La labor de un gobernante no debería estar dirigida a la ideologización de sus gobernados, y menos aun tratándose de los organismos de seguridad, porque su tarea es la de administrar el Estado de manera que sus recursos sean utilizados para el bienestar de sus habitantes
Como todo, el refrán que dice “más sabe el diablo por viejo que por diablo” tiene sus excepciones y, lamentablemente, la de Bolivia parece ser el caso del presidente Evo Morales.
El refrán de referencia no está precisamente vinculado a la edad sino a la experiencia que, según opinión generalizada, brinda más conocimiento y sabiduría que la astucia o la inteligencia inherente a la persona. En otras palabras, mientras más tiempo lleva una persona realizando la misma actividad, más habilidad desarrollará en esta.
Sin embargo, las declaraciones públicas del Jefe de Estado demuestran que, pese a que ya lleva más de 13 años ejerciendo el poder; es decir, desarrollando la misma actividad durante los siete días de la semana, todavía no ha aprendido a improvisar un discurso enmarcado en el estatismo, entendido este como la “tendencia que exalta el poder y la preeminencia del Estado sobre las demás entidades sociales”.
Un estadista no ofende a las mujeres, como el presidente lo hace con lamentable frecuencia. La última vez que lo hizo fue precisamente en el Día Internacional de la Mujer, cuando, al referirse a la relación entre sus padres, habló de la presunta infidelidad de su progenitor y la enfocó como si esa actitud fuera de lo más normal. Por una parte, esa idiosincrasia explica muchas de las conductas del gobernante y; por otra, lleva a cuestionar nuevamente si fue correcto invertir fondos públicos para levantar un monumento a la pareja que le dio vida.
Apenas al día siguiente, demostró que sigue creyendo que en su función de Mandatario puede desarrollar adoctrinamiento porque recomendó a los cadetes de la Academia Nacional de Policías que lean cuatro libros, uno por cada año de formación académica, de los que tres están identificados como de tendencia marxista.
El único libro que todavía no ha recibido rótulo ideológico es el “Diario de un comandante de la Guerra de la Independencia” que, según las investigaciones al respecto, vendría a ser un documento labrado por José Santos Vargas que fue tambor en las guerrillas de Sica Sica y Ayopaya.
Llama la atención el interés que el gobierno pone en Vargas, a quien se ha incluido en el nuevo billete de 10 Bolivianos, debido a que, pese a los rasgos del retrato idealizado que se hace de él, este personaje histórico no fue indio sino mestizo pero ahí está, recomendado como lectura apta para los futuros policías.
Leer a Vargas es un buen consejo y lo mismo se podría decir de los restantes tres libros recomendados por Morales si no tuviéramos el antecedente de que, por las veces en las que los menciona, parecen estar entre los que ha leído él. Por ello, parecería que lo que el Presidente quiere es que los cadetes aprendan a pensar como él.
La labor de un gobernante no debería estar dirigida a la ideologización de sus gobernados, y menos aun tratándose de los organismos de seguridad, porque su tarea es la de administrar el Estado de manera que sus recursos sean utilizados para el bienestar de sus habitantes.
Del Presidente ya sabemos que comienza su jornada laboral más temprano que ningún otro, a las 5:00 de todos los días, y que sus primeras tareas son reuniones, ya sea con su gabinete o con representantes de diversas organizaciones. Pero, luego de eso, los reportes hablan mayoritariamente de viajes que realiza por todo el país, generalmente entregando obras.
Viaja y entrega obras, muchas veces ejecutadas por gobiernos departamentales y/o municipales, discursea y festeja. A veces viaja al exterior y en ocasiones con motivos de recreación, como a inauguraciones de los mundiales. La gente ya ha comenzado a preguntarse cuándo es que trabaja en tareas esencialmente inherentes a las de un estadista.