Santos concreta una final brasileña en la Libertadores tras golear a Boca
El Peixe luchará por el título ante el Palmeiras, el 30 de enero, en el mítico Maracaná de Rio de Janeiro
Santos goleó 3-0 a Boca Juniors este miércoles en Brasil y se clasificó a la final de la Copa Libertadores-2020, en la que se enfrentará al Palmeiras con la motivación de convertirse en el primer equipo brasileño en ganar cuatro títulos de la competición americana.
El Peixe que dirige Alexi Stival "Cuca" despachó con solvencia en el estadio Vila Belmiro al campeón argentino, tras el 0-0 en Buenos Aires, con anotaciones del volante Diego Pituca (16), el mediocampista venezolano Yeferson Soteldo (49) y del extremo Lucas Braga (51).
"Ahora hay que celebrar y pensar en los días que faltan para la final, nos merecemos el premio de hoy", dijo Soteldo.
En una noche destacada del atacante Marinho, que hizo suya la banda derecha, los brasileños sometieron sin piedad a los xeneizes de Miguel Ángel Russo, que carecieron de alma y jugaron con diez hombres desde el minuto 56, cuando el colombiano Frank Fabra fue expulsado.
En la primera final brasileña de Libertadores desde 2006, cuando Internacional venció a Sao Paulo, Santos y Palmeiras lucharán por el título el 30 de enero en el mítico Maracaná, en Rio de Janeiro.
Sangre, sudor, lágrimas
De la cabeza de Lucas Veríssimo chorreaba sangre, de la de los jugadores de Boca apenas sudor. La imagen del defensor brasileño ensangrentado, tras un choque aéreo, retrató el partido en Santos.
A lo largo de la Copa lo del Peixe no ha sido deslumbrar con fútbol estéticamente admirable. Lo suyo ha sido adaptarse a lo que el partido exige: si para ganar tiene que atacar, ataca; si tiene que contragolpear, contragolpea; si tiene que recular, recula. Y, pese a sus problemas financieros y la sanción para contratar jugadores, siempre con actitud.
Para el hueso duro de roer que es el equipo de Cuca era imperioso no encajar un gol, y por eso siempre buscó vulnerar el pórtico de Esteban Andrada.
La presión alta, especialmente con un voluntarioso Marinho, fue la fórmula para desarmar a un Boca que pareció tener las piernas pesadas.
La vertiginosidad del Peixe provocó reiterados errores en la salida de los xeneizes. Marinho, en una de ellas, asaltó a Fabra pero el disparo se estrelló con el palo. El reloj apenas contabilizaba medio minuto.
Con Marinho clavado en la banda derecha, Kaio Jorge fastidiando a los centrales y Soteldo manejando los hilos, los brasileños descolocaron a un Boca errático en la entrega y que apenas intentó sacudirse con contragolpes fallidos y un remate lejano del colombiano Sebastián Villa.
La recompensa al deseo irrestricto de vencer se originó en la pierna derecha de Soteldo. Un disparo del venezolano chocó con el torso de Lisandro López, la pelota quedó muerta en el área, donde Pituca, cayéndose, remató con zurda y vulneró a Andrada.
Volver al Maracaná
Apenas sostenido por la guapura del cafetero Jorman Campuzano en el mediocampo, el campeón argentino daba la impresión de tener pocas armas en su arsenal para revertir el tablero.
A lo largo de la temporada brilló cuando sus individualidades estaban enchufadas, sin ellas, le costó operar como equipo.
La esperanza de Boca de empatar a Independiente de Avellaneda como máximo ganador de la Libertadores, con siete títulos, se diluyó rápido.
El deseo de que en el camerino se encaminara la estrategia duró poco. Soteldo emuló la jugada del 1-0, pero esta vez el obstáculo que la redonda halló fue la malla del arco.
Los visitantes no se habían repuesto del mazazo cuando llegó la puntillada final. Marinho esquivó a Carlos Izquierdoz y metió la pelota en el área chica. Lucas Braga la empujó y dio inicio al funeral de Boca.
Cualquier utopía de remontada se hundió con la expulsión de Fabra por un fuerte pisotón a Marinho, que lo amargó toda la noche con su velocidad.
En los reflejos propios de los muertos, Boca pudo acortar distancia con disparos de Eduardo Salvio y Villa, pero en ambas Joao Paulo, que reemplazaba al contagiado John, reaccionó bien para mantener el cero.
Siempre activo en la banda, Cuca se dio el lujo de administrar el cansancio de sus jugadores, removió el banco y cerró el cotejo.
Antes del duelo Pelé, que inmortalizó su carrera en el Santos, deseó que la nueva generación albinegra avanzara a la final en el Maracaná, donde en 1963 él y los suyos cimentaron el bicampeonato continental del Peixe ante el mismo rival que esta noche de miércoles.
Los herederos respondieron al pedido, y ahora a están apenas a 90 minutos de grabar sus nombres junto al del rey.