¿Un/a emprendedor/a nace o se hace?

De un tiempo a esta parte, como sociedad fuimos perdiendo el miedo a innovar, a alcanzar sueños, quitándonos el pensamiento de que la única forma de poder sobrevivir es trabajando para alguien más.

MSc. María Cristina Landívar MSc. María Cristina Landívar Foto: Correo del Sur

Redacción Capitales
Capitales / 24/08/2021 19:08

De un tiempo a esta parte, como sociedad fuimos perdiendo el miedo a innovar, a alcanzar sueños, quitándonos el pensamiento de que la única forma de poder sobrevivir es trabajando para alguien más. Esto se hizo evidente con la pandemia por el covid-19, puesto que nuestra economía se vio fuertemente impactada, sufriendo el cierre y/o la reestructuración institucional y empresarial, afectando el empleo a una gran cantidad de personas jóvenes y adultas, siendo la respuesta inmediata iniciar un negocio. 

La psicología, vista como ciencia que mejora la salud mental, ha dado un giro desde el surgimiento de la psicología positiva acentuando el bienestar de la persona como parte de la organización e individualmente en la búsqueda de la felicidad, a través de la resiliencia y motivación, características de personas emprendedoras. Es así que toma importancia en la psicología del emprendedurismo, entendiendo que estas personas no solo buscan el establecimiento de un negocio, sino la motivación por el logro de objetivos, teniendo un alto grado de motivación interna y no así en búsqueda de poder o influencia sobre los demás.

La persona que posee estados emocionales positivos ofrece mayor oportunidad de hacer frente a resultados futuros, mientras que aquellos/as con estados emocionales negativos se orientan a actuar inmediatamente; la resiliencia admite ser una estrategia de crecimiento para la persona emprendedora, a través de ella llega a conocer y movilizar distintos recursos o habilidades que puede no saber que los posee. Existe el concepto de Flujo, visto como un estado de conciencia, enfocando la atención en una meta clara y definida, donde la persona se concentra sin tener noción del tiempo, traduciendo ello como un estado de disfrute, control y atención. 

Doing Business en 2020, publicación del Banco Mundial enfocada en el análisis y medición sobre las regulaciones que favorecen o restringen la actividad empresarial a nivel mundial, clasifica a Bolivia con un puntaje sobre 100, de 51,7 puntos, indicando que aún estamos a mitad de camino para poder generar políticas o reformas que faciliten la apertura, fortalecimiento empresarial y por ende una mejora en la economía. Dentro del ranking, nos encontramos en el puesto 150 de 190 a nivel mundial, y a nivel Latinoamérica y El Caribe, puesto 29 de 32, siendo una de las principales dificultades el tema impositivo. En resumen, Bolivia está entre los 40 países del mundo donde es más difícil tener un negocio. 

Aterrizando a nuestra ciudad, el panorama no cambia. Conseguir un lugar accesible a nuestro bolsillo, pagar los aranceles municipales y el aspecto tributario, junto a la falta de confianza, conocimiento de uno/a mismo/a, reconocimiento de fortalezas y habilidades para impulsar el emprendimiento, las ganas de generar un negocio propio pueden extinguirse, incluso autosaboteándose para llegar al fracaso. 

Con los distintos pormenores que sufren las personas emprendedoras, las actitudes, habilidades y sobre todo las emociones positivas, que nos habla la psicología positiva, indican que depende del desarrollo y fortalecimiento de las características, como resiliencia, motivación, perseverancia y apertura, para que las personas puedan llegar al éxito o al fracaso en el mundo empresarial, sin dejar de lado las características del contexto, las cuales pueden ser importantes mas no determinantes. 

Las acciones conjuntas, desde la academia con el objetivo de fortalecer las competencias del estudiantado, como de las organizaciones gubernamentales para generar propuestas más amigables impositivas como reglamentarias, se puede llegar a ser agentes de mejora económica para nuestra ciudad como para el país. 

Entonces, un/a emprendedor/a se hace, a partir del desarrollo de capacidades, habilidades, actitudes, rasgos de personalidad y emociones positivas, enfocado/a en conseguir el éxito, brindando soluciones y generando iniciativas o propuestas que realmente busquen incentivar la puesta en marcha de negocios formales, que tengan un impacto positivo en nuestra economía, como en la creación de fuentes de empleo.  

MSc. María Cristina Landívar

Docente Facultad Ciencias Económicas y Empresariales UMRPSFXCH

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