Trabajo, felicidad y género
Hoy en día, en la mayoría de las empresas se considera que la felicidad de los trabajadores es algo relevante para el negocio, pues contribuye a aumentar su productividad y a reducir los costos asociados a una...
Hoy en día, en la mayoría de las empresas se considera que la felicidad de los trabajadores es algo relevante para el negocio, pues contribuye a aumentar su productividad y a reducir los costos asociados a una elevada rotación de los mismos.
Sin embargo, cuando los empresarios se proponen llevar a cabo acciones para mejorar los niveles de felicidad de sus empleados, dudan de cuáles sean los mecanismos más efectivos. Para aportar un poco de luz, quizá debamos ir al punto de partida y tratar de averiguar qué es la felicidad.
¿Qué es la felicidad?
Mayoritariamente, se entiende por felicidad un estado emocional de bienestar; una actitud positiva que afecta a todos los aspectos de nuestra vida. Las personas felices son más seguras y decididas, afrontan la adversidad con mayor confianza, cooperan más fácilmente, están más conectadas socialmente y saborean sus experiencias pasadas positivas sin pensar en lo negativo.
En lo que los estudiosos discrepan es en los factores de los que depende la felicidad.
¿Qué causa la felicidad?
En estudios realizados a finales del siglo pasado, autores como Diener, Sandvik, Pavot y Fujita concluyen que la felicidad se produce a partir de experiencias gratificantes que generan emociones positivas; experiencias que disciplinas como la psicología o la sociología tratan de desentrañar.
Según las últimas encuestas sobre felicidad, realizadas por la organización Gallup, el salario, la educación y la salud contribuyen en gran medida a aumentar los niveles de felicidad de un país. Esto explicaría por qué Noruega, Dinamarca, Islandia y Suiza (que gozan de mejores ingresos, salud y ayudas para el cuidado de los hijos y la educación) ocupan los primeros puestos en el último informe global de la felicidad de las Naciones Unidas (2017).
Sin embargo, ello nos lleva a preguntarnos por qué, en otros países, mujeres con peor salud, ingresos y/o educación que los hombres son más felices que estos.
¿Qué más la determina?
La felicidad de las personas depende en gran parte de factores internos como el optimismo. Una actitud optimista nos permite tener mayor seguridad en nosotros mismos y dejar atrás el pasado para afrontar el futuro sin miedos. A este respecto, existen fórmulas para centrar la atención en las cosas positivas que nos suceden en el día a día.
También obtenemos felicidad de nuestro propio cerebro, al generar nuevas conexiones neuronales, gracias —por ejemplo— a la meditación o a los ejercicios de neuroplasticidad.
Pero al tratar sobre los factores internos que influyen en nuestra felicidad, no podemos olvidarnos de la genética. Y no solo porque de ella depende nuestra predisposición al optimismo, por ejemplo, sino porque la felicidad es una cuestión de género.
Género y felicidad
Existen evidencias de que el género femenino se siente ligeramente más feliz que el masculino. Ya lo apuntaban investigadores como Wood, Rhodes y Whelan (1989) y Mookherjee (1997), al señalar que el género es una de las principales variables sociodemográficas que determinan los niveles de felicidad, junto con la edad, el estado civil y los ingresos. •
* Es fundadora y directora de MET Community (Red Internacional de Mujer, Emprendimiento y Tecnología). EFE-FIRMAS es un servicio especial de la agencia de noticias española.
¿Por qué las mujeres se sienten más felices?
Según el estudio “The MAOA gene predicts happiness in women”, coordinado por Henian Chen, las mujeres tienen mayor predisposición biológica a la felicidad porque cuentan con un “gen de la felicidad”. Se trata del gen de la monoamina-oxidasa A (MAOA), que produce un incremento en la felicidad de las mujeres, pero no en los hombres.
Por otra parte, investigadores como Damiano nos muestran que también existen diferencias fisiológicas sustanciales entre el cerebro de los hombres y las mujeres. Así, la piel que recubre el cerebro —o corpus calostrum— es un 20% más grande en las mujeres, lo que quiere decir que tiene más conexiones entre ambos hemisferios y más integración de la información verbal y visual.
Por otro lado, “la masa cerebral de las mujeres es un 9% más pequeña que la de los hombres porque tiene más pliegues, pero es similar en número de neuronas”. Estas diferencias fisiológicas son las que hacen que las mujeres perciban mejor la realidad a través de los sentidos, tengan más fluidez verbal, capten mejor las expresiones faciales y mantengan más tiempo los recuerdos ligados a las emociones.
De estos estudios se desprende que las mujeres disponen de una genética más favorable a la felicidad que los hombres. Los investigadores que han dado un paso más, y han puesto en relación el género y el bienestar con el paso de los años, han concluido que los niveles de felicidad no disminuyen con la edad, sino más bien lo contrario. Dicho de otro modo: las mujeres adultas se sienten más felices que las jóvenes.
Empleo y armonía
El desempleo es un factor que destruye el bienestar de las personas, con independencia del género y del lugar donde residan. Todos los empleados, tanto por cuenta propia como ajena, califican mejor sus vidas que aquellos que no tienen trabajo. Este hecho explica por qué las personas desempleadas presentan un 30% más de experiencias emocionales negativas en su vida cotidiana, lo cual se agrava si el desempleo es prolongado.
La brecha salarial es un elemento más que influye en nuestra felicidad. Sin embargo, la importancia de tener un trabajo se extiende mucho más allá del salario. Los aspectos no monetarios del empleo son factores clave en el bienestar de las personas. Valores como el estatus, las relaciones sociales, la posición y el sector ejercen una fuerte influencia en los niveles de felicidad de las personas.
Entorno laboral y felicidad
Dedicamos mucho tiempo al trabajo, lo que hace necesario armonizar el empleo con nuestra felicidad.
Factores como la posición ocupada y el sector laboral influyen en la felicidad (así, la minería, la construcción, el transporte o la pesca cuentan con niveles de felicidad inferiores a otras industrias). Sin embargo, en la mayoría de los casos, por encima incluso del salario, son las características del trabajo y su entorno, la autonomía y responsabilidad del trabajador, así como las posibilidades de conciliación con la vida personal los factores clave para la felicidad de empleados y empresarios.
Las personas felices pueden contribuir a crear un entorno laboral muy positivo. La felicidad en el trabajo puede ser promovida tanto por los directivos o empresarios como por los propios empleados, y está directamente relacionada con el desempeño y la productividad. Actualmente, se habla del intraemprendimiento como una oportunidad extraordinaria para promover la felicidad, creando espacios de aprendizaje, innovación y motivación, para las mujeres y los hombres que anteponen la conciliación personal y la evaluación por resultados a un horario o la estabilidad laboral.