Cuando nos iniciamos en el mundo de la investigación; sea por formas de validación profesional, llámese requisitos de egreso o por caminos que nos llevaron a buscar cualificaciones laborales con los estudios pos graduales, encontramos que hacer un trabajo de investigación, como requisito académico, es una carga que lleva algunos a sucumbir en la intención y abandonar la “grandilocuente empresa” de hacer una investigación.
Las razones, muy variadas; desde razones de falta de tiempo, dinero, lugar, libros, entre otros, hasta la sensación, y de pronto la más importante, de no tener capacidad para hacerlo. Pues bien, noticia…la investigación no solo es ámbito de los hombres de lentes, calvos y encerrados en un laboratorio o los llamados ratones de biblioteca: la investigación es una necesidad del ser humano para entender su entorno, su realidad y adaptarse mejor a Él.
Luego para satisfacer esa necesidad; ahora que la ciencia clásica es insuficiente, la realidad y entorno debe divisarse desde el pensamiento crítico, creativo, reflexivo y ético; en consecuencia, contra la rigidez del método científico, la investigación en el ámbito de las ciencias sociales, se basa en características no siempre racionales como son, la intuición y la imaginación.
Ahora bien, religar estas características humanas es una tarea poco desarrollada en el ámbito de la educación y por supuesto en la enseñanza de la investigación. ¿Cuantos docentes nos hicieron entender que estas características son fundamentales en la investigación?; en mi experiencia muy pocos. ¿No era la intuición una característica del conocimiento silvestre o vulgar? ¿No servía la imaginación solo para ver el futuro?; claro, se olvidaron que son la base de la innovación.
En el informe sobre índice mundial de innovación 2017 del Foro Económico Mundial ningún país de América Latina aparece entre los 25 primeros del mundo y Bolivia ocupa el puesto 106, el último lugar entre los países de América Latina. (www.weforum.org/es/agenda/2017/09/cuales-son-los-paises-mas-y-menos-innovadores-de-america-latina).
Nuestra capacidad innovadora es una debilidad estructural y no se perfila cualitativamente el desarrollo y estimulo de las actividades de investigación, tanto a nivel estatal como privado, los círculos virtuosos para generar entornos en los que se promueva la creatividad son esenciales y no están suficientemente trabajados en los diferentes niveles del sistema educativo del Estado.
Es tiempo de promover estos círculos virtuosos en el mentado proceso enseñanza aprendizaje, para que en todos los niveles de la educación, se estimule, estén presentes y se visualicen la imaginación, intuición e investigación como ámbitos de naturaleza explícitamente humana y que permitan la conversión de nuestros recursos y esfuerzos en resultados productivos, para que a futuro nuestro país sea uno de los más innovadores en Latinoamérica y el mundo.