Vida y obra de Agustín Iturricha

Un extracto (*) de la conferencia que el periodista Javier Cosulich Debbe brindó en el Salón del Senado de la Casa de la Libertad

Javier Cosulich Debbe, en la conferencia que dictó el pasado viernes 17 de agosto. Javier Cosulich Debbe, en la conferencia que dictó el pasado viernes 17 de agosto.

Javier Cosulich Debbe CORREO DEL SUR
Ecos / 26/08/2018 00:31

Quiero agradecer la gentil invitación que me ha dispensado la Presidenta de la benemérita Sociedad Geográfica y de Historia Sucre para referirme a la figura y el legado historiográfico de una de las personalidades chuquisaqueñas relevantes del siglo pasado: Agustín Iturricha, filósofo, periodista, historiador, polemista y jurisconsulto, miembro destacado de esta Sociedad y cuya infatigable inquietud por la investigación histórica lo llevó a emprender una obra de trascendental valor documental, cual es el análisis de la Administración del Mariscal Andrés Santa Cruz, un período en el que la República de Bolivia comenzaba a transitar sus primeros años en medio de una primigenia convulsión política y una incertidumbre institucional propias de un nuevo Estado. Deseo también ponderar la iniciativa de esta institución con el fin de impulsar el reconocimiento y revalorización de personalidades del ámbito intelectual chuquisaqueño cuyo aporte a la cultura y la política resultan fundamentales dentro del desarrollo de una sociedad.

Mi presentación esta noche se basará en datos biográficos del autor provenientes de la memoria familiar, pues para su información, Agustín Iturricha fue el padre de mi abuela paterna Adriana Iturricha. A través de esta línea guardo en la memoria algunos pasajes de su vida que compartí a lo largo de los años y que posteriormente me impulsaron a indagar sobre el legado intelectual de mi antepasado; a esto añadiré otros antecedentes obtenidos de documentos oficiales, como partidas de nacimiento, matrimonio y defunción que se encuentran disponibles en las instancias correspondientes.

Siendo parte de la descendencia de Agustín Iturricha siempre expresé interés por su personalidad, pues desde muy joven me fui impregnando de su carácter a través de historias familiares transmitidas por mis mayores. Debo admitir, no obstante, que en mis primeros años de vida prácticamente desconocía su legado científico y fue a partir de mi práctica profesional como periodista que comencé a interesarme más por sus publicaciones, acudiendo para ello al Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, donde comencé a conocer al escritor, al periodista, al historiador, al polemista y también, por qué no, al ilustre jurisconsulto que fue.

Hace algunos años, en forma conjunta con otros miembros de la familia, decidimos tocar algunas puertas para explorar la posibilidad de hacer efectiva una nueva edición del libro Historia de Bolivia bajo la administración del Mariscal Andrés Santa Cruz, puesto que actualmente son pocos los ejemplares que pueden encontrarse, y estos se hallan solamente en bibliotecas públicas o son parte de alguna exclusiva colección particular.

En este propósito acudimos al departamento de publicaciones de la Universidad San Francisco Xavier, donde luego de una serie de cartas y solicitudes no obtuvimos ninguna respuesta. Si bien las puertas no se cerraron, las evidentes dificultades burocráticas que se interpusieron ante esta iniciativa terminaron por congelarla.

De hecho, la última edición del libro fue realizada en la Imprenta Universitaria y salió a la luz en el año 1967, como parte del homenaje de San Francisco Xavier al primer Centenario de la muerte de Andrés Santa Cruz.

Reseña biográfica

Agustín Iturricha nació en Sucre un 5 de mayo de 1862, según las referencias histórico-familiares transmitidas por Adriana, una de los tres hijos que tuvo. Aunque la partida de bautismo del templo de San Roque señala como fecha del natalicio el 4 de mayo.

Fue hijo del “Doctor” Víctor Iturricha y Luisa Calancha, tal como apunta el certificado de esa parroquia. Es probable que Víctor Iturricha haya sido abogado, o en su caso médico. Aunque la primera posibilidad parece más evidente dadas las características de la ciudad en la que el ejercicio de la abogacía era muy extendido. De Luisa Calancha no se tienen datos y antecedentes precisos.

Tampoco encontré información concreta sobre otros miembros de la familia Iturricha, principalmente hermanos, pues al parecer Agustín fue hijo único de esa relación. Sin embargo, por referencias familiares puedo afirmar que el niño o fue huérfano o fue abandonado por el padre, y es muy probable que la madre falleciera cuando este tenía pocos años de vida. Su educación y formación estuvieron a cargo de una tía (hermana de su madre) a quien Iturricha brindaría, ya siendo profesional y persona adulta, una asistencia familiar permanente. De forma discreta, y habiendo alcanzado una estabilidad económica como recompensa a su carrera profesional, Iturricha concedía también “religiosamente” una silenciosa y caritativa ayuda a familias con carestías económicas, rasgo que puede resumir su inclinación solidaria hacia los más necesitados.

Sin embargo, esas limitaciones y carencias materiales que seguramente caracterizaron los primeros años de su vida no hicieron mella en su sed de sabiduría y, por el contrario, alimentaron vigorosamente su espíritu de superación personal. Se cuenta que hubo ocasiones en las que no se le permitió en la escuela el ingreso a las aulas porque no llevaba los zapatos apropiados. Pero Agustín, inquieto por el conocimiento, permanecía en el exterior para seguir las clases desde la ventana y así no perder las lecciones de sus maestros, en las que la filosofía sería una de sus preferidas.

Conozco también algunas referencias sobre su etapa de estudiante, tanto en el período de preparación como en la Facultad de Derecho de San Francisco Xavier, en las que fue superando todos los niveles con honores destacados. El historiador y amigo Guillermo Calvo Ayaviri cuenta con importante documentación sobre ese período de formación académica y espero que en algún momento pueda hacerla pública, como parte de su siempre dedicado y eficiente trabajo.

Desde muy joven Agustín Iturricha se unió a la causa liberal. A propósito de esa su militancia, él y algunos otros miembros del Partido se unieron a algunas acciones de hecho en contra del gobierno conservador de Aniceto Arce en la asonada del 8 de septiembre de 1888. En esa aventura, le tocó la misión de interrumpir la comunicación telegráfica de la ciudad en una de las zonas próximas a Sucre. No dispongo de información sobre el resultado de ese cometido, pero es por todos conocido que la intentona fracasó al producirse la huida de Arce, quien se escabulló de la Catedral cuando se realizaba la tradicional misa por la Virgen de Guadalupe.

En 1898 Agustín Iturricha contrajo nupcias con Jacoba Calvo Calbimonte, nieta de Mariano Enrique Calvo Cuellar, vicepresidente de Bolivia y un leal y obsecuente colaborador de Andrés Santa Cruz. La boda se celebró en la iglesia de San Miguel y fue padrino de matrimonio el presidente de la República, Severo Fernández Alonso. De este matrimonio nacieron Adriana (casada con Andrés Cosulich), Isabel (quien contrajo nupcias con el abogado Antonio Landívar) y Luis (casado con María Zilvetti).

Como miembro activo y destacado del Partido Liberal en Sucre, Iturricha formó parte de la comisión impulsora de la candidatura al Congreso como diputado por Chuquisaca del general José Manuel Pando. La figura de Pando era considerada por entonces una de las alternativas reales para que los liberales pudieran llegar al Gobierno, como lo harían poco tiempo después de producirse la llamada Revolución Federal o la Guerra Civil que derivó en la radicatoria definitiva de los poderes Ejecutivo y Legislativo en La Paz.

A raíz de ese incidente, tanto Iturricha como la totalidad de los liberales de Chuquisaca fueron objeto de críticas y hasta se los acusó de haber traicionado los intereses de la capital. Sin embargo, me animo a afirmar que en la propuesta liberal y los mismos planes de Pando no podía figurar ese propósito, el cual se dio más por razones circunstanciales y fue provocado por la división política entre conservadores y liberales surgida a raíz del triunfo de las fuerzas más progresistas. El tema de la radicatoria sería el detonante de una profunda división política que comenzaba a vivir la sociedad en ese período de cambios.

Durante el gobierno de Ismael Montes, a principios del siglo XX, Iturricha fue ministro de Educación; también ocupó las funciones de Rector del Colegio Nacional Junín. De esta época proviene otra anécdota que señala que cuando hubo de dejar ese cargo, a partir de influencias políticas, el maestro decidió continuar brindando sus clases de filosofía a sus alumnos en el patio de su casa ubicada en calle Bolívar (actual Banco Económico). Su inmensa biblioteca particular de varios miles de libros fue sin duda uno de sus tesoros más grandes que fue labrando a lo largo de su vida. Esta valiosa colección fue donada a su muerte por la familia a la Universidad San Francisco Xavier, desconociéndose el destino actual de esos volúmenes.

Siendo ya un profesional joven se adhirió de manera activa a círculos internacionales de corrientes liberales, donde su figura alcanzó gran relevancia y prestigio tanto en nuestro país como en otras naciones del continente; en esos ámbitos su imagen es todavía reconocida hasta nuestros días. También abrazó con entusiasmo las vertientes espiritualistas inspiradas en el antiguo Egipto; creía en la reencarnación del espíritu y algunos pasajes de sus obras muestran el grado de influencia que tuvieron esas teorías muy en auge en Europa y Norteamérica al finalizar el siglo XIX.

Entre otros cargos importantes que le cupo desempeñar están el de Rector de San Francisco Xavier y el de Fiscal General de la Nación, responsabilidad que ejercería por varios lustros hasta su fallecimiento. Destaca de este período su probidad y ejemplar servicio a la justicia, puesto que, según consta en los archivos judiciales, sus opiniones y dictámenes sobre los recursos de casación que le tocó resolver nunca fueron refutados.

Quisiera también compartir con ustedes un pasaje muy particular de su vida, el que está reflejado en una cariñosa carta que escribió a su hija Adriana. Si bien está redactada en el género epistolar familiar íntimo, expone en pocas líneas su pensamiento, su visión sobre la vida y sus valores esenciales y manifiesta el gran apego sentimental que siempre profesó por su familia. Dice así: “Oruro, 31 de diciembre de 1920. Señora Adriana I. de Cosulich. Sucre. Mi adorada gringa: El último renglón en el año viejo, que se va ahito a la eternidad con nuestras penas y nuestras protestas de dolor. Y desde mañana, nuevos renglones, como otras cifras de esperanza de mejores días. Que todo es mudanza como todo es frágil. Ayer alegrías, mezcladas de tristezas; hoy esperanzas, y mañana lo que Dios quiera. Solo una cosa hay cierta, el bien que se ha hecho. Por eso el vivir de los buenos es tranquilo, y su mañana no trae zozobras. Mis votos por que se conserven buenos, como hijos sanos y cariñosos, y mis votos por su eterna felicidad. Escribo también a Andrés. Mis ardientes abrazos y repetidos besos. Tu papacito Agustín”.

Agustín Iturricha falleció en Sucre el 16 de junio de 1934 a la edad de 72 años. Una de sus últimas preocupaciones fue el destino que tendrían los jóvenes soldados que acudieron a la Guerra del Chaco a la finalización del conflicto; sobre esta cuestión tiene publicado un interesante ensayo en la prensa de la época. Su deceso se produjo casi de una manera repentina, puesto que una simple herida en uno de los dedos de la mano se fue complicando hasta derivar en una septicemia general en pocos días. Fue grande la conmoción que provocó su muerte en Sucre, como lo demuestran los obituarios publicados por esas fechas. Recibió funerales de Estado y fue despedido en una ceremonia especial en uno de los salones de este mismo recinto.

Pocos años después de su deceso, el año 1940, el Estado reconoció su trayectoria como ciudadano ilustre y bautizó con su nombre la Escuela Primaria Agustín Iturricha, hoy Unidad Educativa que funciona en la céntrica calle Arenales de Sucre. Este es quizá el homenaje póstumo más importante a la memoria de quien dedicó gran parte de su esfuerzo y su talento a la formación e instrucción de niños y jóvenes, tarea que consideraba esencial en el surgimiento de los pueblos; un homenaje al niño que, venciendo las adversidades, supo labrarse un futuro en base al esfuerzo personal y la responsabilidad, al estudiante aplicado que desde las aulas universitarias comenzó a vislumbrar una patria verdaderamente libre y moderna para su tiempo, al jurisconsulto que, desde la administración de justicia, mantuvo siempre sus principios encuadrados en un servicio esencial basado en la ética y la rectitud, al ciudadano que, ante todas las cosas, con sus defectos y sus virtudes, demostró siempre un incontestable amor por su patria. •

* Este es un compendio de la conferencia ofrecida por el periodista de Correo del Sur Javier Cosulich, quien destacó además partes salientes de la obra de Iturricha: “Historia de Bolivia bajo la administración del Mariscal Andrés Santa Cruz”

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