Bolivia y Paraguay se disputan trofeos de la Guerra del Chaco
El hallazgo del avión de Rafael Pabón cerró uno de los capítulos más apasionados de la historia aeronáutica militar americana
Hay un avión cuyos restos los paraguayos quieren recuperar. Es una nave de reconocimiento. Ese Potez 25 está en el Museo del Colegio Militar de Irpavi, en La Paz. Rafael Pabón, el máximo héroe de la aviación boliviana durante la Guerra del Chaco (1932-1935), lo derribó con un caza Vickers el 4 de diciembre de 1932. Fue el primer combate aéreo registrado en América.
Hay un avión cuyos restos los bolivianos quieren recuperar. Es un cazabombardero que piloteó por última vez el héroe boliviano el 12 de agosto de 1934. La habilitación o desmonte de una propiedad en Paraguay reveló los restos del Curtiss Osprey en el que cayó Pabón junto con su artillero, Mario Calvo.
Según cuenta Antonio Sapienza, autor de varios libros sobre historia de la aviación paraguaya, el general boliviano José Leonardo Lanza estaba agrupando combatientes para atacar la zona del kilómetro 160 del ferrocarril de Puerto Casado, vía de abastecimiento del Ejército paraguayo. La mejor manera de vigilar era la aérea, porque sólo existía una brecha que hacía imposible la movilización de todo un cuerpo de la Armada. Si el Ejército boliviano estaba abriendo un nuevo camino, un avión debía ser usado para saberlo.
José Félix Estigarribia, el general al mando en Paraguay, pidió a la aviación que se mantenga vigilante. Se le encargó una misión de reconocimiento al capitán Carmelo Peralta y a Rogelio Etcheverry. Abordaron un avión Potez y se dirigieron “hacia el Este, en la zona del ferrocarril de Casado (…) luego se dirigieron al norte, hacia Florida y Madrejón. En ese trayecto, al sobrevolar el Fortín Madrejón, pudieron observar un avión boliviano estacionado en la pista”.
Pabón y Calvo abordaron un Curtiss Osprey para derribar al Potez. El Curtiss puede maniobrar mejor que un bombardero de reconocimiento, así que rápidamente lo alcanzó y comenzó a disparar su ametralladora. Expertos como Amalia Villa de la Tapia explicaron que el pesado bombardero paraguayo tenía sólo un recurso: volar pegado a los árboles, para evitar ser atacado por debajo por el Curtiss, mientras volaba en zigzag y disparaba sus dos ametralladoras.
La rapidez del Curtiss hacía que sólo pudiera tener por escasos segundos al Potez en su mira, así que Pabón hacía varias acrobacias para disparar mejor.
Ramiro Molina Alanes, historiador boliviano, piloto y suboficial de la Fuerza Aérea, es un admirador de Pabón. Durante mucho tiempo apoyó la versión de que Pabón no fue derribado y que cayó después de realizar varias acrobacias para disparar al Potez paraguayo.
Citó, en un artículo, a la historiadora Villa de la Tapia, también piloto. “El 15 de agosto, el aviador boliviano Juan Antonio Rivera logra ubicar los restos del avión en campo amigo, a 10 kilómetros del sur de Florida, región completamente boscosa.
Según el parte oficial, la patrulla de rescate encuentra un día después el aparato destruido, el cadáver de Pabón y, al día siguiente, el cadáver de Calvo aferrado a su metralla. Ninguno presentaba heridas de bala ni estaban carbonizados tampoco. Hacia el mediodía del 17 de agosto, la dolorosa noticia fue dada a conocer por las radioemisoras. Al anochecer, luego de un oficio religioso en su memoria, en Madrejón, los restos de ambos pilotos llegaron a Villamontes para su traslado al corazón de la Patria”.
Molina también apoyaba la presencia de una segunda nave paraguaya que Pabón enfrentó ese día.
¿ES O NO ES EL AVIÓN?
Cuando se supo que el avión había sido encontrado, el ministro de Defensa, Javier Zavaleta, dijo que Bolivia enviaría una comisión de militares a Paraguay para verificar si los restos del avión son de la nave que piloteaba Pabón. El espacio para la duda es inexistente. El historiador paraguayo José Luis Martínez estuvo hace poco en el Museo de Nanawa, donde fueron llevados los restos del avión.
Enumera que son varios los motivos por los que no hay duda. Primero, la plaqueta identificatoria del carburador Bendix Stromberg indica claramente que el motor corresponde al modelo R-975 E2 (Whright-Whirlwind) del Curtiss, modelo C14R ‘Osprey’, cazabombardero biplaza de procedencia estadounidense. Segundo, los restos del motor hallados corresponde a la descripción de un motor R-975 (Whright-Whirlwind), radial de 9 cilindros en corona, refrigerado por aire. Sólo uno de los cilindros está desaparecido. Tercero: La ametralladora encontrada entre los restos corresponde a la Colt MG 40 frontal, que equipaba el Curtiss Osprey.
¿Cayó o fue derribado?
Ramiro Alanes dice que la historia del balazo en la frente de Pabón es una exageración del piloto paraguayo Carmelo Peralta. “¿Cómo van a saber los paraguayos que le ha llegado a la frente? El mismo piloto, Carmelo Peralta, que lo derribó, no sabía que se trataba de Pabón. Cuando llegó a Paraguay, no lo sabía, porque estaba en plena etapa de huida”.
Al tiempo que huía a ras de los árboles para no ser atacado por debajo, disparaba intermitentemente las ametralladoras. “Mientras, Pabón hacía acrobacias (para mejorar el ángulo de tiro). El problema de Pabón fue un exceso de confianza. Él quería que el avión paraguayo vaya a líneas bolivianas, porque los paraguayos negaron su segunda victoria, la del 18 junio de 1934. Pabón quería que, como la victoria del 4 de diciembre de 1932, el avión caiga en líneas bolivianas. Por eso, con maniobras, trataba de meter al avión paraguayo a las líneas bolivianas. Atacó, lamentablemente, por el mismo lugar tres veces y ahí lo esperaron. Le llegó nomás la andanada de balas, porque estaban artillados con dos ametralladoras juntas, así que el artillero tenía mayor poder de fuego”.
Los restos del avión tienen mucho para contar. Martínez dice que si bien los cuerpos de Pabón y Calvo pudieron no haberse quemado, “existen firmes evidencias de que se produjo algún tipo de fuego en el avión de Pabón estando ya en el suelo, puesto que existen varias piezas fundidas en una sola. Hay restos del bloque motor de aluminio –desprendidos en el impacto contra el suelo– que se hallaban fundidos con vainillas de proyectiles no servidos aun de la ametralladora frontal y explosionados debido a las altas temperaturas”.
Martínez registró impactos de proyectiles en varias partes del motor del Curtiss. “Los más resaltantes por el evidente daño que produjeron en su funcionamiento, se hallan en un cilindro, dos de las tapas de válvulas, un mínimo de tres impactos en la hélice, dos impactos en el carenado (cubierta) del motor, otro en un sector del fuselaje y podrían aparecer otros impactos en un peritaje técnico”.
Ramiro Alanes apoyó, inicialmente, tanto la presencia de un segundo avión paraguayo como la hipótesis de que no fue derribado. Se ha retractado: “En un principio yo manejaba eso, como boliviano, para resaltar la figura de Pabón”.
Pabón, gloria y caída del héroe
Con el hallazgo en Paraguay, en junio de este año de los restos del avión comandado por el capitán boliviano Rafael Pabón Cuevas, se cerró un capítulo que ha fascinado a los historiadores aeronáuticos de la Guerra del Chaco (1932-1935): el combate aéreo que costó la vida al más legendario de los pilotos del país.
El paceño protagonizó la primera batalla área de América, el 4 de diciembre de 1932, aquella en la que derribó la nave paraguaya tripulado por el teniente Trifón Benítez y el capitán Ramón Ávalos.
Nació en Irupana, población de La Paz, el 23 de julio de 1903 y se convirtió en un símbolo de la aviación boliviana por su destacado rol en la Guerra del Chaco.
Tenía una mirada profunda, sus ojos llenos de coraje, inspiraba respeto, pero también miedo. En su cabeza llevaba el clásico gorro y lentes de aviador. No tenía miedo a la muerte y en el infinito cielo trazó su destino como uno de los muchos bolivianos que luchó y murió por su Patria.
Cuentan algunos beneméritos que cuando se encontraban luchando en las trincheras y el sonido de un motor se acercaba, hacía que ellos levanten la mirada al cielo y esperaban que sea el avión de Pabón.
Cuando se trataba del aviador había más ganas de luchar, sabían que no estaban solos y desde el aire había un boliviano que estaba luchando al igual que ellos.
La figura de Pabón en los cielos era aliento para los combatientes bolivianos, era el cóndor boliviano que vigilaba el Chaco a la espera de su presa.
En pleno conflicto bélico, Pabón manejaba el avión que cayó a tierra, provocando su muerte y la de su copiloto, el orureño subteniente Mario Calvo, su artillero. Era el amo de los cielos derribando aviones enemigos y murió en defensa de Bolivia, a su estilo, como él hubiera siempre querido: luchando en las alturas.
Falleció el 12 de agosto de 1934, con 31 años de edad, en un ataque que para la aviación paraguaya se considera como su mayor hazaña.
¿Qué pasará con los aviones?
El historiador paraguayo José Luis Martínez recuerda que ambos países tienen sendas leyes de los gobiernos de Sánchez de Lozada y Carlos Wasmosy que disponen la devolución de los trofeos de guerra sin especificar si se hará como canje. “En 1994 el Paraguay devolvió un tanque Vicker Type A y otros y Bolivia devolvió unos cañones. Ningún otro trofeo de guerra se ha devuelto oficialmente aunque las leyes siguen vigentes.
Una vez demostrada la buena voluntad con la devolución recíproca de algunos trofeos como los mencionados, los demás deben quedar en los museos donde están hoy”, dice.
“En Bolivia se tiene el timón de cola del Potez N° 6 de Trifón Benítez derribado por Pabón que se exhibió por más de 70 años a los bolivianos como muestra de la pericia y del valor del piloto y creo que es de justicia que los paraguayos puedan apreciar en un museo la muestra de la pericia de una tripulación paraguaya como la de Peralta/Echeverry”, opina. El historiador considera que las heridas de esta guerra ya están restañadas y la exhibición de estos restos no debe dejar de apuntar más que a satisfacer una curiosidad histórica y a un homenaje a los hombres que cayeron en defensa de sus patrias.
Molina respalda que si bien Paraguay devolvió un tanque y cañones, Bolivia devolvió pocas cosas, como los efectos personales del piloto que cayó en ese avión paraguayo: “Había un llavero, una virgencita y pequeñas cosas personales. Para restañar las heridas del Chaco creo que habría que devolver (los restos) y olvidarnos de eso. Así nos devuelven nuestro avión. Estamos en las mismas circunstancias”.
Ambos países cuentan en museos las batallas aéreas que tuvieron
Un museo de Asunción muestra la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (1932-1935), desde el punto de vista de los legendarios aviadores que libraron las consideradas como las primeras batallas aéreas de América, a través de algunos de sus objetos y documentos.
Se trata del único museo del país dedicado, en exclusiva, al escenario aéreo de aquella guerra, que enfrentó a Bolivia y Paraguay por la posesión de las áridas tierras del Chaco, donde actualmente el país explota gas natural.
El objetivo del museo, dirigido por la empresaria y coleccionista privada María del Carmen Pérez y reconocido por las autoridades culturales del país, es el de mantener viva la memoria de los Aviadores de la Guerra del Chaco.
La muestra, emplazada en el último piso de un rascacielos asunceno, recoge varias decenas de objetos y documentos relativos a la contienda y a los pilotos que lucharon en ella, y en especial, los que pertenecieron al legendario aviador paraguayo Fernando Alfonso Pérez, padre de la directora del museo.
La coleccionista explicó que "la mayor ilusión que yo tenía era la de hacer un museo dedicado a mi padre", por lo que comenzó a recopilar sus objetos, que fueron el inicio de una colección privada, que desde hace un año fue reconocida por la Secretaría Nacional de Cultura (SNC) como museo.
Ese título supuso que el contenido del mismo pasase a ser "patrimonio cultural del país", según confirmó Pérez.
Además de las pertenencias de su padre, Pérez ha logrado reunir objetos propiedad de otros pilotos que compró a sus descendientes, así como algunos que encontró en "casas de antigüedades".
Una de las últimas piezas incorporadas a la muestra y que fue un regalo de las autoridades bolivianas, según aseguró Pérez, es un retrato pintado de su padre junto al reconocido aviador boliviano Rafael Pabón, cuyo avión fue hallado el pasado junio en el Chaco paraguayo.
Los restos del biplano pilotado por Pabón, un Curtiss-Wright CW-C14R Osprey, fueron encontrados en una estancia rural cercana a la localidad de Florida, en el Chaco paraguayo.
Pabón y su artillero fallecieron en combate en agosto de 1934 al ser derribados por un avión de reconocimiento paraguayo, un Potez 25 de fabricación francesa, como lo eran todos los aviones con que contaba la Fuerza Aérea paraguaya y de los que el museo alberga algunas piezas.
Entre ellas, el cuadro de mandos del Potez 25 pilotado por Carmelo Peralta, que fue el aviador que derribó, según los historiadores, el aparato del célebre piloto boliviano.
El Gobierno boliviano anunció entonces el envío de una comisión de militares a Paraguay para verificar si los restos del avión siniestrado se corresponden con el de Pabón, que actualmente se encuentran en el Museo Militar de la Guerra del Chaco, situado en el Departamento de Boquerón.
Además, Pérez comentó que es "la única" coleccionista que posee "dos trofeos de guerra", en concreto, un libro cartográfico y un fusil pertenecientes a las Fuerzas Armadas paraguayas, que fueron requisados por el Ejército boliviano y que la institución le donó hace un año.
La estancia cuenta también con una biblioteca dedicada a las batallas aéreas de la guerra y a todo lo relativo a la aviación paraguaya.
La directora del museo es, además, la copropietaria del edificio que lo alberga, junto a oficinas y la embajada de Taiwán.
Un rascacielos "temático", situado en el centro financiero de Asunción y dedicado a los héroes aéreos de la Guerra del Chaco, cuyas fotografías y condecoraciones decoran los pasillos de todo el inmueble.
Como parte empresarial, explicó, "queríamos dejar un legado a la sociedad" que se materializa en este museo, que piensa seguir ampliando con la adquisición de más artículos.
El museo es de acceso gratuito y tiene como principales visitantes a los alumnos de numerosos colegios de la zona.
UN MUSEO AÉREO TAMBIÉN EN EL ALTO
En El Alto y desde el año pasado, el combate que enfrentó a Bolivia y Paraguay es narrado a través de piezas y fotografías en una de las salas del Museo Aeroespacial.
En el espacio se puede conocer la historia de la segunda mujer piloto de Sudamérica (la argentina Amalia Celia Figueredo). Además, los asistentes pueden descubrir detalles de la vida de la primera piloto en Bolivia, la coronela Amalia Villa de la Tapia (1893-1994).
En otros de los espacios del Hangar I se exponen además los retratos y los galardones del héroe nacional de la Guerra del Chaco, Rafael Pabón.
En este repositorio además se recupera la historia de un piloto boliviano que participó en la I Guerra Mundial. Se trata del teniente Carlos Daza Cárdenas, que murió en combate aéreo en 1918. En su honor, en este lugar, se expone un retrato, un cordón de grado honorífico y una colección de postales.