Alianza del Pacífico y la reconfiguración geopolítica de América Latina
En 2010 se inician las negociaciones en el Arco del Pacífico, que dará origen a la Alianza del Pacífico (AP), concebida como un mecanismo de integración profunda, de articulación política, económica y de cooperación
En 2010 se inician las negociaciones en el Arco del Pacífico, que dará origen a la Alianza del Pacífico (AP), concebida como un mecanismo de integración profunda, de articulación política, económica y de cooperación, convenida en la I Declaración Presidencial de los Gobiernos de Colombia, Chile, México y Perú, el 28 de abril de 2011, en Lima.
Los presidentes de estos países, al expresar: “…confirmando nuestra voluntad de contribuir a la consolidación del Arco del Pacífico Latinoamericano como un espacio de concertación y convergencia, así como un mecanismo de diálogo político y proyección con la región de Asia Pacífico…”, deciden de manera comprometida: “…avanzar progresivamente hacia el objetivo de alcanzar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas”.
Esta iniciativa se dirige a recomponer y restaurar la influencia estadounidense en América Latina y el Caribe y subordinarla a los intereses geopolíticos y geoeconómicos del país del norte. El libre comercio se renueva y regresa con mayor fuerza al escenario latinoamericano.
En 2016, en la XI Cumbre de la AP, recibe la Presidencia pro Témpore el Gobierno de Chile. En el contexto internacional, señala Rodríguez (2015), la diversificación de las relaciones internacionales de AL a nuevas potencias como China, India, Rusia e Irán generó un crecimiento en las relaciones de intercambio con Asia Pacífico que modificaron la estructura del comercio internacional de los tradicionales centros, por lo que Estados Unidos se encontraba ante la urgencia de una reconfiguración del control del poder mundial.
Los objetivos
La AP queda constituida con la suscripción del Acuerdo Marco, el 6 de junio de 2012, entrando en vigor el 20 de julio de 2015. En el Art. 3 del Acuerdo se definen sus tres objetivos centrales: 1) Construir un área de integración profunda y avanzar de manera progresiva hacia la libre circulación de bienes, servicios, capitales, personas y economía. 2) Impulsar el crecimiento, desarrollo y la competitividad entre los Estados Partes. 3) Constituir a la AP en una plataforma de articulación política, de integración económica y comercial con proyección al mundo con énfasis en la región de Asia Pacífico.
“Con un mercado de unos 217 millones de personas, con un PIB per cápita promedio de $us 16.759 (en términos de paridad de poder adquisitivo), la AP es ideal para incentivar Negocios conjuntos, brinda oportunidades para la inversión extranjera y está abierta a nuevos emprendimientos e innovación en diversas áreas”.
Sus alcances
Si bien su enfoque comercialista no es novedoso, sí lo es, en cambio, la idea de constituir la primera iniciativa dirigida a articular posiciones comunes frente a los países de Asia y el Pacífico. Se destaca también como un espacio exclusivamente latinoamericano de aquellos países que han suscrito Tratados de Libre Comercio con EEUU y la UE, lo que permite que sus miembros se presenten como favorables a una apertura global, neutralizando así las críticas provenientes de cualquier iniciativa autónoma de integración: “…esta alianza tiene su gran valor, más que en lo económico o comercial, en lo geoestratégico. Ha funcionado como engranaje para constituir en la práctica un área de libre comercio a lo largo de toda la costa del Pacífico del hemisferio americano, desde Alaska hasta la Patagonia (con excepción de Ecuador), porque los cuatro países de la Alianza tienen TLC con Estados Unidos, Canadá y Centroamérica. Esa es su mayor afinidad; sirve, además, de base territorial para TPP (TransPacificPartnership)…” (Bedoya, 2015).
La política de integración autónoma parece desdibujarse en Latinoamérica y el Caribe. La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se encuentran paralizadas y muchos de sus proyectos, estancados. Estados Unidos tiene objetivos más nítidos que en la época del ALCA: alienta un convenio con Asia (TTP) y otro con Europa (TTIP) para asegurar su preeminencia en actividades estratégicas (laboratorios, informática, medicina, militares), promueve con renovada intensidad el libre comercio (Katz, 2016) y la potenciación del sector empresarial transnacional privado.