Podemos ser parte de la “despensa global”

Bolivia se enfrenta a un desafío productivo, de acuerdo a la monografía titulada “La Próxima Despensa Global”, escrito por Ginya Truitt Nakata y Margaret Zeigler para el BID.


Juan Pablo Álvarez
Capitales / 19/07/2016 05:20

Bolivia se enfrenta a un desafío productivo, de acuerdo a la monografía titulada “La Próxima Despensa Global”, escrito por Ginya Truitt Nakata y Margaret Zeigler para el BID. Allí se considera que la región de América Latina y el Caribe está en una posición inmejorable para convertirse en una de las principales fuentes de alimento en el mundo. Los pasos a seguir, para enfrentar los desafíos relativos a productividad, agricultura sostenible y cambio climático, deben ser considerados por el Estado.

Si bien Bolivia no está entre los países de América Latina y el Caribe que son considerados los principales productores y que han incrementado su productividad —como Argentina, Brasil, Chile, México y Perú—, no es menos cierto que nuestra presencia internacional está denotada por la exportación de los siguientes productos agropecuarios, según el Resumen Estadístico de Comercio Exterior 2015, difundido por el INE: nueces del Brasil (4.9%), quinua (1.9%),  chía (0.4%), bananas (0.4%), maíz (0.2%), frijoles (0.2%), maníes (0.1%), semillas de sésamo (ajonjolí, 0,1%), café sin tostar (0.1%), frutas y frutos comestibles (0.1%), semillas (0.0%), habas de soya (0.0%), y otros productos agropecuarios (0.1%), encontrándose el orden de acuerdo a participación porcentual del total de nuestras exportaciones.

Entre los productos industriales de origen agropecuario y forestal, Bolivia exportó: soya y productos de soya (8.5%), productos alimenticios (0.3%), cueros y manufacturas de cuero (0.5%), maderas y manufacturas de madera (0.6%), fabricación de muebles de madera (0.1%), girasol y productos de girasol (0.4%), alcohol etílico (0.5%), leche en polvo y fluida (0.4%), carne bovina (0.2%), palmitos (0.2%) y productos de galletería y panadería (0.1%).

En el caso de Chuquisaca, según datos del IBCE, tres de los ocho productos de exportación entre 2010 y 2015 son de origen agropecuario; es decir, orégano, habas y semillas de chía, cuyos volúmenes de producción todavía no tienen gran incidencia porcentual en las exportaciones totales del país.

Con relación al orégano y a la chía, podemos hacer las siguientes consideraciones: 1) No constituyen productos considerados como parte de las vocaciones ni potencialidades productivas de Chuquisaca, sino son “productos, que responden a las oportunidades del mercado”. 2) Son productos generadores de ingresos económicos que gozan de excelente reputación entre los agricultores porque cuentan con mercados.

Los niveles de participación en el mercado internacional por parte de Bolivia son mínimos. Chuquisaca, para tener cuotas importantes en las exportaciones, debe incrementar la productividad y seguir invirtiendo en agua de riego, reconociendo la inversión ya realizada con montos elevados. Sin embargo, muchas infraestructuras de riego rápidamente quedan sin uso por la falta de un “plan de mantenimiento y conservación”.

Acciones

Ante la oportunidad que se presenta, para ser parte de la “despensa global”, corresponde tomar las siguientes acciones:
• Producir manteniendo el nivel de insumos (tierra, mano de obra, fertilizante, maquinaria, ganado), con el fin de no degradar los suelos y no ampliar la frontera agrícola; consiguientemente, no deforestar los bosques. Esta posición está siendo adoptada por los principales países exportadores de América Latina y el Caribe.
• Fortalecer las cadenas de valor, que plantean que el centro del análisis no lo constituyen los productos sino las personas y sus interrelaciones. Con ello se reduce la migración campo – ciudad.
• El crecimiento de la productividad agropecuaria está vinculado a la inversión en bienes públicos esenciales, como la infraestructura rural, la investigación y desarrollo (I+D), la extensión agropecuaria y el desarrollo de estándares para su cumplimiento en el sector. Esto debe ser asumido por el Estado en todos sus niveles y las universidades.
• Hablando de productividad, ningún programa o proyecto agropecuario, encaminado de manera seria, debe tener como horizonte un tiempo menor a los 10 años.

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