“Si se hace una película basada en mi libro, bailaría en una pata”
Acaba de llegar. Parece un hombre con múltiples ocupaciones. Se baja del taxi, saluda y nos invita a entrar en su oficina. Lo hace rápido. Llega a su escritorio y toma en sus manos un ejemplar de “El noveno pasajero”...
Acaba de llegar. Parece un hombre con múltiples ocupaciones. Se baja del taxi, saluda y nos invita a entrar en su oficina. Lo hace rápido. Llega a su escritorio y toma en sus manos un ejemplar de “El noveno pasajero”, el libro que escribió su esposa Mariela Llanos y donde cuenta cómo enfrentó el accidente aéreo del que salió con vida. Ya quiere empezar la entrevista. Dice que los comentarios de los primeros lectores de su libro fueron muy buenos…
(Más adelante revelará que pudo no haber estado en el vuelo 238, que se cambió de asiento en pleno avión y que los rescatistas creyeron que era un pescador más del lugar, luego de verlo desde el aire un día antes de que fuera encontrado).
ECOS. ¿Querían contar su historia en un libro desde un principio?
Minor Vidal (MV). En un principio, no teníamos mucha intención; obviamente, estábamos más preocupados por mi recuperación. Y luego, entre charla y charla, surgió la idea. Mi esposa me dijo: “¿qué te parece si grabamos (todo lo ocurrido)?”. Todo estaba fresco.
ECOS. ¿Cuándo empezaron?
MV. Después de haber salido del hospital. Recién ahí comenzamos a grabar y ahí salió la idea de escribir. Pero, más que todo, (esto) ha sido (posible) gracias al impulso de la gente, que nos decía que teníamos que escribir la historia, que valía la pena. Hemos sido muy cautelosos, no hemos querido sacar a la luz muchas cosas (…) Por respeto a los fallecidos y a los familiares, no hemos querido contar muchas cosas.
ECOS. ¿Se acuerda todo lo que ocurrió aquel día?
MV. Justamente, en el libro está todo. Desde que me levanté (de la cama), me fui a la oficina, todo el detalle… Son muchas cosas que sucedieron. Tuve que postergar tres veces el vuelo.
ECOS. ¿Tres veces?
MV. Sí. Todos los meses iba a Santa Cruz a hacer mis informes de ventas, sobre los resultados alcanzados. Y, obviamente, como no habíamos terminado —no sabría decirte por qué, se hizo larga la reunión—, mi jefe me dijo: “agarra (el teléfono) y posterga tu vuelo para la una”. (El vuelo) era para la mañana, para las diez de la mañana. Después me dijeron: “no, no vamos a terminar. ¿Sabes qué? Hazlo (postergar el vuelo) para las tres de la tarde”. Segunda postergada (…) Volví a la una, “no, nuevamente posterga tu viaje. ¿Sabes qué? Para que no estemos postergando y postergando, hazlo (postergar) para el último vuelo”. Y ahí fue la tercera.
ECOS. Al final, ¿partió a las seis de la tarde?
MV. El vuelo salió de Santa Cruz a Trinidad a las seis de la tarde. Se tarda una hora en llegar de Santa Cruz a Trinidad, vía aérea. Obviamente, no es a causa de eso que fue el accidente, pero son cosas extrañas que vale la pena mencionarlas. Tomé el vuelo (y estaba todo) normal. También está en libro… hasta cambié de asiento.
ECOS. ¿No era ése (el asiento número 9)?
MV. No (…) Como son dos filas de asientos nada más (los que hay en ese tipo de aviones), yo estaba (sentado) en la mano derecha. Como el sol me daba en la cara, me cambié a la mano izquierda. Entonces, imagínate: cuando ocurrió el impacto el avión se hizo trizas, hasta el asiento donde tenía que haber estado.
ECOS. ¿Qué estaba haciendo antes de eso? ¿Suele dormir durante los vuelos?
MV. Suelo dormir… Estaba tranquilo y ahí nomás sucedió todo.
ECOS. ¿Cuándo se dio cuenta de que algo no estaba bien?
MV. Todo fue así: de repente, sin ningún aviso, sin ningún tipo de señal, nada (…) Fue el choque y listo. Nada más.
ECOS. ¿Alguien gritó?
MV. Nada. Todo ocurrió ese rato.
ECOS. Luego de que cayó el avión, ¿se desmayó?
MV. En mi caso, no. No perdí en ningún momento la conciencia. No me desmayé, nada.
ECOS. ¿Y dónde sintió el golpe?
MV. En todo el cuerpo, en la parte de las costillas, en la parte izquierda. Todo.
ECOS. ¿Hubo alguna instrucción del piloto antes?
MV. Solo nos dijeron que ya estamos llegando a Trinidad. Todo estaba normal. Obviamente, esos segundos parecieron una eternidad.
ECOS. ¿Qué es lo primero que escuchó después? ¿Un grito, alguien pidiendo ayuda?
MV. Solo sentí un golpe y, de ahí, todo el movimiento del avión, los golpes. ¿Has visto cómo quedó el avión? El avión quedó volcado. Yo caí de cabeza (muestra una imagen de la nave destrozada que incluyó en su libro). Este tipo de aviones vuelan a más de 350 kilómetros por hora, a más de 400 (…) Lo que tengo en las costillas (fracturas), lo que tengo de la cabeza, el omoplato roto y los pulmones… no es nada. Sinceramente, no podría quejarme de lo que me ha pasado por la forma en que quedaron los otros cuerpos.
El simple hecho de que hayan perdido la vida… no corresponde que yo me esté quejando. Más bien, tengo que agradecer en todo sentido que sigo vivo.
ECOS. Entonces, ¿dio vueltas el avión?
MV. Como torbellino (…) En el libro hay partes (que se muestran) del avión. Te das cuenta qué es lo que ha pasado. Ahí ves la magnitud del accidente. Hasta yo no creo todo lo que ha sucedido. Ha quedado completamente destrozado. No sirve para nada el avión. Mira en esta foto (muestra una imagen de su libro), es un hueco, un túnel, en medio de los árboles.
ECOS. No hubo nadie para ayudarlo…
MV. Nadie. Todos fallecieron.
ECOS. Imaginamos que preguntó si había algún sobreviviente más al margen de usted...
MV. Claro, obviamente, pedí ayuda, estaba completamente encerrado dentro del avión. No sabía qué es lo que estaba sucediendo. Era de noche, no veía nada. Entonces, pedía ayuda, pero nadie me escuchaba. Sí, escuché algunos gemidos, algunas quejas de las personas (…) Eso fue la parte más dramática y traumática.
ECOS. ¿Había gente con vida?
MV. Aparentemente, pero eso duró unos cinco a diez minutos (…) De ahí, era un silencio total.
ECOS. ¿Estaba todavía con su cinturón puesto?
MV. Estaba con mi cinturón. La herida de mi cabeza fue por eso. Como caí volcado, yo estaba cabeza abajo. Por instinto me aflojé el cinturón y ahí caí de cabeza. Y ahí es donde me he hecho la herida.
ECOS. ¿Cuánto tiempo le tomó salir del avión?
MV. 16 horas.
ECOS. ¿Tanto?
MV. Claro. El accidente fue a las siete de la noche y yo recién logré salir a las diez y media (de la mañana siguiente). Obviamente intentaba de una y otra manera. Por eso te digo: el libro es entretenido, tiene de todo, tiene drama… Es un libro que te va a atrapar (…) En ningún momento hemos contado a detalle todo lo que se cuenta en el libro.
ECOS. Luego de que logró salir, ¿pudo ver cómo estaba?→
MV. En realidad, toda la parte izquierda del tórax, el tórax superior, no podía mover. Tenía cinco costillas rotas (se enteró de eso después). De las cinco, tres tenían triple factura: perforaron mi pulmón. El pulmón izquierdo dejó de funcionar. Tenía la herida de la cabeza, que sangraba todo el tiempo, tenía el omoplato roto…
ECOS. ¿Cómo detuvo la hemorragia?
MV. En realidad, no detuve la hemorragia. Obviamente logré limpiar algo. De una de las ropas que encontré, una chamarra, de esas rompeviento, que tenía una malla, la rompí y me la puse como máscara, para espantar los mosquitos, para que no entren a mi cabeza y no se infecte (la herida). Pero, como dijeron los médicos, gracias a eso, un poco, se redujo la hemorragia. Ya en las tres operaciones que tuve, en las tres sacaron larvas.
ECOS. Imaginamos que fue duro ver los cuerpos…
MV. Sí. Me di cuenta cuando salí del avión y vi todo, todo el desastre. Y ahí fue donde entré en shock. Me quedé completamente paralizado. No sabía qué hacer. Me quedé en silencio total (…) Después dije: “no me queda otra que ver cómo sobrevivir”. Y cambié totalmente el chip (…) No me quedé con la idea de “qué ha pasado, por qué, por qué…”. Dije: “tengo que ver la manera de salir para que la gente me encuentre”. Estamos hablando de que estaba en un monte completamente tupido.
ECOS. ¿Tenía idea de dónde estaba?
MV. Más o menos. Al momento de llegar (…), el piloto dijo que ya estábamos cerca, a diez minutos de Trinidad. Al momento de dar los virajes, (el avión) pasó por Trinidad. Entonces, yo sabía que estábamos cerca.
ECOS. ¿Cuándo dijo: “me voy de aquí”?
MV. Al día siguiente. No aparecía nadie. Veía los helicópteros, aviones, todo lo demás, pero nada…
ECOS. ¿Cuántas horas caminó?
MV. Más o menos he debido caminar… a ver, salí a las seis de la mañana… en realidad, casi todo el día. De rato en rato descansaba (…) Tres fueron los motivos por los cuales salí: los cuerpos estaban en estado de putrefacción —ya, obviamente, iban a llamar a los animales salvajes, los que vi en la segunda noche—; no había agua, me moría de sed. Y era temporada de chaqueo. En esa zona, cuando existen chaqueos es peor que sauna. Estamos hablando de unos 38, 40 grados, más el humo y todo lo demás (…) Y el lugar era tupido. Pasaban los aviones, yo los veía, pero las ramas de los árboles no te daban una vista accesible. Por eso me planteé un objetivo: salir de ahí, ir a algún lugar donde me puedan ver (…) Por si acaso, el avión no fue encontrado por los militares, como se dijo (…) Fueron los pescadores.
ECOS. ¿Qué estaba haciendo antes de que lo encontraran?
MV. Estaba caminando, todo el tiempo estaba caminando. Lo que sucede es que… tú ves las imágenes del avión y dices: “aquí no hay ninguna persona viva, todos están muertos”. Cuando yo llegué a la laguna, a esa misma hora encontraron el avión. Entonces, obviamente los helicópteros, avionetas aparecieron. Comenzaron a volar bajo, yo hacía señales, veía los botes.
Yo sé que ellos también me vieron, pero obviamente todos pensaban, como me lo dijeron, la verdad, “es uno (más) del lugar”. Has visto en el video cómo estaba. Entonces (dijeron) “este es un pescador más”. Cuando me rescataron yo pregunté, porque uno de los helicópteros me saludó, me vio, “¿por qué no bajaron a rescatarme?”. Entonces ellos (lo) reconocieron: “Es que a esa hora encontramos el avión y pensábamos que usted era un pescador o uno del lugar” (…) Eso fue un día antes. Entonces, yo decidí seguir caminando.
ECOS. ¿Habría aguantado caminando un día más?
MV. No sabría decirte. Muchos me han dicho que no, por mis fracturas (…) El doctor me ha dicho: “un día más y ya no estás”. Pero, como te digo, desde el principio hasta el final fue un milagro. Gracias a Dios estoy aquí.
ECOS. ¿Cómo fue la recuperación?
MV. He estado un mes en el hospital. En dos oportunidades, he entrado en terapia intensiva. No fue nada fácil (…) El problema era uno de mis pulmones, que dejó de funcionar (…) Ahorita mis costillas están llenas de alambres (risas).
ECOS. Pero sabemos que tiene otras fracturas…
MV. Me gusta la naturaleza, estar en contacto directo con la naturaleza, y me gustan, de cierta manera, los deportes que están en contacto con la naturaleza (…) He tenido algunos accidentes. Recién nomás, hace unos cuatro meses, he tenido una caída en bici. Me fracturé la clavícula, la cadera (…) Pero si te gusta lo que haces, hazlo: que nadie te diga que no puedes hacerlo. Con ese pensamiento, todo lo que te plantees lo vas a conseguir. Yo sé que el día de mañana va a haber gente que te va a decir que “no, no puedes, cómo vas a hacer eso”, pero si te metes en la mentalidad que puedes, tú puedes. Y eso lo que queremos mostrar en el libro. Si uno nunca pierde la esperanza, consigue lo que quiere.
Todo depende de dos cosas muy importantes: las decisiones y la actitud (…) Si tienes una actitud negativa, obviamente eso no te va a ayudar. En el libro tratamos de demostrar que en los peores momentos siempre hay una salida. Es lo que he hecho, yo he tomado un sinfín de decisiones. No es que he caminado en una línea recta: iba de un lugar a otro, buscando el mejor camino, y de eso se trata la vida, de buscar el mejor camino. Siempre vamos a tener tropiezos, pero eso no quiere decir que no tengamos que seguir adelante. Más bien, las cosas malas, estos problemas o esas murallas que se nos presentan adelante, nos sirven para que el día de mañana, cuando se presente un acontecimiento similar o un problema igual, nos ayuden a mejorar a futuro.
ECOS. ¿Todo este trance le dejó algún problema psicológico?
MV. Nada. Las ocho personas que han muerto habrían dado todo por estar en mi lugar; no valdría la pena estar encerrado o lleno de traumas. Creo que es una oportunidad de disfrutar más la vida. Sigo siendo el mismo Minor, lo único diferente es que disfruto más la vida, aprovecho más el tiempo, estar con mi familia.
ECOS. ¿Tiene miedo a volar?
MV. Al contrario, después del accidente comencé a volar más por diferentes motivos, hasta para dar charlas por el accidente, para hablar las cosas que he aprendido del accidente y cómo me están ayudando hoy en día.
ECOS. ¿Se propuso dar más charlas de ese tipo?
MV. Sí, no quiero cambiar el mundo pero por lo menos llegar con un mensaje adecuado a la gente.
ECOS. ¿Por qué debería leer la gente su libro?
MV. No se van a arrepentir, les va agradar de principio a fin, Dios quiera que pueda enseñar muchas cosas a las personas. De este evento, puedes aprender mucho. Algunas personas que han leído el libro quieren hacer un grupo y tener una conferencia conmigo, porque quieren aclarar algunas dudas.
ECOS. ¿Una película en el futuro, quizás?
MV. Bailaría en una pata. Si se da, ¡excelente! Muchos me han dicho: “tu historia es como para una película” (…) Lograr que este libro salga fuera de Bolivia, creo que sería un paso gigantesco. Dios quiera que sí. Pero ahora queremos que lo conozcan a nivel nacional. •
“El noveno pasajero”
El 6 de septiembre de 2011, el vuelo 238 de Aerocon se estrelló en la selva beniana, poco antes de aterrizar.
El único sobreviviente fue Minor Vidal. La tripulación y el resto de los pasajeros, que sumaban en total ocho, murieron.
El chuquisaqueño nunca antes había contado su historia, desde que ocurrió aquella tragedia.
Decidió hacerlo seis años después en un libro, “El noveno pasajero”, que escribió su esposa, Mariela Llanos, y fue presentado el pasado 27 de enero en Sucre.