El nuevo gabinete de ministros del Presidente del Estado destaca, por el momento, más por quienes han salido que por quienes han sido nombrados.
Dos son las más llamativas. Una, la salida del hasta ayer Ministro de Relaciones Exteriores, quien acompañó al Primer Mandatario desde su primer día de gobierno y que para muchos adherentes del MAS es su sucesor privilegiado. Luego, la del Ministro de la Presidencia, considerado “el poder detrás del trono” (en este caso, además, es la segunda vez que es destituido de esta cartera), en circunstancias en que se trata de un área de mucho poder tanto en influencia como en recursos, como se puede observar en la asignación presupuestaria correspondiente a este año y que, ahora, además, atenderá los temas relativos al proceso autonómico.
Otra decisión importante es la eliminación del Ministerio de Autonomías, reasignando sus funciones al Ministerio de la Presidencia que, por donde se analice, privilegia el centralismo secante en la toma de decisiones. Más allá de cómo se evalúe la gestión de su ex titular, con esta decisión el Gobierno muestra que el proceso autonómico cae radicalmente en su agenda de prioridades, situación que, seguramente, provocará la justificada alarma en las gobernaciones y alcaldías del país.
En cuanto a la presencia regional, se consolida el predominio de personalidades provenientes del área rural paceña frente a cualquier otra región, lo que parece responder, además, a las transacciones entre los diversos movimientos sociales adherentes al MAS, así como a sus corrientes internas.
La ratificación del Ministro de Economía (que ocupa el puesto desde la primera gestión del gobierno actual) y la creación del Ministerio de Energía son una buena señal en sentido de que en el Ejecutivo se ha tomado en cuenta la crisis económica internacional y parece haber convencimiento de que la manera en que se la enfrente tiene en ambas carteras una base fundamental.
La eliminación del Ministerio de Transparencia y el traspaso de sus funciones al Ministerio de Justicia es, probablemente, una racional decisión, más aún si quien pasa a ejercer la titularidad de esta cartera es un influyente dirigente del MAS y asesor directo del Primer Mandatario, el hasta ayer Procurador General del Estado.
En cuanto a los ratificados, no se han cumplido las especulaciones en sentido de que, por problemas de salud, sería cambiado el Ministro de Educación y por los problemas que en su gestión ha enfrentado, sin mucho éxito, la titular de Salud.
Dos cambios que es de esperar sean positivos son los de Comunicaciones y Trabajo. En el primer caso, la nueva titular conoce el funcionamiento del aparato del Estado y tiene un perfil más dialogante y profesional que su predecesora, perfil que esperemos se mantenga. En Trabajo, el nuevo ministro parece tener experiencia en esta área y ojalá que, a diferencia de su antecesor, cumpla y haga cumplir las leyes y Constitución en vigencia.
Se trata de un primer análisis de este cambio de gobierno que, a diferencia de lo que se estimaba, sí puede alcanzar una connotación mayor que la de un recambio circunstancial.
Por varias razones, se puede esperar que el nuevo equipo ministerial podrá traer consigo una renovación que podría alcanzar una connotación mayor que la de un recambio circunstancial