Apócriphos
El libro del joven escritor paraguayo fue en el marco de la Antifil Lima la semana pasada. Aquí el texto de la presentación a cargo del editor de Puño y Letra.
Pensar en la literatura Paraguaya no es algo usual. Supongo que para ellos es igual que pen- sar en la literatura Boliviana. Somos literaturas excéntricas. Literaturas lejanas, pese a nuestra proximidad. Somos, seguimos siendo, pese a todo y de muchas formas, los que quedan fuera del enfoque de la gran literatura latinoamerica- na. Somos los desenfocados. Apenas nos cono- cen y nos conocemos.
Pero de inicio, algo nos une a mi y a Chris- tian, y viene de mucho antes de este encuentro, antes inclusive de que nacieramos, y es el hecho de que nuestros abuelos asistieron a la misma guerra en bandos opuestos, allá en el escenario de ese infierno verde que fue la Guerra del Cha- co, y si siguiéramos la clave borgiana —la misma que desde ya les anuncio sobrevuela inevitable- mente las páginas y el concepto de este libro— podríamos hasta decir que nuestros abuelos se conocieron o cruzaron miradas y armas, en algún momento y punto de ese conflicto, para que este momento, en esta mesa, fuera posible en el futuro.
También creo que compartimos ambos paí- ses, Bolivia y Paraguay, la cita del gran Augusto Roa Bastos, quien dejó dicho que Paraguay es una isla rodeada de tierra, exactamente lo mismo podríamos decir de Bolivia, ambos pertene- cemos a los únicos países insulares rodeados de tierra de esta parte del mundo.
Otra cosa que nos acerca es el peso de nues- tras culturas originarias. Sus idiomas oficiales son el español y el guaraní. Sin embargo, el habla paraguaya corriente ocurre en el intersticio que se abre entre los idiomas europeo e indígena. Lo mismo ocurre en Bolivia, país en el cual el ay- mara, el qhechua y el huaraní se confunden con el castellano en el asfalto sintético de nuestras caóticas urbes.
Pero volviendo a lo nuestro. Cuándo Franco me pidió que le ayudara a presentar este libro de Christian Kent, una vez más pensé, qué se estará haciendo en ese país, más allá de las memorias que guarda la gente de mi generación de escri- tores canónicos como Roa Bastos, Elvio Romero o Josefina Pla, me di cuenta que no sabía mucho de su desarrollo actual, pese a este tiempo hi- pertransparente y conectado en el que vivimos. Pues bien, me dejo como tarea y a todos ustedes, esta aventura de re/conocimiento, de la literatura Paraguaya y comienzo con esta obra de Kent, llamada Apócriphos.
Sergio Ramírez, el reconocido autor nicara- guense, escribió para los 25 años de la muerte de Jorge Luis Borges un hermoso artículo en el que cuenta la historia de un autor salvadoreño que llevó al extremo el arte del apócrifo, ese arte que Borges dominaba y que no era otro que el de “poner en boca de otros, lo que uno mismo ha inventado”, escribiendo para su prólogo una car- ta del mismísimo escritor argentino. Estuvo tan bien escrito y pensado el libro, que cuenta Bioy Casarez en su libro biográfico Borges , publica- do en 2006, que reseña las conversaciones entre ambos de cerca de sesenta años, que el autor de Otras inquisiciones aceptó la posibilidad de esa carta como si fuera suya, producto de sus juegos con la vigilia y el sueño.
Coincido con el autor del prólogo de esta primera edición de Apócriphos, un tal Cave Ogdon, que Borges no solo hubiera leído con interés este libro, sino que además lo hubiera celebrado y aprobado como lo hizo con el libro de Alvaro Menéndez Leal, que así se llamaba el escritor salvadoreño.
A fin de cuentas, Christian Kent ahora per- tecene a esa especie de escritores inteligentes que juegan con este recurso de manera lúdica, culta e inteligente, sin dejar de lado la seriedad y maestría necesaria que se requieren para hacer de cada relato un espacio de comunión con el lector, que debe pasar a ser un cómplice de este universo/atraco muchas veces desmesurado que es la semilla de toda literatura: lo fantástico. De ecos Borgeanos, ciertamente, el libro de Kent no se agota allí, sería injusto encasillarlo en ese lugar, también tiene algo de fábula mon- terrosiana y algo de relato ingenioso del mejor Allen de Cuentos sin plumas. Algo que destaca inevitablemente en la obra de Kent es la fuerte presencia de la cultura guaraní, que es el mar- co mitológico oral, que le da belleza y validez a muchos de sus relatos, de entre los demás que vagan por todos los tiempos, imaginaciones y geografías de este y otros mundos.
Apócriphos además se arma de una podero- sa y fantástica bibliografía o mejor debieramos decir, bibliografía fantástica, de la cual se des- prende toda su imaginería, libros y textos que no sabemos, como dice la introducción a esta obra, si son reales o no, pero eso acaso importa, es el mismo principio de la realidad lo que se inten- ta poner en juego en libros de esta naturaleza, cuando lo real deja lo real por lo escrito.
De jaguares azules, a los que llaman “hovy”; banquetes de armadillos gigantes (tatus o quir- quinchos en Bolivia); muertes de poetas inútiles; viejos que guardan las memorias de la humani- dad en instrumentos de viento; una Babel hi- giénico hecho de deposiciones de un bibliófago irredento; gente siempre extraña que inventa el silencio para inventar algo llamado “la cosa nuo- va”; un alquimista invertido que convierte el di- nero en aves mitológicas; el baño letal y sin fin de una princesa japonesa; un maestro del tiempo encerrado en una torre; una extraña y práctica fábrica de literatura que nos pudieron evitar tan- to sufrimiento; unas nueces productoras de la eternidad y el tiempo; una cantante de bachatas con el poder de resquebrajar el hielo de los pla- netas; jabalís invisibles; un poeta transmigrante, el origen del lenguaje de los loros; un cuento que menciona al bípedo implume de Diógenes; el li- bro de kent viene a nutrir de manera refrescante este género, este método, tan citado, pero tan difícil de manejar.
Apócriphos es una literatura paraguaya em-bebida de ecos universales, como su autor, para- guayo, editorgastronómico, músico, actor, poeta y narrador, Christian Kent.
“Unoescribedesdesuexperienciayyohablo desde mi visión paraguaya de las cosas; no po- dría escribir con enfoque noruego. Escribo his- torias que pudieron haberse desarrollado en la otra esquina”, decía en alguna entrevista regada por el internet, y creo, sinceramente, que es así y que Apócriphos es una buena y gentil forma de aproximarse a la nueva literatura paraguaya, una gentil puerta de ingreso, porque es una obra divertida en extremo, una obra que no tiene ma- yores pretenciones que la del plácer de su lectura, que tiene ingenio, que tiene ritmo, que tiene erudición, que puede parecer a Borges, pero que tiene sus propias particularidades. Pase y lea.
KENT EN BREVE
Christian Kent (Asunción, 1983) El origen de toda imaginación proviene de las historias de su abuelo, excombatiente de la guerra del Chaco, en una ciudad que casi nada tiene de real: Con- cepción (Paraguay). Otro poco, de la literatura disponible en su casa; donde, con excepción de
su madre, no había lectores serios: “Cien años de soledad”, libros de espiritualidad y autoayu- da (Osho, Trevisán, etc.), y un par de ediciones indecentes de “libros infantiles” como “El libro de la selva”, “La isla del tesoro” y “Alicia en el país de las maravillas”. En el colegio (un colegio
de misioneros anglicanos), leía las crónicas de Narnia. Publicó algunos libros de poesía y ahora se inclina hacia el relato fantástico y el cuento breve. Si los vientos le favorecen, este año publi- ca su primer material como cantautor: “Perros en el cielo”.
BORGES EN BREVE
Buenos Aires, 1899 - Ginebra, Suiza, 1986) Escritor argentino considerado una de las grandes figuras de la literatura en lengua española del siglo XX. Cultivador de variados géneros, que a menudo fusionó delibera- damente, Jorge Luis Borges ocupa un puesto excepcional en la historia de la literatura por sus relatos breves.
Aunque las ficciones de Borges recorren el cono- cimiento humano, en ellas está casi ausente la condi- ción humana de carne y hueso; su mundo narrativo proviene de su biblioteca personal, de su lectura de los libros, yaesemundolibrescoeintelectualloequilibran los argumentos bellamente construidos, simétricos y especulares, así como una prosa de aparente desnudez, pero cargada de sentido y de enorme capacidad de sugerencia.
Recurriendo a inversiones y tergiversaciones, Bor- ges llevó la ficción al rango de fantasía filosófica y de- gradó la metafísica y la teología a mera ficción. Los temas y motivos de sus textos son recurrentes y obse- sivos: el tiempo (circular, ilusorio o inconcebible), los espejos, los libros imaginarios, los laberintos o la bús- queda del nombre de los nombres.