El fulgor de sus ojos y los rizos de su pelo concuerdan con el dinamismo de su paso y el entusiasmo que destilan sus palabras. No cabe duda de que Taye Perry está contenta de encontrarse en el vivac de Riad durante la jornada de descanso del Dakar: “Mi moto suele ser el lugar en el que me siento mejor. Aunque tampoco estoy tan cansada, es impresionante pensar que acabo de disputar seis etapas, que siento que estoy donde tengo que estar y que aún tengo esperanzas de llegar a la meta”.
El camino ha sido largo desde los primeros pinitos de esta joven sudafricana. Heyn Perry, su forofo número uno y su team manager en el rally, cuenta los detalles: “A los 14 años más o menos, Taye estaba hojeando los álbumes de fotos de cuando yo era joven y, de repente, me vio haciendo caballitos con una moto. Me dijo en seguida ‘yo también quiero hacer eso’, así que lo preparamos todo, le compré una moto y le encantó”.
Las motos de Taye fueron creciendo en volumen y cilindrada a un ritmo muy superior al del tamaño de la joven sudafricana, quien fue subiendo paso a paso en el escalafón deportivo del país hasta obtener varios títulos nacionales consecutivos en competiciones femeninas.
Ahí le nacieron las ganas de afrontar desafíos un poco más exigentes. “Vi que mujeres como Laia Sanz y otras disputaban el Dakar, así que me dije que tenía que probar suerte yo también. Empecé compitiendo en el Merzouga Rally y el Rallye du Maroc. Todo fue genial, así que me dije venga, al Dakar de cabeza”.
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