¿Son reales los “dolores de crecimiento”?
De un tiempo a esta parte, Yamil, de siete años, despierta en las noches llorando y quejándose de un fuerte dolor en las piernas. Como no es la primera vez que pasa su padre tiene listo un ungüento con el que le...
De un tiempo a esta parte, Yamil, de siete años, despierta en las noches llorando y quejándose de un fuerte dolor en las piernas. Como no es la primera vez que pasa su padre tiene listo un ungüento con el que le masajea las piernas durante un buen rato; luego, le coloca unas medias de lana largas y finalmente, el niño se duerme. Tres días después se repite la misma escena, así que deciden llevar al niño al pediatra para saber que le está pasando.
¿Ha pasado por algo similar alguna vez? Muchos de los que responden que sí atribuyen esos malestares al dolor de huesos o a los “dolores de crecimiento”. Pero, ¿esto es posible?
El crecimiento no duele
El director del Hospital del Niño de Sucre, Gonzalo Medina, comenta a ECOS que la experiencia médica establece que el crecimiento no duele porque, si así fuera, los dolores se tendrían que sentir desde el nacimiento hasta los 20 años, aproximadamente, que es la edad en la que una persona deja de crecer.
Sin embargo, a nivel mundial se dice que aproximadamente el 40% de los niños y niñas padecen dolores de huesos u otros, en la primera infancia, entre los 3 y 5 años de edad, y más adelante entre los 8 y 12 años.
Medina explica que el crecimiento no es constante, sino que hay periodos en los que se acelera y otros en los que se frena. “Una fase de crecimiento se puede observar en la ropa que va quedando pequeña”, complementa.
Sostiene que cuando un niño comienza a hablar, comunica todo lo relevante que le pueda estar ocurriendo. A veces, se queja de dolores de estómago o de cabeza, molestias que son normales, se sienten pero no son relevantes porque las sufren todos en general.
Entre los dos y seis años suele quejarse de dolores en la parte delantera de los muslos, en las pantorrillas, en las rodillas o detrás de ellas, lo que habitualmente se califica como “dolores de crecimiento”.
“Cuando un niño se queja de dolor de huesos todas las personas utilizan la frase ‘no te preocupes, estás creciendo’. Este sería el motivo por el cual se ha quedado con el nombre de ‘dolores de crecimiento’”, añade el galeno.
En esta situación los tendones, los músculos y las articulaciones sufren una especie de estiramiento porque son sometidos a una mayor tensión a la que estaban acostumbrados. Esa tensión podría producir dolor, pero “el crecimiento no duele”, aclara el profesional.
“Dolor de huesos”
Según Medina, a las sobrecargas, equivocada y frecuentemente, la gente denomina “dolor de huesos”.
Explica que los niños a medida que crecen son más activos, no miden sus fuerzas y hacen cosas que normalmente no deberían hacer, sometiendo a sus tendones, músculos y articulaciones a tensiones excesivas, que producen pequeños daños en esos sectores.
En su mayoría son lesiones pequeñas que mientras los niños están activos producen molestias. Los dolores suelen aparecer, por ejemplo, cuando el niño despierta después de un descanso porque los mecanismos de reparación se activan.
¿Qué hacer con el dolor?
¿Qué se debe hacer frente al supuesto “dolor de crecimiento”?
Medina dice que aprender a distinguir el dolor importante, diferenciándolo de otros atribuibles al crecimiento, es decir, a la edad.
“Hay que buscar la causa que puede estar produciendo un dolor real con inflamación evidente, incapacidad funcional duradera y constante”, recomienda el médico consultado por ECOS.
Los supuestos “dolores de crecimiento” son intermitentes y no se localizan en un punto concreto; son difusos y cambiantes. A veces duele una pierna u otra.
No siempre es igual
Medina dice que si fuese un dolor incapacitante, el niño necesitará de un antiinflamatorio. Pero si no, hay que explicarle que se trata de un dolor pasajero.
Si bien los dolores de crecimiento suelen aparecer a última hora de la tarde o temprano por la noche, antes de acostarse, a veces llegan a despertar a un niño que está dormido. La intensidad del dolor varía; la mayoría no lo siente todos los días.
Este tipo de dolores responde a tratamientos de alivio, como calor local, masajes, analgésicos, antiinflamatorios, ejercicios y estiramiento.
“Es necesario señalar una vez más que no existen los dolores de crecimiento. Los dolores que experimentan los niños son atribuidos a otras causas”, aclara el galeno. •