Atravesar rompiendo las palabras en ‘La Poesía’ y ‘Poética’ de Edmundo Camargo
“La poesía niega la verdad para aproximarse a ella” (Camargo, 2015: 206).
“La poesía niega la verdad para aproximarse a ella”
(Camargo, 2015: 206).
El tema que se expondrá a continuación trata de la poesía de Edmundo Camargo Ferreira (1936-1967) que ha tenido limitaciones para sus críticos. La precipitación de su muerte ha truncado, según estas líneas, su obra poética. Para los escasos estudios de la obra camargiana, se puede afirmar que ésta giraba básicamente sobre un lenguaje metafísico. La poética de Camargo es una escritura de flujos que produce multiplicidad y no significa unidad. Se acopla la poesía a otro texto, sobre todo, a un lenguaje en series de sentidos e intensidades. Por ejemplo se supera un simple nominalismo o flatus vocis en las definiciones de la muerte. No es, entonces, una escritura de resultados o conclusiones. Asume procesos y series como producciones de una gran fábrica de los sentidos del lenguaje. Donde la muerte es un devenir con la continuidad de la vida. La escritura poética camargiana tiene en los excesos y deseos hasta “orgiásticos”, de la naturaleza humana, la multiplicidad de los sentidos (cf. Prada, 1984: 103). Trata de (des)codificar a la representación del poder.
¿La poesía de Edmundo Camargo, en ese sentido, es o no un desplazamiento del lenguaje a la cosa y después al cuerpo mismo? La poesía de Edmundo Camargo es un transcurso de flujos e intensidades de sentimientos –en ciertas magnitudes– de las cosas y del cuerpo. Este ensayo trata de mostrar un concepto de poesía para Edmundo Camargo, a partir de los poemas ‘La Poesía’ y ‘Poética’ en sus Obras completas. Poesía y prosa (2015). Se apoya de una herramienta discursiva en La escritura transcursiva de Edmundo Camargo (1984) de Fernando Prada. Porque en ella se acopla otro texto traductor o filosófico al lenguaje poético.
Este escrito tiene dos partes. En la primera parte La poesía de lo uno a lo múltiple se analiza una definición de poesía para Edmundo Camargo. Y se refleja en términos de desplazamientos, flujos y fugas de la dicotomía significado/significante. En segunda parte El poeta transcurre y olvida se distingue una relación múltiple de quien hace poesía con las cosas y, posteriormente, el cuerpo. No es, sin embargo, una representación del mundo abstracto sino de los flujos y desplazamientos múltiples, como las gotas de agua de la lluvia.
La poesía de lo uno a lo múltiple…
La poesía para Edmundo Camargo es una develación de la verdad. “La poesía niega la verdad para aproximarse a ella” (Camargo, 2015: 206). Quiere decir, a nuestro criterio, que no hay una representación abstracta de la verdad. Más bien hay herramientas, engranajes, series y flujos que irradian el deseo despótico (bi-unívoco) y otro nómada (polívoco). Así consistiría el sistema poético de Edmundo Camargo, a partir de la lectura filosófica acoplada en la pionera lectura de Fernando Prada. ¿Qué es, entonces, la poesía para Camargo? La prosa poética camargiana es un fluir de lo inteligible a lo somático a prima facie. A continuación se cita en bloque una definición de poesía en Fernando Prada sobre la escritura camargiana:
“[E]s un extremo de simbolización que, en forma productiva, se acopla con la realidad y funciona junto a ella emitiendo significados, al mismo tiempo que nos crea un brazo y un cuerpo que nos falta. La poesía deviene así, no sólo una máquina productora de sentidos, sino órgano de transformación del cuerpo, extremidad palpable de respiración y lenguaje” (Op. cit., 1984: 25).
Esta definición enlaza varias acciones del verbo ‘acoplar’. El “lenguaje es conexión múltiple” (: 23) porque proyecta las intensidades y reúne las cosas en sí. Se traslada, con posterioridad, de un lugar a otro. O sea, va hacia el cuerpo. El discurso de “la voz no se repite en sí misma, no es un eco, sino un desplazamiento” (: 24). Y este desplazamiento consiste en “flujos de mil puntos” (: 24) no en línea, como el curso de los ríos. La poesía es como la lluvia, porque refleja la intensidad que es peculiar a la prosa camargiana. Además de ser un órgano de “mecánica productiva” no es una relación con una realidad radicalmente diferente como la metafísica (cf.: 17). Se trata, al contrario, de “una producción de producción [de] fábricas, talleres de lenguaje y herramientas que […] construyen los umbrales y salidas, los desplazamientos continuos en varias direcciones” (: 17). Una de esas direcciones es justamente la del cuerpo. Es como, lo explicita Camargo, un proceso concreto que del que respira “entre tanta ventana que jadea/ Sólo será ni sombra y un miedo ronco respirando las casas” (Op. cit., 2015: 23-24).
En fin la escritura de Edmundo Camargo es, por tanto, transcursiva. Porque –según Fernando Prada– tiene acentuado “el carácter múltiple y unánime del lenguaje […] y por el otro, su productividad corpórea deseante” (Op. cit., 1984: 27). La poética de Camargo, en síntesis, usa el lenguaje ya no como la representación de un escenario significativo de las palabras. Al contrario “se trata de un verdadero proceso productivo que, además de estar inmerso en el suceder de la realidad misma, es un factor de transformación y multiplicación de lo real” (: 23).
La afirmación de la poesía, posteriormente, como el flujo de lo uno a lo múltiple constituye parte de este proceso productivo desplazado en los mil puntos. Es clave ver su recorrido. Porque “este desplazamiento […] apunta a un rasgo fundamental de la escritura corpórea de Camargo, el desplazamiento de lo uno a lo múltiple” (: 27 el subrayado es mío).
El poeta transcurre y olvida…
“Yo tuve que nacer después de tanta herida
[…] Yo tuve que llegar
rompiendo las palabras, las formas
atravesar primaveras oliendo a azúcar
entre una población innominada
[…] desde el principio sus engranajes
[…] midieron esta voz: unánime dolor.
[…] nací como un resumen de la muerte” (Op. cit., 2015: 139-140).
Ese Yo poético no es de quien representa a las cosas desde el discurso o la prosa. Por el contrario, dice Prada, es aquel que hace “transcursos, pasos, no del significante al significado, sino de una palabra a una cosa, de una cosa al cuerpo. Atravesar, siempre atravesar […] su poética” (Op. cit., 1984: 48). Esta ruptura con las formas “es un acceso a la palabra en su ser bruto” (: 50). La muralla del lenguaje dicotómico es diseminada, atravesada y fugada por el poeta.
La poesía de Camargo, entonces, consiste en entrelazar los nuevos flujos intensos que producen el lenguaje. “Esa es la poética […] atravesar y romper; dispersar las formas en los flujos asignificantes pero intensos. La poesía misma tiene una estructura nómada, se llega y se traspasa las formas entre lo que no es nombrado, pero intenso […]” (: 49). Así el olor tiene un sentido múltiple para el cuerpo, que en las palabras de Camargo, es como si “liberas nuestras lágrimas en un vuelo oliendo a ceniza/ Habrá un olor a casas barbadas por el musgo” (Op. cit., 2015: 138, 23). Y el lenguaje para la carne es como si “[l]a lengua apenas puede abrir un hueco en la ceniza” (: 40).
Por eso se repite primero el proceso de producción de la palabra a la cosa posteriormente al cuerpo mismo –como respiración, olor, rostro, carne y huesos– desplazándose por la muerte. No es un réquiem para el alma de un difunto. Esta mirada poética, pues, se corresponde a un destino trágico o sea a la muerte tal cual. Se ve un final. Pero, a la vez, tiene sentido un desplazamiento de las palabras a una materialidad que fluctúa en devaneo.
Las afecciones de la muerte, en comparación para el célebre César Vallejo, se encarnarían en ‘Los heraldos negros’ así:
“Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como el odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte” (Vallejo, 1968: 13).
Sentirse anegado por esos golpes, es como acumular la tragedia de toda una vida. En verdad esos golpes en la vida son verdaderas zanjas de procedencia oscura. Tiene a sus mensajeros los potros de bárbaros ‘atilas’, los heraldos negros, cuyo origen tan velado está en el más allá.
‘La Muerte’ es aquí y, para Vallejo, la desgracia que se siente encarnar. No es, sin embargo, ese el sentido de la muerte para Camargo. No es una representación o significado del lenguaje. Es más bien la fuga vertiginosa a la clasificación del lingüista –significante/significado– a través de la huida, el deseo y los excesos.
El punto de partida trató de dar una definición de un nuevo concepto de poesía en la obra de Edmundo Camargo. Se ratifica en el hecho que el lenguaje ya no es un discurso sino un desplazamiento de las cosas hacia el cuerpo mismo con sus intensidades. Este desplazamiento se presenta como las bandas magnéticas en forma de maraña o –parafraseando su célebre poema ‘Oficio’– de ‘lluvia tejedora’.
A modo de balance se han articulado los dos parágrafos Poesía de lo uno a lo múltiple… y El poeta transcurre y olvida… sobre la base que sostiene, en general, a toda la poesía camargiana. Se trata de la principal afirmación, en la prosa de Camargo, sobre el transcurso de flujos e intensidades. Se ha usado de Fernando Prada una definición pionera de ‘poesía’. Ha tenido la finalidad de ser la base de una conexión de los dos poemas de Edmundo Camargo al proceso de producción maquínica del lenguaje. Se subsumen, en segundo lugar, algunas frases poéticas al proceso transcursivo de un lenguaje otro o filosófico. El poeta, en ese lenguaje chirriante, se vuelve nómada y fugitivo de la dicotomía de las palabras. En esa lluvia de mil puntos que la transcurren surge un desarreglo de las cosas. Significa el conocimiento del lenguaje entre las cosas o en bruto. Se habla, por tanto, desde la carne y el cuerpo.
Bibliografía
Camargo, Edmundo (2015). “La Poesía” y “Poética”. En: Obras completas. Poesía y prosa. Cochabamba: Nuevo Milenio.
Prada, Fernando (1984). La escritura transcursiva de Edmundo Camargo. La Paz: Altiplano.
Vallejo, César (1968). “Los heraldos negros”. En: Obra poética completa. Preparada por Georgette de Vallejo, Lima: Francisco Moncloa Editores.
Camargo en breve
Poeta boliviano, nacido en Sucre el 21 de enero de 1936, y fallecido en Cochabamba el 27 de marzo de 1964. A pesar de su breve existencia -falleció, víctima de una virulenta enfermedad intestinal, a los veintiocho años de edad-, dejó una interesante producción poética, que, marcada por la huella indeleble del Surrealismo, le sitúa entre los autores más originales y sugerentes de la lírica boliviana contemporánea.
Autor de un único poemario que dejó inédito Del tiempo de la muerte (La Paz, 1964) (y que no habría pasado a la posteridad si Jorge Suárez, amigo íntimo del poeta, no lo hubiera dado a la imprenta en 1964, contraviniendo así la voluntad expresa del propio autor), Camargo sólo vio impresos en vida algunos poemas que aparecieron en diarios, revistas y obras colectivas (como, por ejemplo, la Antología mínima de seis poetas jóvenes [1954], que recogía dos composiciones suyas: "Hay una anciana" y "Atawallpa naciendo en los surcos").
Camargo por Mitre (del Diccionario Cultural Boliviano)
Eduardo Mitre evalúa la vida y obra del autor al anotar: "Y es que Camargo, si bien sensible y receptivo a las corrientes sociales y artísticas de la época, más que representar a una escuela o seguir un movimiento, encarna un destino. Y un destino trágico. El representativo de una muerte temprana -confirmada un Viernes Santo, cuando el poeta contaba con veintiocho años- es la experiencia que modela su visión; la fuente de la que emana el torrente de imágenes en que se resuelve cada uno de sus textos".
Su poema titulado ‘Población Subterránea, antologado por Juan Quirós, dice: "Quiero morar debajo de la tierra / en un diálogo eterno con las sales, raíces mis / cabellos / arcilla mis palabras, / donde nunca me hieran tus ojos sembradores / entre un pueblo de muertos tabicada mi boca. /.../ Quiero sentir la tierra circular por mi venas / morderla fríamente, clavarla con mis tibias / sintiéndome en su inmensa placenta, adormecido / como un niño a la espera de un nuevo natalicio".