Chuquisaca en la balanza
Dos politólogos y un diputado de la oposición coinciden en que el peso político de la región ha disminuido, mientras un parlamentario oficialista afirma que estamos “un poquito mejor”, pero no al nivel deseado

¿El Departamento ha aumentado su peso político en los últimos años? Como ocurrió durante las últimas elecciones generales de 2014, este 2018 sólo una chuquisaqueña figura en los binomios que buscan la presidencia y vicepresidencia del país, y aunque este es sólo un indicador, en un análisis más global, dos politólogos y un diputado de la oposición coinciden en que el peso político de la región ha disminuido, mientras un representante del oficialismo afirma que estamos “un poquito mejor que antes”, pero no al nivel deseado.
En las elecciones generales de 2014, participaron los binomios Evo Morales-Álvaro García Linera (MAS), Samuel Doria Medina-Ernesto Suárez (UD), Jorge Quiroga-Tomasa Yarhui (PDC), Juan del Granado-Adriana Gil (MSM) y Fernando Vargas-Margot Soria (PVB); la única chuquisaqueña: Yarhui, de amplia trayectoria política en Chuquisaca y ministra de Asuntos Campesinos durante el gobierno de Tuto (2001-2002).
Para el proceso que se llevará adelante el 20 de octubre de este año, hay nueve binomios: Evo Morales-Álvaro García Linera (MAS), Óscar Ortiz-Edwin Rodríguez (Bolivia dice No), Carlos Mesa-Gustavo Pedraza (Comunidad Ciudadana), Israel Rodríguez-Faustino Challapa (Frente Para la Victoria), Virginio Lema-Fernando Untoja (MNR); Félix Patzi-Lucila Mendieta (MTS); Ruth Nina-Leopoldo Chui (PAN-BOL); Jaime Paz Zamora-Paola Barriga (PDC), y Víctor Hugo Cárdenas-Humberto Peinado (UCS). Otra vez, hay una sola chuquisaqueña: Mendieta, novel en política y candidata a la vicepresidencia en el binomio que encabeza el gobernador de La Paz, ex militante del MAS y fundador del Movimiento Tercer Sistema (MTS).
Franz Flores, doctor en política, considera riesgoso calibrar el peso político de la región a partir de sus candidatos presidenciales e, incluso, a partir de la composición del gabinete. “Lo prueba el hecho de que Bolivia tuvo dos presidentes (Víctor y Jaime Paz) oriundos de una periferia como Tarija, postergado tanto política como económicamente. También que hoy, el candidato vicepresidencial de Bolivia Dijo No sea un potosino, otra región postergada. De todas maneras, esto no quiere decir que no exista marginación de Chuquisaca”, remarca.
El politólogo Wim Kamerbeek recuerda que Chuquisaca es una región desplazada económica e históricamente; a su juicio, su marginalidad política tiene su origen en decisiones de las élites locales que, desde 1994, se han dedicado a las obras y no a buscar mecanismos de consenso entre direcciones de partidos, o entre partidos y sociedad. “La desideologización –que no quiere decir que los políticos deban adscribirse a la izquierda o derecha, sino a una interpretación de su sociedad y cómo cambiarla– todavía es una constante”, sostiene.
Flores es concluyente al señalar que Chuquisaca no ha aumentado su peso político, al contrario éste ha disminuido debido “a la vocación centralizadora” del partido gobernante MAS que, en sus palabras, provocó el retroceso de todo el poder que habían alcanzado los gobiernos locales con la participación popular.
Kamerbeek coincide y añade que los partidos políticos someten a los liderazgos regionales a su agenda o éstos muestran poca predisposición a negociar con posiciones diferentes, en una actitud que aísla más a la región y que parece defender intereses personales camuflados en aspectos ideológicos “macro”.
ACTORES POLÍTICOS
Para el diputado de oposición Horacio Poppe (PDC), la marginalidad de Chuquisaca es la misma de hace 120 años porque el peso político va ligado al peso económico que recae sobre el eje central que, dice, “se desarrolla a costa de nuestros recursos”.
Considera que la ausencia de chuquisaqueños en los binomios es una muestra. “Al no tener movimiento económico, no tenemos población y al no tener población, no tenemos peso en las decisiones políticas del país. Estamos en una democracia del número, no del mérito”, enfatiza.
“Estamos un poquito mejor que antes, pero no al nivel que se hubiera querido en Chuquisaca”, manifiesta el presidente de la Brigada Parlamentaria, Elmar Callejas (MAS), al pedir tomar en cuenta dos ejes: la presencia de políticos en decisiones de primera línea a nivel nacional y proyectos concretados. Enarbola varias obras materializadas en este gobierno, pide dejar la actitud de víctima y mirar más allá del ombligo.
Sin embargo, reconoce: “Este proyecto no te sirve para irradiar a nivel nacional, ni siquiera a nivel del sur. Pensemos un proyecto a nivel nacional, estamos teniendo problema con el proyecto de Chuquisaca que vaya a incidir a nivel nacional”.
¿QUÉ CONFIGURA EL PESO POLÍTICO LOCAL?
Caudal electoral
Durante las elecciones generales de 2014, se emitieron 5.319.141 votos en todo el país; 284.218 en Chuquisaca.
Recursos econÓmicos
Chuquisaca registró un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 1.90% en 2017, sólo por delante de Potosí (1.28%) y Pando (-3.66%). El país creció un 4.20%
DE LA GUERRA FEDERAL A OTRO EJE
La derrota de Sucre en la Guerra Federal (1899), que implicó la pérdida de la sede de gobierno, y la integración entre Occidente y Oriente, con la consolidación del eje económico La Paz-Cochabamba-Santa Cruz, a mediados del siglo XX, son dos eventos determinantes en el actual peso político de Chuquisaca.
La Ley de Participación Popular de 1994 y la incorporación de circunscripciones uninominales, también en 1994, es otro punto de quiebre a tomar en cuenta. En este caso, hay dos lecturas: Franz Flores afirma que la vocación centralizadora del MAS provocó un retroceso en el poder alcanzado por los gobiernos locales a partir de la participación popular, mientras Wim Kamerbeeck sostiene que la territorializacion de la política implicó un distanciamiento de los partidos políticos nacionales y conllevó una suerte de “desideologización”.