La carne para mi mamita

CIENCIA CUÉNTICA 08/02/2017
PUBLICITE AQUÍ

Amenudo no tomamos en cuenta a los niños. Ellos pueden ser fuente de enormes enseñanzas.

La hermana Lourdes Montalvo, Sierva de María, que trabaja en el hospital San Pedro Claver de Lajastambo, Sucre, me cuenta la historia de una niña hospitalizada, desnutrida y tímida. Se la quiere nutrir y las enfermeras descubren que la niña no se come su carne, que la conserva. Cuando se la aborda la niña, con una timidez y casi con lágrimas contesta que conserva la carne de su comida para su mamá, que en su casa no comían carne, que a su mamá le encanta.

Esta historia me da un ejemplo de vida, es casi como el mismo Evangelio, sobre todo cuando uno piensa que los niños no piensan en los demás, que no cuidan de los demás. Esta niña, a la que también le encantaría la carne, pensaba en su mamá, creía que con este gesto era agradecida con ella, alababa los cuidados de su progenitora. Esto me lleva más allá. A menudo, se cree que la pobreza deshumaniza y que la carencia provoca cualquier tipo de renuncia al honor. Esta niña, tan pobre, tan desnutrida, no permitió que el amor se le desnutriera, hizo que su mamá siguiera presente, que pensara también en su bienestar. Ella pensó que la que más necesitaba nutrición y felicidad era su mamá, la que la visitaba cada día. Este ejemplo me recuerda la narración evangélica de la viuda que echa moneditas al óbolo. Este gesto no se le pasa por alto a Jesús. Su observación concluye que la viuda ha dado más que cualquiera, que los ricos sólo daban de lo que les sobraba, que la viuda ha dado de lo que tenía para vivir. La niña, conservaba lo más precioso del plato para su mamá, privándose ella de ese manjar, carente en la mesa de su casa. Esta niña renunciaba a lo más precioso para hacer feliz a su mamá. Renunciaba a su nutrición para compartirla con su mamá.

Sé que el hospital procuró la nutrición de la niña, posiblemente con un pedazo extra de carne. Es posible que este gesto, el de la niña paciente, moviera el corazón de las enfermeras, médicos, religiosas como un gesto de alto Evangelio. La pobreza no deshumaniza, no quita la solidaridad, por el contrario, la aviva. Sólo quien sufre la carencia es capaz de dar lo fundamental a los seres queridos, no lo que sobra. Los niños no son el mundo vacío que hay que llenar, ellos son la alegría de Dios, piensan en los demás y nos llenan de Dios, de familia, de alegría, de solidaridad y de pensamiento alegre. De ellos nos viene el abrazo de Dios, con ellos nos dirigimos al encuentro con Él.

Este gesto me hace avergonzar, pues los mayores no siempre actuamos con tan elemental y fundamental solidaridad. A veces ni siquiera pensamos en los demás, en los más necesitados. La niña del hospital pensó en su madre necesitada, pensó en su alegría y le reservó lo que más le gustaba. Los niños no inventan el Evangelio, lo viven con naturalidad y alegría. Estoy seguro de que a esta niña, el Padre ya la inscribió en su corazón y ya forma parte de su banquete.

[email protected] http://cienciacuentica.blogspot.com/

 

Compartir:
Más artículos del autor


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor