El cambio climático y la deforestación amenazan a indígenas del Amazonas

En medio del desastre de las sequías y las inundaciones se suma la deforestación, que terminó con medio millón de castaños, de cuyo fruto depende la pervivencia de comunidades indígenas.

Un barco en el río Madre de Dios, que divide los departamentos de Beni y Pando.

Un barco en el río Madre de Dios, que divide los departamentos de Beni y Pando.

Un campesino recolecta cocos o frutos del árbol de la castaña, en la localidad Gonzalo Moreno.

Un campesino recolecta cocos o frutos del árbol de la castaña, en la localidad Gonzalo Moreno.

Fruto del árbol de la castaña en cuyo interior se encuentran las almendras que se transportan para su procesamiento.

Fruto del árbol de la castaña en cuyo interior se encuentran las almendras que se transportan para su procesamiento.

Un campesino transportando frutos del árbol de la castaña, en la localidad Gonzalo Moreno.

Un campesino transportando frutos del árbol de la castaña, en la localidad Gonzalo Moreno.

Recolectando cocos o frutos del árbol de la castaña en Gonzalo Moreno.

Recolectando cocos o frutos del árbol de la castaña en Gonzalo Moreno.


    Elena Rodríguez
    Capitales / 06/02/2018 00:35

    El cambio climático acabó hasta con el verdor de algunos árboles en el Amazonas boliviano, en medio del desastre de sequías e inundaciones al que se suma la deforestación, que terminó con medio millón de castaños de cuyo fruto depende la pervivencia de comunidades indígenas.

    Los recursos que brinda la Amazonía fueron aprovechados por indígenas y campesinos desde siempre, desde la época de la goma hasta el actual aprovechamiento de la castaña, la palmera de asaí o la madera.

    Solo de la castaña viven más de 15.000 zafreros, trabajadores que se dedican a la recolección de este fruto tres meses al año, y unas 200 comunidades indígenas de la Amazonía boliviana, explicó a Efe el sociólogo Gregorio Quirós en Riberalta.

    La crisis mayor

    La situación más crítica se vivió la temporada pasada, cuando la zafra o recolección de la castaña estuvo muy por debajo de la media y provocó que muchas familias se endeudaran para sobrevivir.

    Estas familias trabajan juntas durante esos tres meses y lo que ganan lo administran para aguantar hasta la temporada siguiente.

    Luis Sánchez, campesino indígena que se dedica a la zafra de la castaña desde hace 40 años, señaló a Efe que “en los últimos años se ha visto que el cambio climático tal vez pueda ser el culpable, porque los árboles ya no son lo mismo que antes: eran verdes, ahora hay partes secas”.

    Situación estable

    No obstante, en su última salida al campo en el municipio amazónico de Puerto de Gonzalo Moreno, Sánchez reconoció que este año “la situación ha mejorado”, aunque no a niveles de hace una década.

    Aparentemente la situación se mantiene estable, con unas lluvias intermitentes, un calor sofocante y una humedad agotadora, pero los habitantes con más experiencia subrayan “que ya no llueve como antes”.

    Edwin Endara, ejecutivo de la Federación Sindical Única de Trabajadores Gomeros y Castañeros de Bolivia, declaró a Efe que “el año pasado fue un fracaso, un desastre, la gente no tenía para comer”.

    Si no hay almendra...

    El sindicalista es consciente de la necesidad de emprender y buscar otros proyectos, pero reclama más apoyo gubernamental para mejorar la capacitación medioambiental y la sensibilización de la población.

    “Queremos que vengan aquí y nos capaciten para cuidar el medioambiente, si no hay almendra —como también se conoce a la castaña en la zona—, 15.000 personas nos quedamos sin trabajo”, advirtió.

    Modelos y sistemas

    Pero no solo los cambios en el clima afectaron al cultivo y la recolección de productos, sino que la evolución en los modelos forestales y sistemas productivos hacia pastizales y zonas agrícolas diferentes está matando a los árboles de castaña.

    Según datos del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, en los últimos diez años cerca de 400 mil hectáreas de bosques de la Amazonía boliviana fueron convertidas en pastizales, áreas agrícolas y otros usos de la tierra, conllevando la muerte de más de medio millón de árboles de castaña.

    La conclusión general es que necesitan más apoyos para reconducir el modelo productivo amazónico y proteger los bosques bolivianos del cambio climático, para que el Amazonas siga siendo no solo el pulmón del mundo, sino una gran fuente productiva para quienes dependen de él.

     

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