“Bolivia necesita una reforma energética y acomodar su paso al paso del mercado”

Máster en Administración de Empresas formado en Administración y en Derecho, se dedica desde hace más de una década al análisis de la temática relacionada con la energía, los hidrocarburos, el desarrollo urbano y...

Boris Santos Gómez, analista en temas de energía e hidrocarburos. FOTO CEDIDA Boris Santos Gómez, analista en temas de energía e hidrocarburos. FOTO CEDIDA

REDACCIÓN CAPITALES
Capitales / 27/02/2018 07:40

Máster en Administración de Empresas formado en Administración y en Derecho, se dedica desde hace más de una década al análisis de la temática relacionada con la energía, los hidrocarburos, el desarrollo urbano y las ciudades inteligentes. Es catedrático de pre y posgrado en Santa Cruz.

Boris Santos Gómez Úzqueda es columnista del diario El Nacional de Caracas, Venezuela, y de varios periódicos bolivianos. Participó en eventos internacionales como ponente en energía, ocupó cargos ejecutivos en el sector privado, es ex gerente de Relaciones de Cámara de Industria y Comercio Santa Cruz, consultor de firmas de hidrocarburos y, actualmente, director de la compañía de tecnología InBest.

Es uno de los pocos ciudadanos bolivianos que por su influencia en la red social Twitter tiene su cuenta verificada: @BorisSGomezU

CAPITALES lo entrevistó y, en esta primera entrega de dos, él se refiere a la economía nacional, de manera general, y luego aborda la situación de los empresarios privados y del gas, que es una de sus especialidades. También habla del mercado internacional del petróleo y del papel que juegan Venezuela y Estados Unidos.

CAPITALES (C). ¿Cómo califica el actual momento económico del país y qué expectativas tiene para este 2018?

Boris S. Gómez Úzqueda (BSGU). Una verdad de Perogrullo: la economía boliviana continúa, y lo estará por mucho tiempo, atada a la economía del gas, de los ingresos por exportaciones de gas y de la industria que se mueve en derredor. Tanto el Estado central, como los municipios, gobernaciones y universidades mueven sus economías institucionales, sus presupuestos y sus proyectos en base a sus ingresos por concepto de regalías e impuestos coparticipados de hidrocarburos.

C. En particular, ¿cómo se presenta el panorama para el sector privado en la economía boliviana?

BSGU. Coincido con varios expertos en economía con los que trabajamos temas en conjunto porque energía y economía, en el país, van de la mano: Hay una percibida desaceleración, que no es otra cosa que un freno al crecimiento económico. En 2017 se creció menos que entre 2006-2016; si bien es cierto se mantiene la inflación con alto de control, tampoco es un misterio que el dólar está subvalorado.

Varios analistas en economía son claros en afirmar que ya hay déficit fiscal. Y eso, entre otros temas, es porque se gastó mucho y no se aprovecharon los buenos ingresos que tuvo Bolivia por la venta de gas entre 2006 y 2014, momento en que el barril de petróleo bajó y obviamente afectó la calidad del precio del gas boliviano exportado a Brasil y Argentina. Amén de que Bolivia se estancó en un plateau de producción que no pasó los 60 millones de metros cúbicos por día de gas.

Aun espero ver que funcione la alianza entre el Gobierno y la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia para la inversión y la generación de empleo.

Un dato que no debe perderse de vista: la IED (Inversión Extranjera Directa) neta en Bolivia 2016 no superó los $us 410 millones. Brasil, pese a la crisis, atrae $us 78.929 millones. Eso muestra que el escenario político institucional boliviano no es atractivo para las inversiones.

C. Con la inversión pública y la concentración del gasto en el nivel central del Estado, algunos analistas consideran que el consumo, como motor de la demanda interna, viene en picada desde el año pasado, y dicen que este 2018 será peor. ¿Está de acuerdo con esto o no?

BSGU. Infortunadamente es verdad. Hubo mucho gasto público en temas que no han sido trascendentales para la economía nacional. Un ejemplo: empresas estatales que no han rendido financieramente y que, por supuesto, sus déficits deben ser absorbidos por el Estado central, generando “boquetes” a las arcas públicas que posteriormente ponen en aprietos al país.

Uno de los principales expertos en hacerle seguimiento al despilfarro de dinero por venta de gas es el ex secretario de Finanzas de la Gobernación de Santa Cruz, José Parada Rivero, buen amigo que inclusive propuso un modelo económico federal a ser incorporado en el modelo de autonomías, cabalmente por el daño a las finanzas que le hace el Estado central a las entidades territoriales subnacionales.

C. En cuanto al mercado energético, ¿cuán prometedor se presenta el año para Bolivia con los precios en un nivel que no se venía teniendo hace mucho tiempo? Gobernaciones, municipios y universidad, con su dependencia del precio del petróleo a nivel internacional, ¿pueden esperar un mejor año que el anterior?

BSGU. Siempre estoy en coloquios, en conversatorios y en conferencias junto a colegas, expertos y entendidos en el negocio energético latinoamericano, y nadie tiene bola de cristal para adivinar los precios futuros del barril de petróleo, que son, sin duda, referentes para el crecimiento económico global. Sin embargo, la producción boliviana de gas está en declinación.

La enseñanza de siempre: no se puede despilfarrar más ingresos por venta de petróleo, gas y energía, conceptualmente hablando, en programas estatales que no sean sostenibles. Venezuela y Bolivia, países productores de petróleo y gas, respectivamente, se niegan a tomar el modelo de Emiratos Árabes Unidos o el modelo noruego de aprovechamiento de recursos y de diversificación de economías.

Este año va a ser interesante para el mercado petrolero. Desde 2015 no se tenía un precio a 65 dólares/barril. Las últimas semanas de 2017 marcaron mejores precios.

C. ¿Cómo afecta el fracking a la economía global?

BSGU. El Presidente estadounidense (Donald Trump) está dando todas las facilidades para que el capital privado invierta en fracking. El shale (petróleo y gas no-convencional) producido por el pujante capitalismo privado norteamericano seguirá haciendo buena letra. Hay un auge indiscutible. Podría haber, incluso, variación de precios entre los referentes Brent y WTI para precios del barril/petróleo.

Con una banda de entre 60-80 dólares/barril, la predicción de producción de petróleo vía shale se amplía notablemente: mayores proyectos generarán mejor rentabilidad e introducirán al mercado global entre 700 mil a 1,1 millones de barril/día de petróleo, dejando a los “recortes” de producción del cártel de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) un poco desfasados.

La media de consumo de petróleo/día en el mundo se incrementó casi 1,5 millones de barriles/día por el impulso del bajo precio.

C. ¿Cómo está el caso venezolano, al que muchos califican como ejemplo mundial de despilfarro de petróleo?

BSGU. El caso venezolano me genera particular preocupación, como latinoamericano. Resulta penoso ver que Venezuela, otrora fuerte miembro de la OPEP, por culpa del Socialismo del Siglo XXI, que también tiene atormentado a Bolivia y Cuba, haya reducido su producción de 2,5 millones b/d en 2016 a los magros 1,8 millones b/d en 2017.

Problemas tecnológicos, obsolescencia, corrupción y otros han afectado el proceso productivo petrolero venezolano, amén de poquísima inversión de capitales. Por ello es que en 2016, en junio, dediqué un análisis y me alegré muchísimo de que el candidato a la Secretaría General de la OPEP del régimen de Nicolás Maduro haya perdido esa elección.

Infortunadamente, además de la baja producción, Venezuela tiene una carga de pago por deuda pública externa de más de $us 91.000 millones, si confiamos en cifras oficiales de portales estatales, y en 2018 debe pagar casi $us 10.000 millones apelando a su única fuente de ingresos: la venta de petróleo a Estados Unidos, a donde exportaba cerca de 1,1 millones b/d a apenas 600 mil b/d (cerca de $us 2.500 millones).

C. ¿Bolivia sigue el mismo camino que Venezuela en materia energética?

BSGU. Venezuela tiene el mismo problema de Bolivia, guardando proporciones y escalas: la producción petrolera venezolana no es suficiente para que un incremento de precios del barril le favorezca. Igual que Bolivia, los volúmenes de producción de gas no son alentadores ni suficientes para consolidar un hub gasífero en el Mercosur que le permita mejorar sus ingresos vía venta de gas.

Urge volver a insistir en 2018 en una reforma energética integral. Bolivia debe acomodar su paso al paso del mercado; atraer inversiones en climas de estabilidad y de despolitización de la regulación energética; y, definitivamente, buscar fórmulas de diversificación.

 

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