Economía colaborativa: Un nuevo modelo de negocio
El transcurrir de la historia nos permite evidenciar que las formas de relacionamiento en las sociedades han evolucionado. Asimismo, cambian los modelos económicos y emergen nuevas dinámicas entre los ciudadanos que implican cambios culturales.
El transcurrir de la historia nos permite evidenciar que las formas de relacionamiento en las sociedades han evolucionado. Asimismo, cambian los modelos económicos y emergen nuevas dinámicas entre los ciudadanos que implican cambios culturales.
Hoy, por ejemplo, somos testigos de la transición de una economía de propiedad y tenencia a una economía de acceso. En otras palabras, los individuos, sin importar si se conocen o no, comparten bienes y servicios con el fin de aprovechar al máximo sus capacidades.
La masificación y el uso de las tecnologías de la información han facilitado la comunicación y el empoderamiento de particulares, permitiéndoles integrarse activamente en escenarios económicos a través de acciones colaborativas mediante la red. Esto dio lugar a un nuevo concepto de economía, denominado “Economía Colaborativa”, impulsada por los mismos ciudadanos como una respuesta a sus necesidades de generar ahorros, entradas monetarias, nuevos empleos, inclusión social o simplemente como un tema ambientalista.
Promover la comercialización y el uso de bienes y servicios en desuso o subutilizados, a cambio de una remuneración, monetaria o no, es el fundamento de la economía colaborativa. Por ejemplo, en casi todas las casas hay un taladro, una bicicleta o cualquier otro bien que suele utilizarse unas pocas veces al año; si estos bienes se ponen a disposición de otras personas, se consigue reducir el consumo de recursos necesarios para la fabricación de estas herramientas al mismo tiempo que deja al propietario un ingreso extra.
Por supuesto, este principio también se puede aplicar a los automóviles, a las viviendas e incluso a los medios de comunicación. Utilizar un bien temporalmente, sin comprarlo, es la nueva forma de consumir y la economía colaborativa lo facilita enormemente, toda vez que facilita el acceso a los bienes y/o servicios a través del trueque, alquiler, préstamo, comercio, arrendamiento, canje, reventa y permuta. Incluye los mercados de redistribución, donde se revenden o redistribuyen los bienes desde donde no se necesitan hacia donde sí se desean.
A su vez, este tipo de economía permite también la producción colaborativa en la que grupos, redes o particulares colaboran en el diseño, producción o distribución de bienes o servicio, así como la elaboración colaborativa de productos o proyectos y la distribución colaborativa en la que se organiza y realiza la distribución de bienes directamente entre particulares.
Permite además el aprendizaje colaborativo, esto es, por experiencias de aprendizaje abiertas a cualquier sujeto en las que comparten recursos y conocimientos para aprender de forma conjunta, mediante el acceso libre y gratuito a cursos, lecturas y contenidos educacionales.
Un claro ejemplo de este tipo de negocios son las plataformas Airbnb (empresa intermediaria para el alquiler de alojamiento privado), Uber (empresa intermediaria para el alquiler de vehículos con conductor), eBay (empresa intermediaria para la compra y venta de bienes y servicios) y Eserp (empresa que ayuda a aprender sobre temas relacionados con el mundo empresarial).
Como se ve, este nuevo paradigma económico ofrece importantes oportunidades para favorecer la inclusión social, promover el espíritu emprendedor y desencadenar una ola de innovación que pueda contribuir a resolver algunos de los grandes problemas sociales, económicos y ambientales que aquejan a los habitantes de economías en desarrollo, como la nuestra.
La Economía colaborativa ha llegado para quedarse como resultado del profundo cambio tecnológico, económico y social que están experimentando la sociedad y la economía global.
LIC. MSC. LEONARDO FABIO TABORGA PINTO
DOCENTE DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES UMRPSFXCH