Prueba de fuego

Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 serán los primeros que se celebren en Sudamérica y, por tanto, marcarán un hito en la historia del subcontinente. Pero también serán una prueba de fuego para Brasil y para la región, que entre problemas económicos y sociales, buscan desde hace años afianzar su posición en el mundo.

Del 5 al 21 de agosto, la ciudad carioca será el lugar sobre el que estarán puestas todas las miradas. Del éxito del evento depende no sólo el prestigio de la metrópoli, sino el de un país que en dos años asumió la tarea de organizar un Mundial de fútbol y los Juegos.

Subordinada históricamente y encuadrada económicamente en las zonas en desarrollo, Sudamérica vio en la elección de Río como sede olímpica en 2009 un símbolo de su despegue.

“¡Somos de primera clase!”, dijo el entonces presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, tras la elección, en 2009. Con una candidatura llena de “alma y corazón”, Río acababa de derrotar, entre otras, a la Chicago de Barack Obama.

Por tanto, el mundo estará observando. No sólo Río, no sólo Brasil, toda la región se someterá a examen. Buenos Aires, sede de los próximos Juegos de la Juventud, mira esperanzada. Si el evento carioca es un éxito, la capital argentina espera ser la siguiente. Sudamérica quiere quedarse en la órbita olímpica.