Cuando trabajar es casi imprescindible para estudiar

Los niños y adolescentes trabajadores dividen su tiempo para estudiar

Cuando trabajar es casi imprescindible para estudiar Cuando trabajar es casi imprescindible para estudiar

Zara Debbie Ali F.
Panorama / 06/05/2018 04:07

Es alrededor de las 13:00 y el muchacho está sentado en el sofá. Al parecer escucha música porque está con auriculares y de rato en rato hace un leve movimiento con la cabeza, como para seguir el ritmo de alguna canción.

Su nombre es Carlos, tiene 16 años y recuerda que desde sus 12 años empezó a “llevar dinero a su familia”, primero al trabajar como limpiador de micros, después como lavador de autos y actualmente de limpiavidrios, oficio que realiza cada mañana en la céntrica avenida Hernando Siles.

Él es uno de los adolescentes que asiste al programa municipal Almuerzo Saludable Educativo que nació en 2014 con el fin de otorgar la ración alimentaria de mediodía a niños y adolescentes trabajadores de la Capital, entre ellos lustrabotas, vendedores de discos y limpiavidrios.

Si bien, el programa tiene capacidad para brindar su servicio a 100 niños y adolescentes trabajadores, actualmente acoge a alrededor de 40, debido a que esta gestión abrieron las puertas sólo hace un par de semanas a causa de la falta de contratos al personal.

Brinda el apoyo en cuatro áreas: pedagógica, social, audiovisual y arte y cultura, aunque todavía no cuenta con el equipo de trabajo completo.

“Deberían incorporarse una psicóloga y un profesor de manualidades para alcanzar el objetivo por el que fue creado el programa”, dice Miriam Medinacelly, trabajadora social de esa institución.

El encargado del programa, Nicolás Mamani, señala que una de las metas es incentivar el estudio, “Nuestra tarea es que estos niños sean bachilleres y después puedan estudiar una carrera profesional”.

Señala que evitar  la deserción escolar aún es un reto, porque la mayoría de los niños y adolescentes trabajadores no cuentan con el apoyo extraescolar en su casa. “Algunos viven sólo con su madre, quien se va a trabajar todo el día, y otros viven con sus parientes, así que no hay seguimiento”, expresa.

Sólo el año pasado, recuerda que se presentaron cuatro casos de adolescentes trabajadores que se desvincularon de la formación educativa. “Tuvimos que realizar gestiones para que ellos sean incorporados a los colegios”, manifiesta.

Y aunque no brinda cifras, reitera que en la adolescencia se da el mayor porcentaje de deserción escolar. Hay varios motivos, pero “la dejadez de los padres de familia y la falta de control adecuado” hacen que los adolescentes abandonen su formación, complementa.

Carlos es el tercero de seis hermanos y después de trabajar como limpiavidrios en la Hernando Siles, asiste por las tardes a la unidad educativa Jose Mariano Serrano donde cursa el tercero de secundaria.

¿Cómo te va en el colegio?

Más o menos.

¿Qué materia se te hace más difícil?

Matemáticas.

El apoyo pedagógico que brinda el programa a los niños y adolescentes trabajadores se concreta también con el apoyo de voluntarios, además de un profesional del área.

El Presidente de la Federación Departamental de Niños, Niñas, Adolescentes y Jóvenes Trabajadores de Chuquisaca, Wilson Rodríguez (18), recuerda que esa organización aglutina actualmente a siete gremios: lustrabotas, lavaautos, limpiavidrios, escaleritas, estibadores, canillitas y vendedores.

“En los estudios están regular. Pero algunos sí se ponen las pilas, una (de las adolescentes trabajadoras) es la mejor alumna de su colegio, es un impacto para nosotros (…). Todo el día trabajando, ya vemos cómo está el mundo, es necesario estudiar, vemos cómo te tratan las personas. Si no eres nada, no te respetan”, dice y agrega que éste año él postulará a la carrera de Ingeniería Civil.

La representante de la Organización No Gubernamental (ONG) Realidades, Tahí Abrego, manifiesta que entre los problemas que enfrentan los niños trabajadores está la falta de acceso a materiales escolares.

De hecho, el programa Almuerzo Educativo Saludable cuenta en su área pedagógica con un número reducido de material bibliográfico, según lo confirma el encargado.

Esa situación motivó a la ONG a coordinar con otros grupos de voluntarios para organizar una colecta y aumentar la cantidad de libros disponibles para la formación de los niños y adolescentes trabajadores que asisten al programa.

Sobre la base de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Abrego, dice que en 2012, sólo en Chuquisaca se registraron a 26.753 niños y adolescentes trabajadores, mientras que en Sucre 9.943, de los cuáles más de 3.300 son menores de 14 años, que es la edad legalmente permitida para trabajar.

Carlos, que ahora tiene 16 años, pero trabaja desde los 12, dice que le gustaría estudiar Arquitectura.

"Soy bueno para el dibujo", afirma.

Después levanta su mochila y se va a almorzar.

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