Desaparecen las prendas de la chola chuquisaqueña
A pocos días de recordarse la gesta libertaria del 25 de Mayo de 1809, llega una seria advertencia de uno de los hombres más conocedores de la historia y la actualidad de la vestimenta de la chola chuquisaqueña.
A pocos días de recordarse la gesta libertaria del 25 de Mayo de 1809, llega una seria advertencia de uno de los hombres más conocedores de la historia y la actualidad de la vestimenta de la chola chuquisaqueña.
El jefe del Museo de la Catedral de Sucre y experto coleccionista, Iván Gutiérrez Achá, afirma que ese atuendo está a punto de desaparecer. Esto inclusive fue alertado hace un par de años por un encuentro de historiadores.
La “cholita”, la “chola”
“Por su palmito, su clásico mantón y su tipo gitano, la cholita de Sucre es la más ‘chula’ de las criollas indoamericanas. La hija del pueblo chuquisaqueño ha conservado como ninguna otra de sus hermanas indoamericanas el rastro español en su belleza, en su tarje de mantones y en su gracia”, escribió el médico, periodista y político Valentín Abecia.
Hoy en día, algunos consideran a la palabra “chola” o “cholita” como un término despectivo, incluso discriminativo. Ellos prefieren llamarla, entonces, “señora de pollera”.
Gutiérrez dice que es necesario desmitificar esa apreciación. En su criterio, se trata de un vocablo hermoso, que sirve para designar a una mujer que usa una vestimenta distinta y con la que, además, ella se identifica.
Inminente desaparición
El objetivo de Gutiérrez es dar a conocer a las nuevas generaciones el verdadero origen de la vestimenta de la chola chuquisaqueña y reval orizarla, en vista de su inminente desaparición.
“Hace un par de años, en un encuentro de historiadores entendidos en el tema, establecieron que dentro de pocos años la pollera podría desaparecer para siempre porque las nuevas generaciones ya no la llevan”, recuerda a ECOS el exguía de la Casa de la Libertad, exbailarín de una compañía de danza folclórica y actual coleccionista de antigüedades.
“La gente prefiere cambiar la pollera por el vestido o el pantalón y cortar las largas trenzas”, alerta a continuación, para después manifestar su esperanza en que el clásico atuendo finalmente no desaparezca.
Investigación
Gutiérrez, hace más de dos años, realizó una investigación sobre la chola chuquisaqueña y el traje original que utilizaba y, luego, preparó una exposición en la Casa de la Libertad.
Indagó entre varias familias, porque quería saber si tenían guardadas algunas prendas para exponerlas. Para sorpresa del investigador, la mayoría se ofendió con su consulta. “No entiendo esa actitud porque en Sucre todos nos conocemos, es una ciudad pequeña”, comenta.
Para socializar el tema, Gutiérrez dictó una conferencia en el I Festival Nacional CIOFF Bolivia, que se desarrolló en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB) el mes pasado.
Origen de la pollera
Según el coleccionista, de acuerdo con varios datos históricos, el verdadero origen de la pollera es austriaco; posteriormente, esa moda llegó a España. La prenda femenina fue muy popular, especialmente, en las provincias de Andalucía y Segovia, donde aún se la puede ver en festividades folclóricas.
La conquista del Nuevo Mundo por parte de España fue un factor importante en el momento de tocar el tema de la “moda”. La migración de gente del Viejo Mundo al continente recién descubierto transportó consigo tradiciones, costumbres, lengua, religión, estilos arquitectónicos y forma de vestir.
Razón por la cual la forma de vestir de los habitantes de Bolivia tuvo una influencia directa de los nuevos ocupantes del territorio, los españoles, y sufrió los mismos cambios que llegaban desde el país ibérico.
Así, la historia determina que la pollera tiene origen austriaco y una vez en el Alto Perú (ahora Bolivia), adquiere ciertas variaciones según la región y el clima, pudiendo ser estas prendas más largas o cortas, de telas livianas o telas pesadas, algunas con pliegues y otras sin dobleces.
En este lado del mundo se usó la pollera a fines del siglo XIX y a principios del siglo XX.
“A decir de varios historiadores y sin desmerecer a las cholas de los demás departamentos, la chola chuquisaqueña se caracterizó por ser la más elegante en su vestir y por tener una actitud más recatada”, comenta a ECOS Gutiérrez.
Pintura
Una pintura del siglo XVIII, que actualmente se expone en la Casa de la Libertad, muestra a Manuela del Risco de Segovia, una dama chuquisaqueña vistiendo una saya (pollera) que por entonces solo era utilizada por las mujeres de alcurnia. Estaba confeccionada con seda natural.
Del Risco de Segovia fue esposa del primer rector criollo de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, Juan José de Segovia. Los restos de ambos reposan en la cripta de la iglesia San Francisco, en Sucre.
La pollera tuvo su origen en esa moda. Se trata de una prenda que nació en Austria, de ahí pasó a España y, a través de la conquista, a Sudamérica, donde fue utilizada por la mujer del pueblo.
Jubón
El jubón era una prenda de lujo; posteriormente la blusa en “A”, llamada también matiné, se populariza hasta convertirse en una prenda de uso diario. Los jubones estaban decorados con encajes y lazos de cintas.
Mantón
A decir de Gutiérrez, el mantón procedía de la lejana ciudad de Cantón, China, de donde pasó a Manila, capital de las islas Filipinas, y de allí a los puertos de Nueva España (El galeón de Manila enlazaba Acapulco con Manila una vez al año).
Así, el producto llegaba a México, Guatemala, Perú, Bolivia, Baja California, Boston y Filadelfia, donde también fueron demandados a fines del siglo XVIII.
Los mantones de Manila eran de seda y bordados con ese mismo material de uno o varios colores. Posteriormente, algunos se bordarían en Oaxaca (México) y en España (primero en Sevilla y más tarde en otros lugares de Andalucía y el resto de ese país.)
A lo largo de su historia, los motivos de los dibujos fueron diferentes. A través de ellos se puede saber la fecha de fabricación y el lugar de procedencia.
“Como hemos dicho, los primeros que llegaron a España desde la China, vía Filipinas, tenían unos bordados significativos y más tarde estos se modificaron para contentar el gusto de la clientela que demandaba desde España. También cambiaron los dibujos cuando comenzaron a ser bordados en México y en España, en una época más tardía”, detalla Iván Gutiérrez.
Fue en España donde se incorporaron flecos al mantón. Según el experto, esta prenda revelaba una elevada categoría social y económica. Tuvo una gran demanda desde su inicio: “mientras más larga la flecadura, más elegante la manta”.
Actualmente se consideran objetos de colección y hay quienes acuden a anticuarios y subastas para conseguir alguna pieza rara o única, ya que siguen siendo artículos suntuarios de gran valor, muy apreciados por los coleccionistas.
En algunos casos, se utilizan para cubrir con elegancia los pianos de cola o para decorar balcones convertidos en altares. •
La chola chuquisaqueña y la tergiversación de la cueca
A finales del siglo XIX, la chola chuquisaqueña usaba blusa de encaje y pollera de terciopelo con fuste y puntilla que siempre debía sobresalir un poco de la pollera.
Cuanto más elaborada estaba la puntilla, la mujer era más dedicada y detallista, según la representación del hombre.
En el siglo XIX la chola utilizaba botines. Luego, en el siglo XX, los botines fueron cambiados por el taco francés. También usaba una manta espectacularmente bordada a mano o a máquina, ya sea en Bolivia o España. Los trajes antiguos completos se caracterizaban por ser de un solo tono.
El coleccionista y jefe del Museo de la Catedral de Sucre, Iván Gutiérrez, comenta que conserva una blusa original, obsequio de doña Virginia Laime, y la pollera de la reconocida Josefina Reynolds.
“En Sucre las prendas se conservan de manera óptima debido al clima, que no es muy húmedo ni muy seco. Pero también pienso que hay que usar esas prendas las veces que se pueda porque las telas tienen vida útil y cuando llegan a su término, no se puede hacer nada”, reflexiona.
Tergiversación de la cueca
Por otro lado, Gutiérrez alerta que algunos ballets locales están tergiversando la cueca.
En su criterio especializado, esas compañías han ido cometiendo ciertos errores y alteraciones en el movimiento de la pollera para ejecutar la danza típica de la región.
“La chola chuquisaqueña jamás levantaba la pollera al bailar una cueca y tampoco giraba para mostrarla como plato. Era muy rectada”, sostiene al llamar a los ballets de Sucre a respetar la forma correcta de ejecutar esta danza.