Incremento de la deuda externa: Presagio de problema
En los albores del año pasado, mencionar la posible existencia de problemas en la economía nacional era una herejía imperdonable. Sin embargo, con el paso de los meses, esa posición se fue aplacando hasta llegar a...
En los albores del año pasado, mencionar la posible existencia de problemas en la economía nacional era una herejía imperdonable. Sin embargo, con el paso de los meses, esa posición se fue aplacando hasta llegar a que el propio Gobierno ahora repita que la situación económica ha cambiado drásticamente, pues no otra cosa significa que después de tanto anuncio, el INE reporte que el PIB del país (contra todo pronóstico) solo pudo alcanzar al 4.43% entre julio de 2015 y junio de 2016, con lo que se descartó el pago del segundo aguinaldo.
El presidente Evo Morales identificó como justificativos tres aspectos que, a su criterio, evitaron el pago de ese segundo beneficio laboral: la baja del precio internacional del petróleo, la sequía que afectó a la agricultura y el paro del transporte pesado internacional registrado en febrero.
Pero el problema básico no radica en el no pago del aguinaldo, sino en desequilibrios macroeconómicos tales como: la reducción del crecimiento económico, un continuo déficit en el sector externo, la disminución de las reservas internacionales y, entre otros factores, el aumento del endeudamiento, que constituye el presente tema de análisis.
Al respecto, revisadas las estadísticas oficiales es posible manifestar que en 2007 se registró el menor nivel de endeudamiento, por un monto de $us 4.731 millones (2.522 millones de deuda interna y 2.209 millones de deuda externa), cifra que paulatinamente aumentó hasta llegar a $us 8.968 millones, lo cual representa un incremento del 89.56% (2.627 millones y 6.341 millones, respectivamente), superando incluso al endeudamiento del 2004 – 2005 (periodos anteriores a este gobierno) cuando oscilaron en alrededor de $us 3.480 millones.
Según cifras del Banco Central de Bolivia, al 31 de agosto de 2016 únicamente la deuda internacional llegó a $us 6.854 millones (8% en menos de un año). Pero más preocupantes que el monto del endeudamiento resultan ser las condiciones del financiamiento, pues la deuda multilateral compuesta por el BID, la CAF y el BM, a un plazo de 20 años, tiene un costo (interés) promedio que llega a 2.1% anual, frente a la deuda bilateral, básicamente por compromisos con China (77%) y en mucha menor proporción con Brasil, Alemania, Corea del Sur y España, que tienen intereses mayores debido a que las tasas no son fijas, llegando circunstancialmente a bordear el 2.6% anual.
Se prevé que el crédito con China se incremente a $us 4.860 millones, con un techo comprometido de hasta $us 10.000 millones, que deja de ser financiamiento concesional por estar condicionado a la compra y contratación de insumos y servicios de ese país. Otro aspecto alarmante es que la amortización total (pago al capital) fue de $us 167 millones versus el pago de intereses (costo de capital) que alcanzó, durante este año, a $us 125 millones (casi un 75%).
Bueno, ¿y qué del titular del presente artículo? La respuesta casera es muy sencilla: “para qué endeudarse (con pago de intereses) si la situación económica es buena”. Respaldada por un conocido esbozo económico denominado “Esquema Ponzi”, que cabalmente trata de un personaje italiano que emigró a Estados Unidos, al igual que muchos otros, con el objetivo de prosperar y hacer fortuna.
Para poder invertir recurrió al endeudamiento, llegando a un triste final que se compara y asemeja, en la mayoría de los casos, con problemas de sostenibilidad fiscal en situaciones extremas de deuda externa. Por lo que, algunos analistas consideran inconveniente llegar a un endeudamiento excesivo, y recomiendan como límite máximo no sobrepasar el 50% del PIB, en casos que sí lo justifiquen (inversiones rentables).