Durante el tiempo en el que una buena parte de los gobiernos de la región eran aquellos adscritos al modelo económico de libre mercado, las denuncias de sus opositores apuntaban a la comisión de actos de corrupción en los que, invariablemente, estaban entremezclados Estados Unidos y compañías transnacionales generalmente vinculadas a este país.
Más allá de las definiciones clásicas de “izquierda”, “derecha”, “conservadores” o “progresistas”, esos gobiernos se acogieron al denominado “Consenso de Washington” que consistía en la aplicación de fórmulas para estabilizar la economía de los países latinoamericanos que salían de los periodos dictatoriales.
Las fórmulas o “recetas” consiguieron frenar los procesos inflacionarios, pero con altos costos sociales. Adicionalmente, surgieron aparatos y esquemas de corrupción que ya no se limitaban a la apropiación de fondos públicos, sino a la recepción de sobornos por la adjudicación de contratos a empresas extranjeras, las llamadas multinacionales.
Fue así que estallaron escándalos de corrupción en diferentes países. En Brasil, Fernando Collor de Mello fue destituido tras masivas protestas populares, mientras que en Bolivia se sindicaba al gobierno del entonces presidente Jaime Paz Zamora de tener vínculos con el narcotráfico. En Perú, Alberto Fujimori abusó de su poder a tal extremo que extendió su mandato, cerró el congreso y, finalmente, fue destituido por violaciones a los derechos humanos. La influencia transnacional más evidente se apreció en nuestro país con la entrega de empresas estratégicas a compañías trasnacionales bajo el método de la capitalización.
Esos y otros argumentos motivaron el desprestigio de los partidos considerados “conservadores” y la irrupción en el poder de los llamados “progresistas”. Uno de sus estandartes políticos era la lucha contra la corrupción.
Con el paso de los años, estos gobiernos no sólo igualaron, sino que superaron el grado de corrupción al que llegaron sus antecesores. El método de enriquecimiento de sus clases dirigentes es, generalmente, la recepción de sobornos.
En Argentina, por ejemplo, el cambio de timón en la Casa Rosada permitió conocer el grado de corrupción al que llegaron los esposos Kirchner que se alternaron en el poder. La viuda, Cristina, está acusada, entre otras cosas, de corrupción, asociación ilícita y administración fraudulenta agravada de los bienes del Estado. Uno de los casos de soborno que se le imputa es el de las obras de reconstrucción de un ramal del tren patagónico que nunca se realizaron, pero dieron paso a pagos de hasta 10 millones de dólares.
Pero hasta esa suma se queda pequeña frente al escándalo desatado por el llamado “Caso Odebrecht”, que consiste en el pago de sobornos a altos funcionarios de 12 países, incluidos Argentina, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, a lo largo de 20 años durante los cuales la empresa brasileña de ese nombre se benefició con generosos contratos estatales.
Se trata de un periodo que incluye a los gobiernos “conservadores” o “neoliberales” pero ha tocado a los más importantes representantes del denominado “socialismo del siglo XXI”. En Ecuador fue encarcelado el vicepresidente Jorge Glas, que compartió mandato con el ex presidente Rafael Correa; en Perú, uno de los supuestos beneficiarios de los sobornos es el ex presidente Ollanta Humala; mientras que en Venezuela hay varios casos de obras inconclusas, adjudicadas en los gobiernos del fallecido Hugo Chávez.
En Brasil, tras la destitución de Dilma Rousseff, el Partido de los Trabajadores recibió el más duro golpe cuando se ratificó la condena contra su líder, el ex presidente Lula da Silva, a quien se acusa de haber recibido sobornos de la constructora OAS que también se adjudicó contratos en nuestro país.
Al parecer, en política no existen demasiadas diferencias.
La influencia transnacional y denuncias de corrupción motivaron en el pasado reciente, el desprestigio de los partidos considerados “conservadores” y la irrupción en el poder de los llamados “progresistas”. Con el paso de los años, estos gobiernos no sólo igualaron sino que superaron a sus antecesores