Alasita, para atraer buenos deseos desde la miniatura

Inmuebles, billetes, amuletos y documentos son los más buscados

"Que sea en buena hora"

"Que sea en buena hora"

CREYENTES. Centenares de ciudadanos se dieron cita ayer, en la feria de la Alasita, para adquirir bienes bendecidos.

CREYENTES. Centenares de ciudadanos se dieron cita ayer, en la feria de la Alasita, para adquirir bienes bendecidos.


    Mariana Calizaya Vargas
    Cultura / 17/07/2018 06:31

    “Que sea en buena hora”, dicen los yatiris y amautas cuando entregan los bienes anhelados a los centenares de ciudadanos que, con fe, adquieren miniaturas en la Feria de la Alasita, hechas por los artesanos viajeros, que regalan ilusiones a miles de personas.

    Cuando se trata de costumbres, no hay edad ni estatus económico; la Alasita es una muestra de ello. Las miniaturas son el elemento esencial en el ansia de cumplir los deseos, pero nada de eso sería posible sin la mano de los artesanos que le ponen cariño a esos detalles.

    Dionicia Mamani (58), desde hace 33 años, se dedica con su esposo a la venta de miniaturas en el país y el extranjero junto con su Asociación de Artesanos Viajeros de La Paz. Su especialidad es elaborar la olla de la abundancia que contiene monedas de oro, nuez y lenteja para que no le falte nada en el hogar y le vaya bien “en todo” a quien lo adquiera.

    “Vendo con toda fe y con toda voluntad, más que todo con la fe de la Virgen del Carmen, como en Potosí, el Señor de Manquiri, y se cumple”, relata.

    “Viajamos todo el año”, dice también Carmen Baldivieso (50), que adoptó el oficio de su suegra, Flora vda. de Chávez, en artesanía, hojalatería, amuletos de la suerte y la elaboración de casas. Además ofrece dulces artesanales.

    Su viaje comenzó hace 21 años y anualmente, luego de abrirse el calendario nacional de esta feria en La Paz, pasa con su asociación por Potosí, Sucre, Tarija, Bermejo, Yacuiba, Quillacollo, Cochabamba, Santa Cruz, Oruro, Trinidad y Cotoca, que es donde termina su recorrido, en noviembre.

    Los bolivianos también se extienden hasta Puno y Juliaca (Perú). Carmen cuenta que los artesanos compartieron las costumbres en tierras peruanas, pero lamenta que ahora los vecinos las consideren propias. “Los artesanos de Bolivia les han enseñado y de Puno se ha desglosado a Juliaca y de ahí a los pueblitos del norte. Lamentablemente ha sido motivo de que nos quieran quitar nuestra cultura, igual que el folclore. Indican que nuestro Ekeko es de ellos y no es así”, se queja.

    La asociación Mi Llajta (Cochabamba) es otro grupo que recorre el país mostrando su artesanía en diferentes rubros, expresa su presidenta María Ramírez. En su caso, heredó el arte de la marroquinería de su padre, transmitido a unas cinco generaciones desde hace 75 años. Señala que ponen todo su empeño para ofrecer productos de calidad a los compradores porque la producción extranjera los está “matando”. Ellos se diferencian por las carpas de color amarillo en la calle Gregorio Mendizábal.

    Al margen de la oferta, lamentó haber sido maltratada junto con sus bases por la Intendencia Municipal en un conflicto de pertenencia de puestos que reclamaron solucionar internamente. El intendente Belizario Rojas respondió que “a veces es necesario poner orden” y en este caso, aseguró que sólo hizo respetar las papeletas.

    Previo a la inauguración oficial de la feria de la miniatura encabezada por autoridades municipales y oficiada en el sector de las masitas, se realizó la misa a Nuestra Señora del Carmen en el frontis de La Rotonda y al finalizar, al mediodía, como manda la costumbre, centenares de creyentes adquirieron una variedad de ilusiones desde bolsas de capital, del ahorro, casas, autos, billetes, terrenos, bebés, gallos y gallinas con su respectivo documento de propiedad o certificación, según el trámite que haya que realizar.

    Mientras los adultos buscaban bienes, los más jóvenes se abocaron a encontrar títulos profesionales o pedir trabajo, deseos “atraídos” con campanadas y sahumerios por yatiris y amautas y entregados con la frase “que sea en buena hora”. Luego los sacerdotes se encargaron de encomendar a Dios a los creyentes y echar agua bendita. “La fe sigue moviendo montañas y es lo que ha encarnado el pueblo”, remarca el padre Nicolás Velázquez.

    Según la Intendencia, la calle Cabrera estará expedita desde hoy ya que el permiso para los artesanos de La Paz sólo fue hasta ayer. En Noria Alta, la feria se extenderá hasta el próximo fin de semana.

     

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