
“Esto no se olvida. Es muy difícil pasar la página y todos los días duelen las heridas que quedaron de aquella noche”, afirmó en una entrevista la controladora aérea Yaneth Molina un año después de la tragedia del Chapecoense.
A la colombiana con 23 años de experiencia en salas radar le tocó vivir los últimos momentos de la tragedia del Avro RJ85 de la aerolínea boliviana LaMia, con 77 pasajeros: entre ellos jugadores del club de fútbol brasileño Chapecoense y varios periodistas.
Ocurrió el 28 de noviembre. Sobrevivieron los jugadores Alan Ruschel, Jakson Follmann y Neto; el periodista Rafael Henzel y los tripulantes Ximena Suárez y Erwin Tumiri.
El Chapecoense viajaba a Medellín para jugar con el Atlético Nacional el primer partido de la final de la Copa Sudamericana.
La aeronave se estrelló en Cerro Gordo, colina situada a cinco minutos de vuelo o 17 kilómetros del aeropuerto José María Córdova, próximo a Medellín, y en cuya torre de control estaba Molina.
“¿Por qué esto me tocó a mí?”, dijo Molina al evocar los tristes hechos que, a su juicio, también la convirtieron en “una víctima más” del fatídico vuelo 2933.
“Quedé como en la mitad de la tragedia porque horas después fue divulgado mi nombre, sufrí señalamientos, amenazas”, expresó.