Innovaciones agropecuarias resilientes para enfrentar los efectos del cambio climático
La actividad agropecuaria es uno de los sectores más afectados por los efectos del cambio climático y enfrenta el desafío de proveer alimentos adecuados a una población que cada vez crece más.
El Departamento Chuquisaca y Bolivia en su conjunto no están libres de los efectos del cambio climático, la naturaleza y la falta de planificación para la Adaptación al Cambio Climático (ACC) ya empezaron a pasar factura y se estima que para los siguientes años afecte a la seguridad alimentaria y será mayor aún si es que no se toman medidas resilientes efectivas, que más allá de la simple atención y reconstrucción ante la ocurrencia de desastres naturales, incorpore en los sistemas de planificación e inversión pública y privada medidas de prevención y mitigación efectivos.
Según el ingeniero agrónomo y egresado de economía, Jamil Campero, la actividad agropecuaria es uno de los sectores más afectados por los efectos del cambio climático, pues enfrenta el abrumador desafío de proveer de alimentos adecuados y satisfacer otras necesidades a la población que cada vez crece más.
Los efectos del cambio climático están repercutiendo en los ciclos hídricos en diferentes zonas de Chuquisaca y Bolivia, la cantidad de precipitación pluvial no sufrió grandes cambios, sin embargo los periodos de lluvia se acortaron a cuatro meses (entre diciembre y marzo) de los seis que habitualmente solían ser (entre noviembre y abril), esto quiere decir que si bien cae la misma cantidad de lluvia, se concentra en periodos más cortos, por lo que se registran sequías al inicio de la temporada de siembra (noviembre) e inundaciones y crecidas de río a causa de las torrenciales lluvias en verano, explicó.
Por otra parte, la caída anticipada de heladas entre abril y mayo, obliga a los productores a escapar a ése tipo de fenómenos climáticos adversos, motivo por el cual mantienen sus ciclos agrícolas de cinco meses con la siembra en las primeras (o únicas) lluvias de noviembre, corriendo el riesgo de tener pérdidas por sequía, que en su lógica no son tan devastadoras y “se puede recuperar algo” a objeto de evitar las primeras heladas, cuya afectación o pérdida en los cultivos es mucho mayor por no decir total.
“Todo lo dicho anteriormente obliga a hacer un cambio de los sistemas tradicionales de cultivo, en temporalidad y en el uso de mayor tecnología para hacer frente a los efectos del cambio climático”, dijo Campero.
En cierta medida, se requiere emplear el sentido común, si los ciclos hídricos se acortaron también los ciclos de cultivo deben reducirse para evitar la sequía y las heladas. Si estamos utilizando cultivos con un ciclo de producción de 120 a 150 días, debemos empezar a utilizar cultivos de ciclo corto de 100 días o menos, que en tres o cuatro meses estarán listos para su cosecha.
¿Cómo es posible conseguir cultivos de ciclo corto? Incorporando mayores innovaciones técnicas y tecnológicas en la producción agropecuaria. Chuquisaca es uno de los departamentos que más aportó al desarrollo tecnológico de Bolivia, principalmente en la obtención de nuevas variedades de trigo, ají, maní y amaranto.
Un puntal en ésta actividad es la Fundación PROINPA, quienes en el marco del Programa de Innovación Continua (CDC Chuquisaca – COSUDE) durante el periodo 2007 – 2015, aportaron con importantes innovaciones en los sistemas de producción en Chuquisaca Norte y Centro.
El caso más emblemático es la obtención de la variedad de amaranto denominada “Pucara”, una variedad precoz (de ciclo corto, entre 90 y110 días) que fue adecuadamente adoptada por los productores en Chuquisaca Centro y se constituye en una importante alternativa para hacer frente a la sequía y heladas.
“Todo lo expuesto pone de manifiesto que para contrarrestar los efectos del cambio climático se debe incrementar sustancialmente y en forma sostenida el desarrollo y difusión de innovaciones técnicas y tecnológicas”, señaló.
Para ello, es importante que la innovación agropecuaria no sea vista como una actividad exclusiva y aislada de la universidad, del INIAF o de instituciones privadas, sino sea considerada como una estrategia de desarrollo regional que dé lugar a políticas públicas para la creación de un Fondo Regional para la Innovación, que funcione con la concurrencia de recursos públicos y privados, cuyo propósito sea financiar e incentivar un mayor desarrollo de innovaciones agropecuarias y la difusión de las mismas.