Convicción y cansancio, dos caras del paro cívico
Los micros " San Cristóbal" deciden que apoyarán con bloqueos hasta hoy, luego con marchas
La convicción de muchos ciudadanos capitalinos por el reclamo de la copropiedad del campo Incahuasi se refleja en el bloqueo de calles y el contundente paro indefinido, pero la expresión de sus rostros no puede ocultar el cansancio. Hoy se cumplen 12 días de asfixiantes medidas de presión a la espera del cuarto intermedio anunciado para el fin de semana.
En un recorrido realizado por este diario por las zonas este y sur de la Capital, se comprobó el cumplimiento del bloqueo de calles y avenidas, aunque cada vez menos contundentes en comparación con la semana pasada. Los microbuses cerraron principalmente las calles adyacentes a avenidas principales, mientras que éstas estaban casi expeditas o cortadas con uno hasta con un par de micros, permitiendo el tránsito de motocicletas y bicis.
En algunos casos el bloqueo fue contundente con vehículos varados casi en cada esquina, en rutas secundarias y de importante tránsito como las que conectan la salida a Yamparáez.
CORREO DEL SUR visitó el barrio Japón; el más importante bloqueo de aquella zona está a la altura del mercado San Antonio, donde los comerciantes aunaron esfuerzos para perseverar con la medida desde hace una semana, recordaron. Piedras y micros también obstaculizan la ruta.
El Transporte Pesado replicó la medida en la parada a Tarabuco junto con el servicio de micros. A lo largo de la avenida Cabo Agustín Miguez más conocida como la circunvalación que sale a la zona de El Abra, la gente esparció piedras enormes, troncos, alambre de púas e incluso se apreció basura derramada por la acumulación en la misma en la calle.
Más adelante está apostado otro bloqueo, justo en la Iglesia de El Abra. Una de las vecinas relató que la noche del miércoles hubo gasificaciones de la Policía, agente químico que se expandió hasta unas tres cuadras a la redonda, aunque otros testimonios lo negaron.
La ruta hacia la diagonal Jaime Mendoza está cortada con troncos, llantas y vehículos, mientras los vecinos vigilan. Las pequeñas tiendas que ofrecen productos de la canasta familiar los abastecen; ayer varias personas compraron sobre todo carne.
En la Avenida del Ejército la situación se mostraba igual de tranquila, con pocos vehículos bloqueadores, salvo en puntos estratégicos; lo mismo se advirtió en las avenidas Jaime y Germán Mendoza, las calles Calvo, Bolívar, Abaroa, Camargo, Junín y otras del centro donde el único bloqueo inalterable es el de los universitarios en la esquina del edificio central de San Francisco Xavier.
Los bloqueadores, dispersos en busca de sombra, señalaron que están cansados, pero ratificaron su posición de defensa del megacampo Incahuasi, compartido con Santa Cruz.
MICROS
El ejecutivo del Sindicato de Micros San Cristóbal, Lucio Chumacero, anunció que los casi 1.000 afiliados bloquearán hoy y se replegarán a las 20:00, porque ya tienen un significativo desgaste físico y necesitan recuperar sus ingresos perdidos, para cubrir sus deudas.
“Estamos identificados con nuestro Departamento, estamos en la lucha y vamos a seguir a lado, pero mañana (viernes) nosotros nos replegamos porque nuestros afiliados ya no pueden aguantar más, tienen bastante desgaste. Estamos ocho días y por esa razón, queremos que nos entiendan. La decisión ya está tomada”, precisó. Luego del cuarto intermedio apoyarán con marchas y movilizaciones, aseguró.
El secretario del sindicato Sucre, Severino Condori, señaló que luego del cuarto intermedio en Sucre, seguirán con las medidas de presión pero cambiando de la estrategia. Acentuó que el paro cívico no se levanta.
Una vecina de la tercera edad, de nombre Rosa, aseveró que el prolongado paro ya se le ha hecho normal y parece haberse adaptado sin problemas. “Hay que caminar, no nos queda de otra”, señaló resignada, aunque admitió que a su edad “se sufre” porque no puede caminar tramos largos, así que optó por quedarse en casa o vigilar desde la puerta por si algo sucede.
Para afrontar las largas caminatas, varias personas optaron por vestir indumentaria deportiva o casual. También se volvió habitual andar en bicicleta o utilizar el servicio de mototaxis, cuyos conductores, en su mayoría jóvenes, se ubican en puntos estratégicos para trasladar a la gente a lugares alejados. Para los peatones llevar consigo una botella de agua o una sombrilla ya es usual.
Consultados, varios ciudadanos que viven en zonas distantes del centro agregaron un elemento de perjuicio: que tienen que prever alimentación y abrigo, especialmente si se trata de cumplir horarios de trabajo nocturno ante la imposibilidad de retornar a almorzar con la familia.
En ausencia del ruido urbano, los vecinos escuchan radioemisoras en volúmenes altos. Se ve a niños jugando por todas partes y las mascotas también han encontrado un lugar importante en las calles.
Los pocos turistas que se ven en la ciudad también deben caminar. Para ellos, el paseo no es precisamente por una ciudad colonial, las tiendas están cerradas y olores fétidos se desprenden de la basura acumulada en las calles. Canes revoloteando en los basurales, no dicen nada bien de una ciudad turística.
Refrescos, gelatina, tucumanas, salteñas, papas rellenas, papa con huevo, ají de fideo y otros alimentos similares se venden en puestos improvisados.
Al ocaso del día, las calles se llenan de peatones, quienes emprenden el retorno a sus hogares en procura de llegar sanos y salvos. Hay cansancio en la población.