En una publicación realizada por el Clarín Internacional, en febrero de 1968, Nº 52, cuyo director fue Sergio Almaraz Paz, encontramos un artículo titulado: “La complicada aventura de Mauricio Hochschild” escrito por R.Z.M. (René Zavaleta Mercado); junto a esta nota también existe otra titulada: “Solamente huesos reinvierten los Patiño en Bolivia” escrito por Augusto Céspedes; ambos trabajos conforman una pequeña muestra de la visión del nacionalismo revolucionario frente a los empresarios mineros.
Así, Zavaleta nos presenta a Hochschild como un formidable bussinessman que durante treinta y dos años tuvo relación no solo con la minería sino también con la misma historia boliviana mediante “la rosca en el Bufete Calvo” centro de operaciones de Hochschild, en el segundo piso del edificio de “Última Hora” en La Paz, lugar que “se consideraba de tradición familiar y con derecho de imponer al país sus decisiones”.
El alemán fue un especulador maravilloso cuya tesis de doctorado, tenía como título: “Comercialización de Minerales de Estaño”, siendo universitario visualizó su futuro, la mina Colquiri terminó en sus manos y llegó a ser el segundo Barón del Estaño. Pero para Zavaleta esta no fue una casualidad, sino más bien parte de un plan de una familia que era rica por generaciones. Como diría Zavaleta: “Los hechos lo han encubierto de tal manera que ahora es en todo urgente hacer un redescubrimiento de Mauricio Hochshild, para bien o para mal”.
También, Zavaleta menciona su vida privada, le reclama no solo comprarse una casa de segunda mano, pudiendo construirse una nueva; también su sentimentalismo al bautizar su mina con el nombre de su primera esposa: Matilde; su segundo matrimonio con la belga Germaine, su tercer matrimonio con la misma Matilde; la relación con el presidente Busch quien mandó a fusilarlo pero se salvó por intervención de asesores del presidente; la conspiración en la muerte de Villarroel; hasta la descripción de la tormentosa relación que tenía don Mauricio con su hijo Gerald, quien andaba entre parrandas y barraganas por lo que fue desheredado, lo que desencadenó un juicio de nivel mundial contra su padre, terminando sus días entre intentos de parricidio y filicidio frustrados.
Como un enemigo, Zavaleta nos presenta la peor faceta de Hochschild. Sin embargo, en palabras de H.C.F. Mansilla: “Probablemente Zavaleta no tuvo una actitud básica de imparcialidad y desapego frente a las cuestiones que estudiaba” (en su obra: “Una mirada crítica sobre la obra de René Zavaleta Mercado”), Zavaleta era un romántico de la Revolución de 1952.
Pero acaba de publicarse una obra del historiador León E. Bieber, llamada: “Dr. Mauricio Hochschild. Empresario minero, promotor e impulsor de la migración judía a Bolivia”, libro que nos permite entender no solo al hábil emprendedor proveniente de una familia de clase media (¿fue rico o de clase media?), su meteórica carrera en tan poco tiempo siendo comerciante de rescate de minerales hasta ser propietario de yacimientos mineros. También demuestra con fuentes primarias como Hochschild salvó la vida de miles de migrantes judíos de las manos de los nazis, en palabras de su prologuista Carlos D. Mesa: ¿Fue Hochschild un Schindler en Bolivia?
Hochschild jugó la partida que los políticos de turno le impusieron. Entonces se puede entender ese espíritu empresarial dominado por la lógica mercantilista (capitalismo de estado), mentalidad empresarial que necesita de los parásitos políticos para obtener privilegios, subvenciones, monopolios; aspecto contrario al desenvolvimiento del capitalismo competitivo, aquello que no entienden y confunden incluso pensadores que se hacen llamar liberales, para atacar la libertad económica.