"El extractivismo ha infectado al Estado, que se ha vuelto rentista"
El economista José Gabriel Espinoza fue designado recientemente miembro del Directorio del Banco Central de Bolivia. Antes de dicha designación, Espinoza, que vino a Sucre invitado por la Cámara de Industria y Comercio de Chuquisaca (Cainco) para disertar sobre política económica, habló con Capitales sobre lo que se viene en los próximos seis meses de transición y sobre los desafíos que enfrentará el país cuando comience el nuevo Gobierno surgido de las elecciones generales, previstas ahora para el primer domingo de mayo de este año, y los cambios estructurales que –según dijo- serían necesarios para la marcha de la economía.
CAPITALES (C). La gestión económica aparece como una de las cualidades de la anterior administración. ¿Cuál es la situación real y qué correctivos serían necesarios en materia de política económica para el mediano y largo plazo?
José Gabriel Espinoza (JGE). Hemos vivido cifras macroeconómicas en las que no se puede negar que hubo avances sociales en términos como la reducción de la pobreza, la construcción de infraestructura, la vinculación de Bolivia a partir del transporte aeroportuario y carretero. Hubo una mejora de los ingresos entre los más pobres de la población, pero detrás de estas cifras macroeconómicas se han escondido dos cosas que tienen que ver con el empleo y la producción; la informalidad hoy en día en Bolivia sigue siendo la más alta en Latinoamérica, como lo era en 2005 y como lo fue en 1986. Este es un gran problema porque todos estos avances son sumamente vulnerables en el contexto, y el contexto ha cambiado desde 2014, y es probable que por eso muchos de estos avances sufran retrocesos o por lo menos se vean amenazados. Otro elemento descuidado es la situación regional. Se tiene departamentos que crecen de manera sostenida desde hace diez o 12 años al 6 o 7% por año, lo que les permite una dinámica interesante, atraen población migrante, inversión pública, privada y extranjera, tienen infraestructura y demás, pero tienes departamentos como Tarija que lleva cuatro años con tasas de crecimiento negativas. Eso es una recesión. O departamentos como Chuquisaca donde el 60% de la población es pobre, cuando el indicador nacional es 30% en términos de pobreza extrema. Estas asimetrías regionales amenazan la sostenibilidad de cualquier modelo de crecimiento. Hay desbalances en demandas de servicios básicos, capacidad de pago de servicios, entonces se configura un problema muy serio. Hay que aclarar que en los últimos cuatro años perdimos los equilibrios, que hay que recuperarlos.
C. ¿Cuál es el modelo que debería aplicarse para mejorar la situación del empleo en Bolivia?
JGE. El desempleo en Bolivia siempre ha sido relativamente bajo si miramos al resto de países de la región, donde la cifra estaba en torno al 18%. Actualmente estamos al 4% y la región está en el 8%. Nuestro gran problema es que 8 de cada 10 empleados tienen empleo precario, porque el aparato productivo se ha segmentado. Como ejemplo, las empresas de Sucre, aparte de dos o tres grandes, no ven un mercado más allá de Sucre o tal vez Potosí. No se vincularon mercados. Es muy difícil encontrar un producto chuquisaqueño en el interior. El primer desafío es vincular el mercado interno. Ejemplo es el cacao que importa Chuquisaca para producir los chocolates, como gran parte de las materias primas. Es más barato traer de China que desde nuestro propio país. Si bien se han vinculado poblaciones, no se han vinculado aparatos productivos. Es difícil pensar en la exportación cuando ni siquiera cubrimos nuestros mercados.
C. A nivel nacional es llamativo el caso tarijeño, quizá un ejemplo poco edificante del modelo extractivista ¿Qué es lo que sucede?
JGE. El extractivismo ha infectado al Estado, que se ha vuelto rentista y dependiente de las materias primas, siempre buscando la forma de obtener recursos. Potosí, hoy en día, está buscando el litio para darle plata a sus gobiernos locales y dinamizar su economía. Esa es una dinámica perversa que ha generado una dependencia del Estado y de las materias primas. Tarija, entre el 25 y 30% de su PIB se explican por el sector público que contrata construcción, alimentos, profesionales, servicios. Chuquisaca está cerca, 25% también. ¿Cómo hacemos para que la gente no dependa tanto del Estado? Esto tiene impactos en lo macroeconómico. Se gasta más dinero y recursos en mantener el cambio fijo, por ejemplo, y eso genera problemas.
C. ¿Cuáles serían las recomendaciones para los próximos cinco años? El gobierno que asuma a partir de las elecciones, qué políticas urgentes debería aplicar?
JGE. Antes de que se vaya el gobierno de Evo Morales era claro que había que cambiar ciertos patrones del modelo económico. No se puede seguir creciendo a base de endeudamiento. Y lo que se tiene ahora es un alto endeudamiento público y privado. Si se quiere mantener el cambio fijo probablemente haya que contener el gasto público. Inyectar dinero en la inversión pública que no está generando crecimiento. Primer gran cambio, pensar seriamente en achicar el gasto del nivel central. Eso no significa en que haya que abandonar a la gente. Hay que desarrollar otras actividades, cambiar la normativa y modernizarla, no necesariamente liberalizarla sino modernizarla. La ley de empleo en Bolivia viene de 1939, sobre eso se hicieron muchas cosas que nadie entiende claramente lo que pasa en el ámbito laboral. La ley de impuestos es de 1990, pero estaba pensada en una Bolivia diferente; hay que modernizarla y levantar las restricciones administrativas hechas a veces para limitar el crecimiento del sector privado pero a veces como una manera de control. Son normativas que generan mucho costo y desincentivan la inversión. Hay que hacer una ingeniería de hormiga para solucionarlas.
C. ¿Cómo debe actuar la población en momentos de una transición que por su naturaleza podría generar alguna incertidumbre?
JGE. Mantener la confianza.Lo que sucedió en las últimas cuatro semanas es una muestra de que la gente tiene confianza en la economía boliviana. No hemos visto corridas bancarias, gente haciendo colas para cambiar dólares, y por eso hay que convencer a los que invierten y en los próximos meses racionalizar los pedidos porque no se puede exigir a un gobierno de transición que haga cambios estructurales.