Cae producción y suben importaciones de papa, tomate y cebolla
Un reciente estudio del economista José Gabriel Espinoza desvela que el país no es autosuficiente en la producción de estos alimentos. El experto advierte que las importaciones podrían seguir creciendo, desplazando a...
Un reciente estudio del economista José Gabriel Espinoza desvela que el país no es autosuficiente en la producción de estos alimentos. El experto advierte que las importaciones podrían seguir creciendo, desplazando a más productores hacia otras actividades y por lo tanto reduciendo la producción nacional.
Aumento de la demanda, migración a las ciudades y poca disponibilidad de tierras en áreas cercanas a las ciudades, además del cambio climático y la adopción de actividades más lucrativas, son los principales motivos por los que se redujo la producción de papa, tomate y cebolla en Bolivia, según el estudio “Tendencias de producción y consumo de los alimentos básicos en Bolivia” del economista José Gabriel Espinoza.
Este fenómeno, que se registra a pesar del aumento de la demanda por el crecimiento demográfico progresivo del país, vino aparejado con el incremento de las importaciones de esos tres productos, que destacan en la canasta básica alimenticia (CBA).
Cifras de las importaciones
CAPITALES accedió al estudio realizado por Espinoza, que trabaja sobre la base de información oficial del Instituto Nacional de Estadística (INE).
En el año 2000, del exterior del país se compró un promedio de 5.000 toneladas de papa mientras que en el 2016, unas 25.000 toneladas. Es decir, cinco veces más.
En cuanto al tomate, de 2.000 toneladas en promedio se pasó a 12.000 toneladas. Es decir, en el mismo periodo de tiempo se importó seis veces más.
Finalmente, con relación a la cebolla, de 308 toneladas en 2000 se llegó a importar 4.950 toneladas. Es decir, 16 veces más.
De oportunidades y de dietas
En economías como la boliviana se presenta la emergencia de mejores oportunidades en actividades (la construcción y el comercio, por ejemplo) que compiten con la agricultura por la mano de obra, junto con procesos de urbanización acelerados y una fuerte degradación de los suelos en las zonas de producción tradicional.
Esto ha hecho que las limitaciones de oferta sean cada vez más notorias, sobre todo en los productos no industriales y que constituyen gran parte de la canasta básica familiar, menciona el referido estudio.
Una de las principales explicaciones para el incremento de las importaciones de verduras pasa por el carácter familiar de estos cultivos (lo que significa que su producción se realiza con baja tecnología y está sujeta a la disponibilidad de fuerza trabajo familiar), junto con un fuerte proceso de urbanización del país y el uso cada vez más extenso de las áreas tradicionales de producción en el cultivo de otros productos, de mayor rentabilidad, como la soya, quinua, maíz para alimento animal y otros.
Aunque, por una parte, se incrementa la población debido a razones demográficas, por otra un diagnóstico atribuido a Regmi, Deepak, Seale y Bernstein (2001) señala que una evidencia a nivel mundial sugiere que el aumento de los ingresos familiares conduce a una mayor variedad en la dieta, en especial productos de origen animal, aceites vegetales y lácteos; es decir, alimentos que no son de primera necesidad.
“El consumo de frutas y vegetales también aumenta, aunque más lentamente y, por el contrario, el consumo de cereales y legumbres registran descensos en las canastas de consumo”, agrega.
Dos hallazgos
Sin embargo, entre los hallazgos más importantes de la investigación del economista Espinoza, a partir de la observación de los datos de las encuestas de hogares, resaltan dos: 1) el incremento en el consumo agregado de alimentos a nivel nacional viene dado sobre todo por el crecimiento vegetativo de la población; 2) este incremento en el consumo se dio en un contexto de reducción de la producción nacional, lo que impulsó las importaciones de alimentos básicos.
El estudio refiere a varios grupos de alimentos, pero se concentra en el de verduras, legumbres, tubérculos y hortalizas y señala que, en este caso, “se ha pasado de algo más de 12.000 toneladas importadas en el (año) 2000 a más de 53.000 en el 2015. Esto representa una tasa promedio de crecimiento anual de más del 29.5%, la más alta de todas la categorías analizadas”.
El tomate
Respecto al tomate, el estudio encuentra que las importaciones muestran un “comportamiento sumamente estacional”, lo que es consecuente con las formas de producción en el país. “Este cultivo se lleva adelante de forma tradicional, por lo que se observan déficits en su producción en las estaciones secas (las cuales varían en función de la latitud de la región)”, dice Espinoza en su trabajo.
En ese sentido, “los déficits de producción nacional son compensados con las importaciones”.
La mayor importación de tomate se registró en el primer trimestre de 2015, cuando se alcanzaron las 2.175 toneladas. El resto del año se llegó a las 5.842 toneladas, provenientes sobre todo de Perú. En términos de valor, las importaciones de tomate, en 2015, estuvieron en el orden de los 548 mil dólares, cinco veces más que en el año 2000, cuando estaba en el orden de los 101 mil dólares.
La papa
La importación de papa mostró un incremento sustancial desde 2006. “Esto apunta a una incapacidad del productor nacional de satisfacer por completo la demanda de este producto, tanto debido a fuertes variaciones estacionales a raíz de condiciones climáticas como a una tendencia creciente atribuible a un mayor consumo de este producto”, dice el estudio.
En este punto considera el factor de que la papa compite por espacios tradicionales de siembra con otros cultivos de mayor rentabilidad, como la quinua.
“Si se observan las principales vías de importación, se puede ver que La Paz es el principal departamento importador de papa. Esto se explica a partir de su frontera con el Perú, el principal proveedor para el país.
En este sentido, se debe aclarar que las variedades importadas suelen estar relacionadas a las utilizadas para algunas cadenas de comida rápida y que suelen comercializarse de manera semi-procesada. Las variedades para el consumo de los hogares ingresan de manera ilegal o son producidas en el mercado interno”.
Como dato curioso, en los últimos cinco años se ha visto un considerable incremento de la producción de papa en regiones no tradicionales, como Santa Cruz. El 2015, este departamento alcanzó las 30.000 hectáreas dedicadas a este cultivo y “apunta a convertirse en el segundo departamento productor, detrás de Cochabamba que en la misma gestión alcanzó las 50.000 hectáreas”.
La cebolla
También la cebolla mostró un incremento, que llama la atención de Espinoza debido a su relativa facilidad de cultivo. “En términos absolutos, las importaciones de cebolla pasaron de un promedio de 308 toneladas por año entre los años 2000 y 2008 a algo más de 4.955 toneladas entre 2009 y 2015. El experto atribuye este incremento sobre todo a las políticas de control de inflación aplicadas por el actual Gobierno.
Baja participación
Identifica una baja participación de la superficie destinada al tomate y la cebolla.
“Aunque estos representan dos de los principales productos de importación (y además dos de los principales productos inflacionarios dentro de la CBA), ocupan, en conjunto, un 6% del total de la superficie destinada a las hortalizas (algo más de 8.000 hectáreas)”.
En cambio, para el caso de la papa obtiene una relativa contradicción: “mientras las importaciones de papa han mostrado uno de los crecimientos más dinámicos dentro lo de los alimentos, se ve también un crecimiento en la superficie destinada a este cultivo”.
Conclusiones
Entre sus conclusiones, Espinoza menciona que “las preferencias (de consumo), conforme los ingresos suben, tienden a desplazarse hacia los alimentos más calóricos, ricos en proteínas, grasas y azucares, normalmente industrializados. Esto también plantea un problema serio para la producción, más allá de las consideraciones de salud pública, ya que las formas tradicionales de agricultura, junto con extensiones de tierra cada vez más pequeñas por productor, no están preparadas para el manejo de las variedades de productos que se requieren para satisfacer esta demanda”.
“Esto implica que las importaciones podrían seguir creciendo, desplazando a más productores hacia otras actividades y por lo tanto reduciendo la producción nacional. En un contexto en el que los ingresos por exportaciones se han reducido considerablemente, la sostenibilidad de esta política, que se basa en mantener los precios bajos a través de importaciones, es por lo menos discutible”.
Números de la pretendida soberanía alimentaria
Según un estudio de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) realizado el año pasado, mientras en 1988 cerca del 80% del consumo interno era provisto por la producción nacional, en 2014 esa cifra cayó a algo más del 62%, lo que implica que por cada dólar gastado por las familias bolivianas en consumo corriente (alimentos, vestimenta, servicios y otros) en el país, casi 40 centavos salen por pago de importaciones de este tipo de bienes.
“Esto va en contrasentido con los objetivos de desarrollo planteados tanto en la Agenda 2025 como en los distintos planes nacionales de desarrollo, que buscan la soberanía productiva, con especial énfasis en el aspecto alimentario”, hace notar José Gabriel Espinoza, economista responsable del estudio “Tendencias de producción y consumo de los alimentos básicos en Bolivia”.
Así también, “las tendencias de importación ponen en discusión la sostenibilidad y calidad del crecimiento. Sobre todo a partir de la caída de los precios de las materias primas en los últimos tres años (gas y minerales principalmente), que han puesto en evidencia la alta dependencia entre los ingresos y las exportaciones de recursos naturales”.
Esto último, según el economista, implica que ante la caída en los precios de las exportaciones de nuestras materias primas, en un entorno en el que el consumo interno se satisface cada vez más por importaciones, los problemas en la producción nacional, al margen de haberse solucionado durante el ciclo de bonanza, parecen haberse acentuado.