salvar algunos de los últimos bosques ancestrales de secuoyas en EEUU; peleé para que termine la caza ilegal de leones de montaña (pumas). He trabajado por detener la práctica institucionalizada del racismo en contra de agricultores indocumentados; hice campañas por el acceso igualitario a la comida saludable; por la liberación y trato justo de presos políticos… Y la lista sigue.

ECOS. Seguro que viviste situaciones extremas por eso…
MM. Si miras alrededor, la gente arriesga sus vidas y muchas veces las pierde por solo decir su opinión en voz alta sobre un tema no tan popular. Yo me arriesgue muchas veces, como cuando defendí uno de los bosques más ancestrales y salvajes que hay en el Estado de Oregón, llamado “The Kaleopsis Wilderness Area”, de la tala a partir de cambios a la ley que se hicieron en el mandato de George W. Bush.
Nuestra comunidad (de activistas) decidió usar todos sus recursos y atraer toda la atención posible para detener la tala. Físicamente teníamos que impedir que entren leñadores y con eso arriesgarnos a ir a la cárcel, salir heridos y potencialmente perder la vida. Peleamos toda una primavera y un verano, hicimos un bloqueo usando cuerdas, personas y barriles llenos de cemento para evitar que camiones leñadores entrasen.
Cuando llegó la Policía para sacarnos yo estaba en una plataforma suspendida por encima del camino. Arrestaron a todos los que estaban abajo y yo me negué a bajar. Cortaron la cuerda que sostenía la plataforma y caí. Salí ileso, pero estuve un tiempo en la cárcel.
En otra oportunidad me dispararon con balas químicas y luego me golpearon en una protesta en contra de Bush. En EEUU, así como en muchos lugares del planeta, estar en desacuerdo es ilegal cuando el Gobierno decide que pueden salirse con la suya y romper las leyes para su propio beneficio e interés.

Este activista, defensor de grandes y pequeñas causas, tiene por tío a uno de los fundadores de Greenpeace. Y su padre marchó junto a Martín Luther King por los derechos civiles.

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