“Los jóvenes tienen un gran miedo de tomar decisiones definitivas”
El padre Bernardo Gantier está en Facebook. Allí, en su foto de perfil aparece con una camisa clara, gorra celeste y una pala al hombro. Esa imagen lo define bastante bien: este no es un cura clerical, sino obrero.
El padre Bernardo Gantier está en Facebook. Allí, en su foto de perfil aparece con una camisa clara, gorra celeste y una pala al hombro. Esa imagen lo define bastante bien: este no es un cura clerical, sino obrero. Por donde anduvo hizo labor pastoral y también se “embarró los pies” dando la cara incluso en temas políticos, pero sobre todo históricos y patrimoniales.
Apasionado por el arte y la historia, investigador, obsesivo lector, pintor (cultiva el arte naíf), este gran conocedor de la cultura universal que los últimos ocho años fue el padre espiritual de los alumnos del Colegio del Sagrado Corazón en Sucre —donde es muy querido— alista maletas para irse a Roma, su nuevo destino en la Compañía de Jesús. En la siguiente entrevista nos cuenta un poco de su niñez, de su formación, de las vocaciones, del papa Francisco, de la realidad de los jóvenes, del arte sacro y de su resignada pena por tener que dejar su ciudad. De lo que le tocará hacer de ahora en adelante en Europa.
ECOS. ¿Salió bachiller del Sagrado Corazón?
Bernardo Gantier (BG). Sí, soy de la Promoción “Eusebio Quispe” 1978, el año de la vuelta a la democracia, el colegio daba una formación con conciencia social. Los padres nos hablaban siempre de que había que cambiar el mundo, de la solidaridad… con todas esas cosas ya nos íbamos formando. Es la misma conciencia que tienen mis compañeros.
ECOS. ¿Era una formación desde la óptica de la Teología de la Liberación?
BG. Más o menos. Pero sí, era esa onda.
ECOS. Ustedes iniciaron los famosos “campamentos-trabajo”…
BG. Sí, una manera muy impactante para los adolescentes de tener un contacto con la Bolivia profunda. La idea nació de los alumnos y tuvimos buena acogida en el director y en el colegio. Era una alternativa a los viajes de promoción. Me da pena porque en la actualidad nos están ganando la partida: aunque hacen el campamento, también se van de viaje de promoción. El colegio, por la conciencia social con la que nos educaban, procuraba evitar las diferencias sociales: claro que hay, pero se tratan de disimular. Con estos viajes, algunos tienen que endeudarse, prestarse… nada que ver con la formación del colegio. Es una traición al colegio y a todo lo que el colegio trata de hacer. Me da pena, perdimos; en eso hemos perdido.
ECOS. ¿Qué pasos dio para ser sacerdote?
BG. Del colegio pasé a la Compañía de Jesús (la formación jesuita tiene otra clase de formación que la del Clero diocesano): hice mi noviciado y la filosofía en Cochabamba. Cuando terminé mi licenciatura, me mandaron dos años al Beni, a San Ignacio de Moxos, donde hice actividades pastorales, visitas a las comunidades, etc. De ahí volví a Cochabamba a hacer Teología y después me mandaron a España e hice (Licenciatura en) Teología con Mención en la Historia de la Iglesia. Me ordené en Sucre en 1991 y me mandaron a Charagua, un pueblo cruceño del Chaco, donde estuve casi cinco años. Luego volví a España para continuar con mi capacitación y posteriormente me fui a Oruro para ser maestro de novicios; ahí estuve durante nueve años y después más de cuatro como párroco. Me vine a Sucre hace ocho años, donde estuve de educador, padre espiritual en el Colegio del Sagrado Corazón.
ECOS. Pero su pasión por la historia viene de más lejos…
BG. Porque me encanta desde changuito. Me dieron un cuartucho en la casa, que era antigua, y ahí tenía mi museo. Junto a otros amiguitos, entre ellos Máximo Pacheco (actual director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia) coleccionaba fósiles que encontraba aquí por las quebradas, piezas arqueológicas en el Guereo y toda la parte del barrio San José; por ahí había casas, pero sobre todo maizales y ubicábamos piecitas de cerámica, puntas de flecha, hachitas. Después, en Yotala, en Cachimayu, en Presto… hasta el día de hoy no me pasa esa pasión por los restos arqueológicos. Por si acaso, nunca hemos hecho excavaciones, o sea, todo (fue) superficial, porque desde el principio nos advirtió don José Felipe Costas Arguedas, que era el Director del Museo Antropológico: “Muy bien que tengan esta afición, pero nunca hagan excavaciones, eso solo lo hacen personas profesionales”.
ECOS. ¿Y de cómo no salió antropólogo?
BG. No se puede, pues, hacer todo (sonríe). Y mi pasión por la historia, también (nació) desde changuito; leía mucho y tenía una tía abuela que era la Secretaria de la Casa de la Libertad, (además) mi tío Joaquín (Gantier, recordado custodio de esa institución)… A mis 12 años con un pariente mío le propusimos a él entrar de socios a la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre (SGHS). Se rio: “no pues chicos, no se puede” (les dijo). “¡Pero por qué!”, discutimos, “¡hemos visto los estatutos!”. “Pero ustedes son menores de edad” (les continuó explicando). “Pero no dice nada el estatuto” (reclamaron ellos). “Eso es obvio, chicos, no se puede”. Al final he entrado (a la SGHS) cuando he vuelto a Sucre, hace siete años más o menos; bueno, he entrado, lo que siempre quería. Aun mientras estudiaba Filosofía, siempre tuve la orientación por la historia y por la investigación.
ECOS. ¿Es una universidad eclesiástica?
BG. Es eclesiástica y civil. La infanta Elena, por ejemplo, era nuestra compañera; ella iba a Pedagogía. La veíamos cada día, llegaba con su seguridad. Era una señorita grande y sus compañeras de curso eran chiquitas, retaconas (sonríe).
ECOS. A usted se le conoce por su trabajo pastoral, en comunidades, por su labor educativa y por su actividad científica. ¿Qué es lo que más le gusta de todo esto?
BG. Eso es lo que a mí más me ayudó a decidirme por los jesuitas cuando salía bachiller: hay científicos… hay de todo, la Compañía de Jesús siempre ha sido así. Yo hubiera querido ser párroco de Moxos toda mi vida, como los antiguos: iban hasta morir. Pero no, como hay más necesidades, tenemos que estar disponibles.
ECOS. También protector del arte sacro de Sucre y del país... ¿Qué pasará con esa obra?
BG. Eso me llena de pena. Donde yo he estado… como tengo mi afición al arte y a la historia, juntando los dos sale la historia del arte y el arte sacro, el arte patrimonio, la defensa del patrimonio. Yo viví una etapa muy feliz en Oruro en este aspecto, porque cuando llegué el Obispo me dijo que hacía 30 años querían hacer un museo de arte sacro y se estaba deshaciendo el patrimonio; las noticias de robos en las iglesias eran semanales, entonces fuimos recuperando piezas de capillitas o sacristías, de todo lado, guardando en un depósito y al final recogimos harto. Fuimos buscando recursos para restaurar una iglesia, San Miguel de la Ranchería, de 1595; tenía su retablo, su púlpito y… de la nada hemos hecho un museo. Me hice de un equipo de pintores: los mejores alumnos de la Escuela de Bellas Artes, y con ellos hacíamos réplicas de los cuadros que recuperábamos. A veces hemos tenido aventuras tipo Indiana Jones para recuperar unos cuadros que estaban robando.
ECOS. ¿Cuál es el panorama del arte sacro en Sucre?
BG. No he incursionado en provincias, pero parece que el panorama es desolador, como en guerra. La otra vez me ha dicho un padrecito: “En provincias hay que ir a meterse pero es como una guerra, lo que quedan son despojos nomás ya”. Descuido, ignorancia, ladrones, quemas…
ECOS. ¿Nadie se encargó de proteger ese patrimonio?
BG. No se han encargado, han ido a dejar que se acabe, que se robe… es un tema pendiente. Aquí en la ciudad se necesitan muchos recursos y alguien tiene que moverse. Hemos tenido una Comisión de Arte Sacro, meritoria, con personas mayores: doña Blanca Thorrez, el padre Arístides Espada, doña Luisa Jiménez, Eduardo Castellón… no hubo renovación generacional. Iván Gutiérrez está ahora a cargo del museo de la Catedral, pero no solo es el museo, hay mucho más por cuidar.
ECOS. ¿Está escribiendo actualmente?
BG. Artículos para la Academia (Boliviana de Historia Eclesiástica), historia de la Iglesia. Solo que a veces soy tan hiperactivo que necesito sentarme y ordenar mis papeles; tengo harto papel para trabajar. Algún día... ¡ya no lo haré pues ya!, ahí se quedó.
ECOS. ¿Cómo se produjo su regreso al Sagrado Corazón?
BG. De veras, cuando salí del colegio le dije al padre (José María) Morera (ya fallecido) que esperaba entrar a la Compañía pero no volver al colegio, porque, para mí, “lo mío es ser misionero”, así le dije de chango. Y más o menos pasó así hasta que las circunstancias hicieron que venga a Sucre y esté de educador en el colegio, cosa que me ha gustado, aunque no pensaba… No daba clases pero mi labor educativa, formar jóvenes, acompañarlos en sus procesos… como mi trabajo era de director espiritual…
ECOS. Tenía una relación especial con los chicos y hasta ahora, el otro día lo vi saludándose amistosamente con parte de la Promoción 2018 en la Casa de la Libertad…
BG. Sí, es una relación paterno-filial, en el sentido más pleno y bonito de la palabra.
ECOS. Se dice que las vocaciones pasan por un periodo de crisis. ¿En estos ocho años notó interés en los colegiales por ser sacerdotes o religiosas?
BG. No, hay crisis vocacional, no hay compromiso. Cada año hay alguno que se siente llamado por la vocación y me viene a charlar. “Me parece muy bien (le dice él), pero si quieres entrar a la Compañía tienes que prepararte, estudiar mucho”. Se esfuma y se olvida, al rato ya lo ves ‘empanadeando’ con su chica; bien, no se puede forzar ni manipular esto de ninguna manera. Yo, que he sido maestro de novicios, ese era “el tema” antes y durante la entrada a la Compañía: lo que tiene que conseguir la persona es la libertad y no se puede forzar a nadie.
La verdad es que ahora hay demasiados estímulos y comodidades y nuestra generación en general, más en los jóvenes, tienen un gran miedo a tomar decisiones definitivas. Es como si estuvieran “falladitos”, los jóvenes y el mundo de ahora. Las palabras “sacrificio”, “renuncia de ti mismo” no pegan, sí en otro tiempo cuando la gente era más recia, más fuerte, (ahora son) muy lábiles. Son buenas gentes, buenos changos, pero, ¿tomarse las cosas en serio?
ECOS. ¿Maneja estadísticas de la falta de vocaciones en el país?→
BG. Este es un problema mundial. Anualmente teníamos reuniones entre maestros de novicios y en los últimos 10, 14 años hubo una gran crisis general. Ahorita en la Provincia de Bolivia (solo en la Compañía de Jesús) son cuatro años que no entra nadie, y, cuando yo era maestro, algunas veces estaba lleno. Algún año eran 20 jóvenes. Los jesuitas de Perú, del Ecuador y de Bolivia hemos tenido que juntar nuestros noviciados: ahora van a Quito, pero nosotros hace cuatro años que no mandamos a nadie.
ECOS. ¿Cómo se entiende esto en una Iglesia encabezada por un Papa jesuita? ¿No es paradójico, no debería ser un momento propicio?
BG. Creo que hay un movimiento social macro, una ola, un tsunami de materialismo, de secularización a ese nivel.
ECOS. El Papa entró con intenciones de hacer una revolución, en lo interno y hacia fuera de la Iglesia. ¿Está logrando cambios efectivos?
BG. No creo que haya entrado con intenciones, porque él no se propuso, no estaba en sus planes. Otra cosa es que, cuando llegó, ha visto que se necesita tener un cambio. Él como una persona inteligente, con cierto olfato político, cosa que es muy propia de la Compañía (de Jesús), muy típico de San Ignacio de Loyola. Normalmente dicen: “San Ignacio de Loyola era militar”. No, no, no, hay que matizar, no era militar sino cortesano, y sabía manejar armas. En su primera pelea justo es donde lo hieren (…) De chiquito con sus parientes eran pajes y tuvo esa formación, de gentilhombre (…) El Papa tiene ese lado político y está actuando, siente que hay que hacer fuertes reformas.
ECOS. ¿Pero tiene resistencia?
BG. Claro, es lo que le ha hecho padecer a Benedicto, (que) era un prisionero, lo marginaban, le hacían “el hielo”, cosas muy feas. A Benedicto le han hecho la guerra.
ECOS. ¿Quiénes le han hecho la guerra?
BG. Todo el mundo, desde distintos frentes, el mundo secularizado y… porque es de las personas, dicen, más inteligentes de nuestra época; es un genio. Ha escrito y escribe cosas de un mundo secularizado que va perdiendo valores de humanidad, de sentido común; entonces chocaba y le daban duro, se burlaban y todo. Dentro de la Iglesia lo mismo, un sector reaccionario, acostumbrado a vivir del cargo, cierta burocracia también le daba duro. Un sector así, conservador, y cierto sector progresista, lo mismo.
Fue así que levantó las manos y dijo “yo no puedo hacer esto”; no tenía fuerzas. Por eso a los que seguimos a Benedicto su renuncia nos ha dejado planos, con un sentimiento de derrota.
ECOS. ¿Usted conoce personalmente a Francisco?
BG. No, yo no, pero otros padres que han tenido reuniones, discusiones, disputas y todo con él, ahora dicen: “Pero él no era así”. Eso en los años 70, 80, 90 y ha cambiado. Se quedaron gratamente sorprendidos. Tiene una herencia jesuita y latinoamericana. La Compañía latinoamericana tiene su carácter particular en una visión social.
ECOS. Ahora usted se va a trabajar con él.
BG. No, no, no, él vive en el Vaticano.
ECOS. ¿No va al Vaticano, como se comenta?
BG. No, yo voy al Colegio Pío Latinoamericano, una residencia de sacerdotes de América Latina adonde acuden diocesanos que hacen sus estudios de licenciaturas, masterados, doctorados en las universidades de Roma. Como internos, pero de gente mayor. La casa está a cargo de cinco jesuitas; yo sería el asesor espiritual. Se supone que me buscarán para acompañamiento espiritual, algún retiro… ¡no sé bien qué voy a hacer! Cuando llegue, tenemos reunión en el equipo, nos vamos a distribuir responsabilidades, se irán de vacaciones, iré a repasar el italiano y en agosto empieza el curso.
ECOS. ¿Cuándo parte a Italia?
BG. En junio tengo que estar allá.
ECOS. ¿Y por cuánto tiempo?
BG. No me han dicho. Se supone que tres años, pero es por tiempo indefinido, nunca se sabe.
ECOS. ¿Ha estudiado pintura?
BG. No.
ECOS. ¿Cuántos cuadros pintó?
BG. ¡Cuááántos tendré!
ECOS. ¿Son religiosos?
BG. No siempre. Pero normalmente es pintura religiosa.
ECOS. ¿Desde cuándo pinta?
BG. Desde niño. Estos años no he pintado. He pintado murales, iglesias, he hecho retablos donde he vivido. En un pueblito que se llama Tiraque, en Cochabamba; en Moxos; en el altiplano, del lado de Jesús de Machaca; en Charagua... también en México, en un pueblito que se llama Chinatú. Mientras estaba en España hice cuadritos; con eso me financiaba libros.
ECOS. ¿Cómo fue eso?
BG. O sea, se los pintaba y a cambio me regalaban libros de arte o de historia.
ECOS. ¿Y se ha hecho de muchos libros así?
BG. ¡Oh!, si ves mi cuarto, soy como acumulador. Como esos que salen en la tele…
ECOS. Los que tienen 'síndrome de Diógenes'.
BG. ¡Sí! ¡Diógenes con los libros! (se ríe). Muchos, y no sé qué hacer. He ido dejando cada vez que me cambiaba de destino, algunos los trasladaba; después me arrepentía porque necesitaba consultarlos. Tengo como una enfermedad, de que necesito libros.
ECOS. ¿Lee todos los días?
BG. Todo el tiempo leo: historia y arte. Antes leía novelas, de todo, ahora ya no, ya no puedo. No estoy terminando los libros. Sí, estoy como Diógenes, el acumulador.
ECOS. ¿Y ahora qué hará con sus libros, los dejará aquí?
BG. Sí, tendré que guardarlos en cajones. Y un día volveré… Pero, al mismo tiempo son tantas las necesidades y como mi vocación es esta, estar siempre disponible, tampoco puedo decir que volveré. •
Bernardo Gantier y algunos nombres de su “panteón”
Apasionado lector de biografías, el padre Bernardo Gantier anda a la pesca de vidas extraordinarias. Bromeando, dice tener “un panteón”. Por eso le cuesta quedarse con un solo personaje o un guía en su propia historia.
¿Un personaje?
“No puedo quedarme con uno. ¿Has visto (la película) ‘Mozart’?, ¿las pelucas: ‘esta me gusta, esta, esta…’? Yo quisiera tener tres cabezas (se ríe).
Uno, el padre Gabriel Siquier (mallorquín que vivió 40 años en Charagua y allí murió).
El padre Gabriel era una gran persona, de mucho sacrificio y entrega, hombre alegre, siempre de buen humor, sabio, tenaz. Ha sido mi superior en los años que estuve en Charagua”.
¿Un guía?
“Tantos buenos ejemplos que he tenido,...incontables. En mi familia mis papás, mis abuelos, mis maestros, los padres en el colegio, mis párrocos en La Merced, tíos, mis formadores en la Compañía, gente que he admirado siempre. No puedo quedarme con uno, sería injusto”.
¿Y de la historia?
“El hermano (Bernardo) Bitti (pintor italiano), San Ignacio de Loyola, San Francisco Xavier. De los misioneros de Moxos, el padre Cipriano Barace. De nuestros héroes, el general Juan Antonio Álvarez de Arenales; (era) genial, lo conocemos muy poco aunque una de nuestras principales calles lleva su nombre. Admiro mucho también al Mariscal Sucre, al emperador Carlos V, al Cid Campeador…”.