Educación de calidad, la verdadera esencia del desarrollo económico

La última década muestra un panorama de cambios abruptos en el desempeño de países que han atravesado por una bonanza económica precedida por un proceso recesivo o, en el peor de los casos, de crisis.

Miguel Ángel Amonzabel Gonzales Miguel Ángel Amonzabel Gonzales

Miguel Ángel Amonzabel Gonzales
Capitales / 26/09/2017 11:13

La última década muestra un panorama de cambios abruptos en el desempeño de países que han atravesado por una bonanza económica precedida por un proceso recesivo o, en el peor de los casos, de crisis. Estos países han basado el motor de su desarrollo económico en la exportación de materias primas y/o la explotación de sus recursos naturales. Si bien esa situación se dio en la década de los setenta, los países latinoamericanos y africanos no han sabido asimilar a cabalidad esta enseñanza. Los asiáticos entendieron la lección de que un país crecerá no a base de una economía primaria, sino de la optimización de su talento humano, es decir, mejorando la calidad de su educación.

La educación es la clave para la transformación de una sociedad: disminuye la desigualdad social, permite la movilidad social reduciendo la inequidad económica y social de los países, reduce la pobreza y la marginalidad. Nadie puede quitar el mérito al actual gobierno sobre la fuerte inversión en edificios, en equipamiento y en el apoyo a la nutrición de los estudiantes de familias de recursos bajos. Sin embargo, se ha descuidado un elemento primordial que es la calidad de la educación, siendo Bolivia uno de los pocos países que no cuenta con estándares de calidad educativa propios.

Los criterios aislacionistas de personeros del Ministerio de Educación apartaron al país por más de dos décadas de evaluaciones internacionales como el LLECE, siendo 1997 la última vez que Bolivia participó de la evaluación de la calidad de la educación primaria y secundaria. Recién el año pasado se firmó un convenio para participar en el Tercer Estudio Regional Comparativa y Explicativa, realizado por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad Educativa (LLECE), que conforma la red de sistemas de evaluación de calidad de la educación en América Latina y el encargado que opera en el marco de la UNESCO.

Por otra parte está el rechazo sistemático a otro sistema de evaluación —como las pruebas PISA—, considerado erróneamente por gente del ministerio como un instrumento que los países capitalistas usan en contra de los países pobres. Pero la prueba PISA es aceptada por 70 países y se aplica a estudiantes de 15 años sobre sus destrezas en matemáticas, química y lectura. Un dato alarmante reciente de esta prueba muestra el pobre desempeño latinoamericano en matemáticas: el 63% de los estudiantes carecen de habilidades en esta materia y el 91% en algunos países de la región.

El no querer afrontar los sistemas de evaluación externos para evaluar la calidad de la educación boliviana no permite conocer si los resultados son los previstos y cuáles son las actividades correctivas. Existen ámbitos como el educativo donde la doctrina política sobra y más bien daña su desarrollo y fortalecimiento, sumiéndola en oscurantismo e ignorancia desdeñable desde todo punto de vista.

La afirmación realizada por el Ministro de Educación de Bolivia se basa en que se trata de pruebas de gobiernos neoliberales. Si bien los sistemas educativos derivan en cierta manera de los modelos políticos, no se puede caer en ese aislacionismo que no le hace bien al futuro del país.

Los datos sobre el desempeño educativo nacional muestran una media de 2% de reprobados en el ciclo secundario; nadie puede criticar este desempeño si es real o maquillado. Sin embargo, un indicador que mide el nivel de la educación primaria y secundaria es la prueba de conocimientos para el ingreso a las universidades, donde reprueban más de la mitad de los bachilleres, con el añadido de que el examen lo preparan maestros de colegio.

Si una nación no le da la importancia debida al ser humano en el ámbito educativo no puede acceder a mejores niveles de productividad, calidad y competitividad empresarial ni tampoco a nivel de desarrollo social que se merece. La innovación es el pan de cada día en la sociedad moderna, en tal sentido los modelos educativos tienen que estar en función a esta variable, en el caso boliviano lamentablemente la situación no es así.

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