Las tres divisiones de infantería dijeron adiós a sus camaradas
Cerraron los actos para honrar a los restos de los soldados de El Alto de la Alianza
La jornada inicia muy temprano, cuando apenas se puede sospechar que la posición de los astros en el espacio y el tiempo darán lugar a un nuevo día. La sutil diferencia sólo es perceptible para algunos, como aquellos que viven bajo la férrea disciplina militar. Donde la marcha perfecta de la maquinaria infatigable de un reloj representa un modelo de existencia; siempre hacia adelante con una fuerza inagotable, en un orden regulado minuciosamente, como si la marcha fuera lo único imperecedero. A la voz de mando que marca los pulsos de esta maquinaria, los tres regimientos históricos de Bolivia, sin trastabillar se alinean en simétricas formas que se apostan frente a la Casa de la Libertad; los cuerpos esbeltos hacen presión para estar erguidos hasta lo imposible, las botas recién lustradas, los trajes planchados y las bayonetas resplandecientes que cortan los primeros rayos del sol. El Ejército boliviano representado por estas escuadras, realizará el último acto de homenaje a los soldados de El Alto de la Alianza.
El himno nacional inunda el ambiente con solemnidad mientras que en lo alto, la bandera ondea indiferente ante la quietud de todos los cuerpos, una nueva orden resuena y dos féretros inmaculados aparecen en escena; contienen los restos de dos camaradas caídos en la Guerra del Pacífico. Los ataúdes son cargados por seis oficiales que marcan el paso como si fueran segunderos. Los Colorados, los Amarillos y los Verdes de Bolivia, con sus uniformes atávicos del siglo XIX, lucen su dominio de la disciplina pretoriana,iniciando la marcha al unísono, acompasándose en hileras perfectas y marcando el paso con pisadas furiosas. Un Mayor apartado de las columnas de soldados infatigables, desenvaina su sable desplegando como un relámpago que deslumbra a los pasantes, al tiempo que profiere un gutural: ¡marchen!, con el que la banda armoniza la triste melodía de un bolero de caballería.
Las tres líneas de la infantería boliviana escoltan los restos de los k’ellu runas muertos en combate, en el ejercicio final de la disciplina militar que los hicieron héroes para todos los bolivianos y unos visibles modelos para los soldados; por eso las tropas jerárquicamente organizadas exhiben su disciplina, su apego al orden que concluye con la muerte si es necesario, como reza el himno: “Morir antes que esclavos vivir”.