La contribución más valiosa a la Geopolítica Boliviana posiblemente sea la de Alberto Ostria Gutiérrez, al señalar la perspectiva de que: Bolivia se constituye en la tierra de contactos y por tanto en el área del equilibrio continental, una vez satisfechas, sus legítimas aspiraciones portuarias en el Pacífico, las mismas que deben estar afianzadas con la consecución de un pacto suscrito con sus vecinos que vitalice y garantice una permanente y libre supervivencia como Estado de equilibrio. Es notoria la preocupación de Ostria Gutiérrez por la paz, el equilibrio y la integración; quizá con esta trilogía, pudo responderle adecuadamente al geopolítico norteamericano Lewis A. Tambs en su cuestionamiento: Porqué Bolivia no manda en el continente, a lo que él mismo responde: Un núcleo vital, para ser efectivo, debe ser fuertemente sostenido y organizado para poder actuar así como centro de poder. La estrategia de Ostria Gutiérrez como diplomático de carrera y embajador en Chile, estaba centrada en la posibilidad de convertir a Bolivia en la tierra de contactos y por lo tanto de integración. Con una mentalidad moderna y visionaria se adelantó a nuestra época globalizada y se alejó de los viejos cánones de la tradicional y errada geopolítica guerrista que hizo tradición para promover actitudes que por su exacerbada aplicación ha causado inmenso dolor, primero en Europa y posteriormente en América.
Después de la Guerra del Chaco, las tendencias nacionalistas y socialistas se hicieron casi obligatorias en Bolivia. La construcción de la identidad nacional se fundamentó en el retorno a las raíces indígenas del país. El cosmopolitismo liberal y la apertura al mundo fueron desechados, al menos como cimientos del discurso de la identidad nacional. El mérito de Alberto Ostria Gutiérrez fue defender valientemente la tesis: Bolivia país de contactos, que como lo vimos, significa una integración económica, comercial y de transportes con los vecinos.
De acuerdo con Erika J. Rivera, Guillermo Francovich fue el principal motor de esta concepción, al impulsar la construcción de líneas de transporte con Argentina y Brasil. Se trataba, en el fondo, de construir una identidad nacional abierta al mundo moderno, superando la concepción de una identidad cerrada sobre sí mismo. Las gestiones diplomáticas de Ostria y Francovich no fueron apoyadas masivamente en el país, sino vilipendiadas, justamente por las diferentes concepciones que en ese entonces ya existía, sean estas ideologías demagógicas, o tal vez como concluye Erika, porque nunca nos hemos sentado seriamente a preguntarnos ¿Qué es lo que queremos ser? Entonces, cuando hay individuos que actúan en oposición a la inercia y a favor de la construcción de nuestro futuro, estos casi siempre son atacados con adjetivaciones que ya conocemos como vende-patrias.
La Geopolítica ya sea en la paz o en la guerra, a nivel nacional e internacional, busca y propicia fórmulas concretas de eficacia colectiva – eficacia hacia adentro y hacia fuera – siendo la última resultante de la primera, por lo que su principal lección es hacer madurar su sentido de cohesión interna. La historia nos muestra que los bolivianos nos hemos formado, y lo seguimos haciendo, a través de tensiones y conflictos, muy alejados al pensamiento y propósitos de Ostria y Francovich que demandaban cohesión interna para afrontar, de mejor forma, las amenazas externas. El de seguir avanzando, a pasos más acelerados, con la integración y comunicación con nuestros vecinos, por la realización del nosotros como proyecto político, aprendiendo a ser visionarios, que es el ejemplo que debemos tomar de estos diplomáticos que trabajaron por la paz y el fin del aislamiento boliviano.