El Real no tuvo piedad

El Real Madrid conquistó su décima Supercopa de España, con una autoridad incontestable ante un Barcelona que no despierta de la conmoción de haber perdido a Neymar, superado nuevamente por una primera parte...

Sergio Ramos (i) y Marcelo levantan el trofeo logrado por el Real Madrid a costa del Barcelona. Sergio Ramos (i) y Marcelo levantan el trofeo logrado por el Real Madrid a costa del Barcelona.

Madrid / EFE
Deporte / 17/08/2017 05:38

El Real Madrid conquistó su décima Supercopa de España, con una autoridad incontestable ante un Barcelona que no despierta de la conmoción de haber perdido a Neymar, superado nuevamente por una primera parte madridista mágica, liderada por Marco Asensio (2-0).

La Supercopa de España plasmó la distancia actual entre dos grandes enemigos. Del estado de gracia del Real Madrid a la impotencia y desesperación de un Barcelona que nuevamente se vio superado, muy lejos del nivel que exhibe el bloque de Zinedine Zidane con variantes diversas para golpear sin misericordia.

La final se presentaba para el Barcelona como la mejor oportunidad para huir de la depresión y trasladar a su afición un soplo de optimismo tras la fuga de Neymar. Frenar el ciclo victorioso madridista era el objetivo, pero instalado siempre en un escalón anímico inferior al Real Madrid, su realidad fue cruda.

Levantar la final se presentaba como un imposible en el momento actual, los dos goles de desventaja de la ida y golear en el Santiago Bernabéu, pero el estadio entró en éxtasis con un nuevo golazo de Marco Asensio (1-0).

Le bastaron cuatro minutos para conseguir lo que Gareth Bale aún no hizo en toda la pretemporada. De un saque de banda inventó un zurdazo espectacular, con una parábola imparable para Ter Stegen y que provocó un gesto mayoritario en la grada: las manos en la cabeza y cara de asombro.

El disfrute no tenía freno para el aficionado blanco en el Bernabéu y Lucas Vázquez se topó con el poste antes de que Karim Benzema marcara su primer tanto de la temporada. Marcelo desbordó de nuevo y en el segundo palo, el francés se adelantó a Umtiti y remató de zurda a la red (2-0).

La final estaba sentenciada y la segunda parte sólo sirvió para que el Barcelona maquillara su imagen. El conjunto azulgrana buscó el tanto del honor con un Messi insistente pero con la cabeza baja, herido en su orgullo de campeón. Le frenó el travesaño cuando más cerca estuvo del gol.

Negado ante el gol ningún esfuerzo azulgrana tendría premio y el clásico se hizo largo en una cuenta atrás hacia el segundo título de la temporada de un Real Madrid imparable que alimenta el sueño del sextete.

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