Negociaciones con Brasil

El 2019 se cumplen los 20 años de vigencia del Contrato GSA con el Brasil. Dos son los puntos centrales que deberán negociarse en relación a la renovación del contrato.


Hugo del Granado Cosio
Capitales / 29/12/2015 06:28

El 2019 se cumplen los 20 años de vigencia del Contrato GSA con el Brasil. Dos son los puntos centrales que deberán negociarse en relación a la renovación del contrato. El primero, es el relativo a los volúmenes, su incremento sería muy conveniente para   Brasil, sin embargo, este aspecto es un flanco débil de los negociadores bolivianos debido a la estrechez de las reservas; el abandono exploratorio de los últimos diez años empezará a pasar una dolorosa factura. El segundo punto también es medular y es el relativo al precio y al mecanismo para su determinación.

En relación a los volúmenes se debe tener en cuenta que el consumo diario de Brasil es de 108 Millones de Metros cúbicos por día (MMM3/D) siendo el 51% producido localmente y el 49% restante importado. Si bien el crecimiento actual de la demanda es prácticamente igual al crecimiento de la producción local, las proyecciones indican que el consumo se alejará de la producción lo que significa que por muchos años más requerirá del gas importado. Entre los años 2020 y 2040, la IEA (WEO 2015), proyecta un crecimiento de la producción de Brasil de 76.7 MMM3/D a 252 MMM3/D. Para la Argentina proyecta un crecimiento mayor, de 115 MMM3/D a 304 MMM3/D, entre los mismos años.

Es preocupante lo sostenido por la IEA en el sentido que estos incrementos compensarán la declinación de la producción en Bolivia y Trinidad &Tobago. Es fácil inferir que esta afirmación se debe al debilitamiento de la industria petrolera en el país y que la misma es conocida por los negociadores.

Por estas y otras razones la importancia del gas boliviano en la matriz brasilera del gas, ha bajado de un 50% el año 2009 al 28% el 2014, la diferencia ha sido cubierta con la importación de LNG y será muy difícil, bajo las actuales circunstancias, que recupere terreno. Sólo se podrá aspirar a mantener los actuales volúmenes contratados porque el actual gasoducto funciona a plena capacidad.

En relación al precio, la dinámica internacional desde mediados de 2014 está marcada por la sobreoferta y los bajos precios, tanto en los hubs (centros de distribución de gas por cañería) como para el LNG, aunque el comercio de LNG se expande más rápidamente que el gas de cañería, lo que favorece a los compradores ya que pueden fácilmente diversificar su cartera de proveedores. El precio del LNG en Asia, cayó de 18 $us/MMBTU a principios del 2014 a menos de la mitad a mediados del 2015 y la IEA estima que puede situarse en alrededor de 5 $us/MMBTU para ser competitivo frente al carbón en Europa. Un factor a tomar en cuenta sobretodo en nuestro Continente, es la construcción de cinco nuevas plantas de LNG en EEUU no sólo por el incremento de la oferta sino por la flexibilidad en entregas y el bajo precio del gas en este país.

Sin embargo, en la década de los 20´s la situación podría revertirse hacia precios más altos en un nuevo ciclo de mercados más ajustados debido a retrasos en inversiones de nuevos proyectos.

En el mercado se percibe que dada la gran diversidad de productores se verán también varios mecanismos para el establecimiento de precios. Si bien el más común es el de la indexación a precios del petróleo o de sus derivados (los fuels y diésel son los referentes para los contratos de Bolivia), lo más probable es que coexistan éstos con otros parámetros en la misma fórmula de cálculo. Estos nuevos parámetros tendrán que ser extraídos de las particularidades de cada mercado, de las alternativas con las que el gas compita y sobretodo de equilibrar los riesgos obedeciendo a la necesidad tanto de compradores como de vendedores.

En el caso boliviano la fórmula de indexación ha funcionado, aunque existían reclamos por parte de Brasil cuando los precios del petróleo estaban altos; la administración brasilera comparaba los precios con los de otros mercados (sobre todo con el gas que EEUU exporta a México) y actualmente la observación está planteada por la parte boliviana, porque cree que por los bajos precios ya no se debe continuar con la indexación. Ambas partes reaccionan ante la coyuntura, como si desconocieran los ciclos de mercado, olvidándose de los equilibrios que deben buscarse en una buena negociación. Lo aconsejable sería no abandonar abruptamente el actual sistema sino optar por una transición mesurada hacia reajustes que absorban con mayor flexibilidad los cambios circunstanciales de los mercados.

Los negociadores bolivianos debieran buscar asesoramiento especializado que les permita entender la realidad energética mundial y particularmente brasilera, recuperar las experiencias propias de profesionales bolivianos que participaron en las negociaciones de hace 20 años y conformar sólidos equipos técnicos para no caer en lamentables improvisaciones.

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