La azafata continúa ligada a la aviación
Tenía 28 años cuando la boliviana Ximena Suárez Otterburg vivió el momento que partió su vida en dos: el accidente del avión que transportaba al equipo de fútbol del Chapecoense.
Tenía 28 años cuando la boliviana Ximena Suárez Otterburg vivió el momento que partió su vida en dos: el accidente del avión que transportaba al equipo de fútbol del Chapecoense.
Ximena era una de los cuatro miembros que componían la tripulación del vuelo 2933, de la aerolínea LaMia. Su cargo era el de auxiliar de vuelo.
“El accidente me cambió radicalmente: me sirvió para valorar más a Dios, mi familia, la vida, las cosas que tenemos. La vida es una sola y hay que aprovecharla, y vivir bien y hacer el bien”, le contó Ximena al diario El Tiempo.
El pasado jueves se conmemoró el tercer año del siniestro y la boliviana agregó que de ese día lo recuerda todo.
“La primera vez que volví a Colombia, tras el accidente, sentí mucho dolor y lloré mucho. Fue un golpe muy grande. Después he viajado otras dos veces y he estado más tranquila. Me llena de emoción y alegría el cariño con el que nos reciben y nos recuerdan siempre los colombianos”, cuenta.
Después de estar tres semanas internada en la clínica Somer, de Rionegro, Ximena regresó al país el 18 de diciembre de 2016.
Lo primero que hizo fue escribir un libro sobre lo sucedido y sobre su vida. Volver a los cielos es el nombre del texto. “El libro lo lancé el primer año del accidente. Ya está en portugués y están por terminarlo en inglés. Es como una autobiografía y relata los hechos vividos antes, durante y después del accidente”, confesó.
Actualmente, Ximena está terminando su entrenamiento para entrar a trabajar en la aerolínea Amazonas. También se dedica a la venta y distribución de su libro y ha incursionado en el mundo de las charlas.
“He viajado a Curitiba y Sao Paulo (Brasil), a Cochabamba y a Colombia a dar charlas. Fue algo que surgió a raíz del accidente y que nunca pensé hacer”, explicó.
Cuando no está en alguna de sus actividades, se dedica a pasar tiempo con sus dos hijos: Thiago y Gabriel, de 10 y 5 años, respectivamente.
“Para mí son mi vida entera. Gracias a ellos estoy aquí todavía. Fueron mi fuerza, la fuerza que Dios me puso en la cabeza para resistir el día del accidente. A ellos les debo la vida también”.
Ximena, de 31 años, comentó que sigue en contacto con los otros sobrevivientes del siniestro. Del periodista Rafael Henzel, quien murió en marzo pasado por un infarto, afirmó que hablaban mucho. De los futbolistas Neto y Ruschel aseguró que siguen jugando fútbol y que se casaron. Del otro deportista, Follmann, quien perdió su pierna derecha, dijo que ahora canta y también da charlas.
“Y con Erwin (quien también es boliviano) me veo mucho y hablamos constantemente. Está terminando sus estudios de aviación y tiene un grupo de música cristiana”, concluyó.