Vacuna contra la tuberculosis
Uno de los aspectos que mayor controversia ha generado siempre en tuberculosis es la vacunación. La vacuna actualmente disponible es la BCG, que es una cepa de M. bovis atenuada a principios de siglo por los doctores...
Uno de los aspectos que mayor controversia ha generado siempre en tuberculosis es la vacunación. La vacuna actualmente disponible es la BCG, que es una cepa de M. bovis atenuada a principios de siglo por los doctores Calmette y Guerin; de allí su nombre.
Excluyendo situaciones excepcionales de inmunocompromiso severo, especialmente por VIH, en las cuales debe evitarse la vacunación, la BCG no es patógeno para el hombre pero sí tiene la antigenicidad suficiente para lograr inmunidad protectora contra la tuberculosis.
A pesar de la controversia, no se discute que la BCG protege contra las formas graves de tuberculosis, particularmente en niños. Aunque hay menos acuerdo, la mayoría de las investigaciones comparables con nuestras condiciones indican que la vacunación también disminuye las demás formas de tuberculosis y, por tanto, produce una disminución de la incidencia de la enfermedad. Se recomienda, de acuerdo con el Programa Nacional de Tuberculosis, la vacunación de todos los recién nacidos. Cualquier menor de 15 años debe ser vacunado si no lo está.
La BCG se suministra en forma gratuita en cualquier institución del sistema de salud, subcutáneamente. Las condiciones de producción, transporte, conservación y aplicación de la BCG se encuentran en el Manual de Normas del Programa Nacional de Tuberculosis.
Normalmente, 24 a 48 horas después de su aplicación de la vacuna, en el lugar de su postura, aparece una pápula que entre la 2a y 4a semanas se convierte en una úlcera indolora pequeña que cura espontáneamente entre 6 y 12 semanas después de la aplicación, dejando una cicatriz.
La infección agregada de la lesión vacunal puede retardar la cicatrización, pero no requiere más que una buena limpieza permanente para su curación. La vacunación con la BCG es una primoinfección inducida y como tal produce crecimiento ganglionar regional, generalmente no aparente.
Cuando el crecimiento ganglionar es desmedido se denomina “linfadenitis postvacunal” y no “becegeítis”, como erróneamente se le llama a veces. Esta linfadenitis comúnmente no es supurativa, no requiere ninguna intervención y desaparece antes de un año.
Excepcionalmente se requiere cirugía con resección de los ganglios y los trayectos fistulosos. Cuando hay supuración, algunos aconsejan la utilización de antifimicos (H y R) por 6 meses, si bien algunos estudios parecen corroborar que no hay ventaja de dar fármacos antituberculosos sobre no darlos.
La verdadera becegeítis es la diseminación, hasta el momento invariablemente fatal, del BCG, que sucede en individuos con inmunosupresión severa. Obviamente, se debe evitar la vacunación en estos individuos.