Jazz, creatividad y estilo propio, la rúbrica del violín boliviano
Orihuela alista maletas para traer su laboratorio de violín moderno el próximo año
De Bolivia para el mundo, el violinista sucrense Gustavo Orihuela; el pianista, Diego Ballón; Luis Iturralde en la percusión y en el contrabajo Randolph Ríos, oriundos de La Paz, tienen un estilo propio y diferente basado en el jazz manouche y el folclore nacional con el cual llegan a hacer revolución en cada escenario, regalando algo especial, como el laboratorio de violín moderno que pronto llegará a Sucre.
Fácilmente reconocible, Gustavo Orihuela Quartet nació como proyecto en 2013, con el Violín Boliviano, mucho después de que el cuerdista dejara a sus bandas de jazz gitano en Europa, como Le Petit Manouche. La idea era crear algo propio abarcando la música boliviana con lo popular, lo antiguo y lo contemporáneo.
Orihuela relata que la evolución de su banda tiene base en los lenguajes del jazz y la recreación de la música nacional con la improvisación y la facilidad de viajar de un fenómeno musical a otro probando por ejemplo una rumba española, un latin jazz, música caribeña y boliviana e hilvanarlo con el jazz norteamericano, lo cual les ha dado una personalidad diversa.
Aunque el jazz manouche y el folclore son el centro de lo que hacen, también tienen influencia del swing, soul, rock, música africana, latin jazz, entre otros, propios del gusto musical de los integrantes que se abren a la creatividad para ofrecer algo nuevo a su público. “Nos gusta mucho conectar con los auditores”, dice Gustavo.
Si bien la conexión con los espectadores es importante, lo es aún más demostrarlo en el escenario. “Nos divertimos porque somos muy buenos amigos y es muy cómodo tocar con ellos, hay una conexión innata”, destaca Ríos.
Sin duda, la creatividad es el hilo conductor de este cuarteto único en su estilo. Según relata Iturralde, no ha encontrado en otros grupos “la intensidad” que surge de cada integrante. “Eso es motivador para seguir creando y nos va trazando el camino por dónde andar, más yo creo que es una ventaja y motivación tener esta diferencia, como le llamas, de estilo”.
Hace algunos meses sorprendieron en Estados Unidos, de gira en Washington y Nueva York, donde no faltaron los residentes bolivianos. Diego remarca que esta oportunidad les abrió las puertas hacia otros horizontes. “Es muy difícil salir de aquí, el hecho de poder pisar Washington y Nueva york siendo una banda boliviana, es ya un gran paso, no sólo para nosotros sino para toda la movida musical jazzera de Bolivia”, agrega.
Si el jazz tuviera que definirse en una palabra, para los cuatro músicos es libertad, improvisación, vivir y experimentar cosas nuevas.
UN LABORATORIO DE VIOLÍN
El virtuoso violinista anunció que el próximo año traerá a Sucre su proyecto inclusivo Laboratorio de Violín Moderno que hasta ahora fue muy bien recibido en la Sede de Gobierno. No sólo pretende enseñar el instrumento sino, educar emocionalmente para estar en un escenario, cumplir los sueños, “siendo una persona íntegra”.
“Es una escuela que enseña a poder abarcar la diversidad de la música a través de un violín. He roto un poco la pedagogía tradicional, podemos trabajar un rock, jazz, lo que quieras desde el violín (…). Estamos formando líderes que es un aprendizaje súper natural que es como yo hubiese querido que me enseñen de esa manera”.
El jueves ofrecieron un concierto en el teatro Gran Mariscal, junto con Carla Casanovas. Los capitalinos salieron más que satisfechos.